Hace un aƱo, un partido salido del seno del franquismo ganó las elecciones por mayorĆa absoluta. Los comicios le dieron el poder ejecutivo, pero el poder económico y otros poderes fĆ”cticos siempre habĆan sido sus compaƱeros de viaje, lo mismo que una moral inmoral que ha propiciado la prolongación en el tiempo de los hĆ”bitos y costumbres de aquĆ©l rĆ©gimen esencialmente corrupto que, basado en la represión, transformó el paĆs del amanecer republicano, en una ciĆ©naga tenebrosa dónde todos los abusos eran fomentados desde el poder. El nepotismo, la corrupción, el chanchullo, la prevaricación sistemĆ”tica, el imperio de los intereses de los mĆ”s poderosos a costa de los del comĆŗn, el uso de la istración para fines particulares eran las seƱas de un rĆ©gimen espurio que martirizó a los espaƱoles durante mĆ”s de cuarenta aƱos y que sigue vivo gracias a los famosos pactos de la lamentable Transición. ĀæTransición a quĆ©? A otro rĆ©gimen que al final de sus dĆas estĆ” viendo, como si las aguas subĆ”lveas de un rĆo se trataran, como afloran todos y cada uno de los vicios extremos de aquellos tiempos que algunos creĆamos superados para siempre, no siendo el menor de ellos la tremenda y peligrosĆsima distancia que se estĆ” abriendo entre las clases dirigentes y la ciudadanĆa.
Mariano Rajoy es hijo de Mariano Rajoy Sobredo, presidente que fue de la Audiencia Provincial de Pontevedra por el franquismo, encargado de juzgar el escandaloso caso Redondela y de no aclarar nada sobre la desaparición de millones de litros de aceite de una empresa de la que era principal accionista NicolĆ”s Franco Bahamonde. Con esos antecedentes, es fĆ”cil comprender la familiaridad del actual presidente del gobierno con determinados comportamientos, hĆ”bitos de conducta y doctrinas que estĆ”n mucho mĆ”s cerca de lo viejo y andrajoso que de lo nuevo y vital. Y todavĆa serĆ” mĆ”s fĆ”cil entender su polĆtica como jefe del Gobierno si leemos este fragmento del artĆculo que escribió para El Faro de Vigo el 4 de marzo de 1983: āYa en Ć©pocas remotas āexisten en este sentido textos del siglo VI antes de Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible, que la estirpe determina al hombre, tanto en lo fĆsico como en lo psĆquico. Y estos conocimientos que el hombre tenĆa intuitivamente āera un hecho objetivo que los hijos de ābuena estirpeā, superaban a los demĆ”s- han sido confirmados mĆ”s adelante por la ciencia: desde que Mendel formulara sus famosas āLeyesā nadie pone ya en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual, no sólo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación. Cuando en la fecundación se funde el espermatozoide masculino y el óvulo femenino, cada uno de ellos aporta al huevo fecundado āpunto de arranque de un nuevo ser humano- sus veinticuatro cromosomas que posteriormente, cuando se producen las biparticiones celulares, se dividen en forma matemĆ”tica de suerte que las cĆ©lulas hijas reciben exactamente los mismos cromosomas que tenĆa la madre: por cada par de cromosomas contenido en las cĆ©lulas del cuerpo, uno solo pasarĆ” a la cĆ©lula generatriz, el paterno o el materno, de ahĆ el mayor o menor parecido del hijo al padre o a la madre. El hombre, despuĆ©s, en cierta manera nace predestinado para lo que habrĆ” de ser. La desigualdad natural del hombre viene escrita en el código genĆ©tico, en donde se halla la raĆz de todas las desigualdades humanas: en Ć©l se nos han transmitido todas nuestras condiciones, desde las fĆsicas: salud, color de los ojos, pelo, corpulenciaā¦hasta las llamadas psĆquicas, como la inteligencia, predisposición para el arte, el estudio o los negociosā¦ā. No creo que lo que el propio Rajoy escribió de su puƱo y letra necesite comentario alguno de un simple ciudadano que jamĆ”s serĆa capaz de llegar a tan hondas y generosas reflexiones.
Pero Mariano Rajoy Brey, el presidente de los recortes, las privatizaciones y el empobrecimiento general de EspaƱa, no estaba sólo, no podĆa estarlo, necesitaba gente a su lado porque Ć©l necesita andar despacio por la vida. ĀæDónde iba a elegir a sus colaboradores? Pues en los abundantes manantiales de las familias franquistas que procedĆan de una āestirpeā familiar similar a la suya. Por ejemplo, Alberto Ruiz Gallardón, personaje que consiguió que el Ayuntamiento de Madrid tenga el 25% de la deuda de todos los ayuntamientos de EspaƱa. Alberto Ruiz Gallardón, se estĆ” destacando del pelotón ultraconservador que lleva al paĆs al acantilado, y no es cosa rara, pues lo lleva en la sangre y jamĆ”s, como a ningĆŗn miembro de su partido, se le ha oĆdo renegar o repudiar del rĆ©gimen que contribuyeron a armar sus mayores. Su abuelo, VĆctor Ruiz AlbĆ©niz, El Tebib Arrumi, fue uno de los mayores panegiristas de Francisco Franco, a quien presentaba en sus artĆculos y libros como un nuevo Pelayo, un Cid Campeador vencedor de los moros y de los rojos, aunque para vencer a los rojos ser sirviese de los mercenarios moros. Su padre, JosĆ© MarĆa, que se movió en los cĆrculos de Juan de Borbón, trabajó en el despacho del nazi Ramón Serrano SuƱer y fue presidente de la Asociación de la Prensa franquista de Madrid. A Alberto Ruiz Gallardón nada del franquismo, le es ajeno, y ahĆ estĆ”n, para demostrarlo, su tasas judiciales, sacadas de las leyes de la dictadura.
Por Ćŗltimo, para no seguir haciendo semblanzas que harĆan interminable este artĆculo, hablaremos del hombre providencial, del āgran factótumā que propició el reverdecer del franquismo y sus hĆ”bitos morales tras su victoria electoral en 1996. JosĆ© MarĆa Aznar GonzĆ”lez, es nieto de Manuel Aznar Zubigaray, quien pasó del carlismo al ala mĆ”s radical del PNV, para luego hacerse republicano y mĆ”s tarde pasarse a las filas de Franco para salvar EspaƱa, dejando escritos libros tan maravillosos como Historia de la Cruzada. El padre de JosĆ© MarĆa, Manuel Aznar Acedo, Oficial del ejĆ©rcito africanista que se rebeló contra la legalidad republicana, fue siempre hombre del rĆ©gimen, jefe de Falange y encargado de Radiodifusión y Propaganda, dirigiendo mĆ”s tarde por orden divina Radio Nacional y la Cadena Ser. En fin que con esos mimbres, tal como decĆa Mariano Rajoy al hablar de las estirpes, sólo se pueden hacer unos determinados cestos, los cestos de la especulación, la estafa financiero-ladrillera que nos ha traĆdo hasta aquĆ, y los de la corrupción institucionalizada. Esa sĆ que es la herencia recibida, la verdadera, la que nos tiene postrados.
Respecto a la otra herencia, esa de la que habla constantemente el seƱor que quiere entregar la Sanidad, la Educación, las Pensiones y demĆ”s prestaciones sociales pĆŗblicas al lucro privado, la del Sr. Zapatero, recordarle al Presidente las cifras de Deuda PĆŗblica heredadas hace tan solo un aƱo; los casos de corrupción de su partido, mención especial a la Comunidad valenciana, que estĆ”n hundiendo a la ciudadanĆa en el descreimiento hacia la polĆtica y los polĆticos; el Estatuto de Catalunya, ya menguado, que recurrió al Constitucional y cuya sentencia absurda ha desatado, junto a la demagogia de la derecha catalana, un conflicto severo con ese Territorio; la ley de Dependencias que ha triturado dejando a cientos de miles de personas necesitadas a la interperie de sus Ćŗltimos aƱos; el recurso presentado contra la ley de matrimonios entre personas del mismo sexo y los sesenta y siete mil millones de euros que recibió del fondo de reserva de las pensiones que, de seguir al actuar ritmo, destruyendo empleos, recortando y disminuyendo el consumo interno de forma brutal, dilapidarĆ” en menos de tres aƱos sin el menor complejo.
Señor Rajoy, por favor, no hable usted de herencias recibidas. Ustedes han gobernado España desde Pelayo y Wifredo el Pelós, ustedes creen en estirpes superiores e inferiores, ustedes entregan a la Iglesia católica miles de millones de euros para perpetuar sus privilegios, ustedes sólo aplican, y con mano de hierro, la parte de la Constitución de 1978 que no es constitucional; ustedes gobiernan España a golpe de porra y de ERE; ustedes nombraron ministro de Educación a un señor llamado Wert; ustedes no han condenado nunca la criminal dictadura franquista y, en fin, ustedes son nuestra maldita herencia recibida.