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viernes. 13.06.2025
OPINIƓN | Pedro L. Angosto

La verdadera herencia recibida

Hace un año, un partido salido del seno del franquismo ganó las elecciones por mayoría absoluta. Los comicios le dieron el poder ejecutivo, pero el poder económico y otros poderes fÔcticos siempre habían sido sus compañeros de viaje, lo mismo que una moral inmoral que ha propiciado la prolongación en el tiempo de los hÔbitos y costumbres de aquél régimen esencialmente corrupto que, basado en la represión, transformó el país del amanecer republicano, en una ciénaga tenebrosa dónde todos los abusos eran fomentados desde el poder. El nepotismo, la corrupción, el chanchullo, la prevaricación sistemÔtica, el imperio de los intereses de los mÔs poderosos a costa de los del común, el uso de la istración para fines particulares eran las señas de un régimen espurio que martirizó a los españoles durante mÔs de cuarenta años y que sigue vivo gracias a los famosos pactos de la lamentable Transición. ¿Transición a qué? A otro régimen que al final de sus días estÔ viendo, como si las aguas subÔlveas de un río se trataran, como afloran todos y cada uno de los vicios extremos de aquellos tiempos que algunos creíamos superados para siempre, no siendo el menor de ellos la tremenda y peligrosísima distancia que se estÔ abriendo entre las clases dirigentes y la ciudadanía.

Mariano Rajoy es hijo de Mariano Rajoy Sobredo, presidente que fue de la Audiencia Provincial de Pontevedra por el franquismo, encargado de juzgar el escandaloso caso Redondela y de no aclarar nada sobre la desaparición de millones de litros de aceite de una empresa de la que era principal accionista NicolĆ”s Franco Bahamonde. Con esos antecedentes, es fĆ”cil comprender la familiaridad del actual presidente del gobierno con determinados comportamientos, hĆ”bitos de conducta y doctrinas que estĆ”n mucho mĆ”s cerca de lo viejo y andrajoso que de lo nuevo y vital. Y todavĆ­a serĆ” mĆ”s fĆ”cil entender su polĆ­tica como jefe del Gobierno si leemos este fragmento del artĆ­culo que escribió para El Faro de Vigo el 4 de marzo de 1983: ā€œYa en Ć©pocas remotas –existen en este sentido textos del siglo VI antes de Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible, que la estirpe determina al hombre, tanto en lo fĆ­sico como en lo psĆ­quico. Y estos conocimientos que el hombre tenĆ­a intuitivamente –era un hecho objetivo que los hijos de ā€œbuena estirpeā€, superaban a los demĆ”s- han sido confirmados mĆ”s adelante por la ciencia: desde que Mendel formulara sus famosas ā€œLeyesā€ nadie pone ya en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual, no sólo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación. Cuando en la fecundación se funde el espermatozoide masculino y el óvulo femenino, cada uno de ellos aporta al huevo fecundado –punto de arranque de un nuevo ser humano- sus veinticuatro cromosomas que posteriormente, cuando se producen las biparticiones celulares, se dividen en forma matemĆ”tica de suerte que las cĆ©lulas hijas reciben exactamente los mismos cromosomas que tenĆ­a la madre: por cada par de cromosomas contenido en las cĆ©lulas del cuerpo, uno solo pasarĆ” a la cĆ©lula generatriz, el paterno o el materno, de ahĆ­ el mayor o menor parecido del hijo al padre o a la madre. El hombre, despuĆ©s, en cierta manera nace predestinado para lo que habrĆ” de ser. La desigualdad natural del hombre viene escrita en el código genĆ©tico, en donde se halla la raĆ­z de todas las desigualdades humanas: en Ć©l se nos han transmitido todas nuestras condiciones, desde las fĆ­sicas: salud, color de los ojos, pelo, corpulencia…hasta las llamadas psĆ­quicas, como la inteligencia, predisposición para el arte, el estudio o los negociosā€¦ā€. No creo que lo que el propio Rajoy escribió de su puƱo y letra necesite comentario alguno de un simple ciudadano que jamĆ”s serĆ­a capaz de llegar a tan hondas y generosas reflexiones.

Pero Mariano Rajoy Brey, el presidente de los recortes, las privatizaciones y el empobrecimiento general de EspaƱa, no estaba sólo, no podĆ­a estarlo, necesitaba gente a su lado porque Ć©l necesita andar despacio por la vida. ĀæDónde iba a elegir a sus colaboradores? Pues en los abundantes manantiales de las familias franquistas que procedĆ­an de una ā€œestirpeā€ familiar similar a la suya. Por ejemplo, Alberto Ruiz Gallardón, personaje que consiguió que el Ayuntamiento de Madrid tenga el 25% de la deuda de todos los ayuntamientos de EspaƱa. Alberto Ruiz Gallardón, se estĆ” destacando del pelotón ultraconservador que lleva al paĆ­s al acantilado, y no es cosa rara, pues lo lleva en la sangre y jamĆ”s, como a ningĆŗn miembro de su partido, se le ha oĆ­do renegar o repudiar del rĆ©gimen que contribuyeron a armar sus mayores. Su abuelo, VĆ­ctor Ruiz AlbĆ©niz, El Tebib Arrumi, fue uno de los mayores panegiristas de Francisco Franco, a quien presentaba en sus artĆ­culos y libros como un nuevo Pelayo, un Cid Campeador vencedor de los moros y de los rojos, aunque para vencer a los rojos ser sirviese de los mercenarios moros. Su padre, JosĆ© MarĆ­a, que se movió en los cĆ­rculos de Juan de Borbón, trabajó en el despacho del nazi Ramón Serrano SuƱer y fue presidente de la Asociación de la Prensa franquista de Madrid. A Alberto Ruiz Gallardón nada del franquismo, le es ajeno, y ahĆ­ estĆ”n, para demostrarlo, su tasas judiciales, sacadas de las leyes de la dictadura.

Por Ćŗltimo, para no seguir haciendo semblanzas que harĆ­an interminable este artĆ­culo, hablaremos del hombre  providencial, del ā€œgran factótumā€ que propició el reverdecer del franquismo y sus hĆ”bitos morales tras su victoria electoral en 1996. JosĆ© MarĆ­a Aznar GonzĆ”lez, es nieto de Manuel Aznar Zubigaray, quien pasó del carlismo al ala mĆ”s radical del PNV, para luego hacerse republicano y mĆ”s tarde pasarse a las filas de Franco para salvar EspaƱa, dejando escritos libros tan maravillosos como Historia de la Cruzada. El padre de JosĆ© MarĆ­a, Manuel Aznar Acedo, Oficial del ejĆ©rcito africanista que se rebeló contra la legalidad republicana, fue siempre hombre del rĆ©gimen, jefe de Falange y encargado de Radiodifusión y Propaganda, dirigiendo mĆ”s tarde por orden divina Radio Nacional y la Cadena Ser. En fin que con esos mimbres, tal como decĆ­a Mariano Rajoy al hablar de las estirpes, sólo se pueden hacer unos determinados cestos, los cestos de la especulación, la estafa financiero-ladrillera que nos ha traĆ­do hasta aquĆ­, y los de la corrupción institucionalizada. Esa sĆ­ que es la herencia recibida, la verdadera, la que nos tiene postrados.

Respecto a la otra herencia, esa de la que habla constantemente el señor que quiere entregar la Sanidad, la Educación, las Pensiones y demÔs prestaciones sociales públicas al lucro privado, la del Sr. Zapatero, recordarle al Presidente las cifras de Deuda Pública heredadas hace tan solo un año; los casos de corrupción de su partido, mención especial a la Comunidad valenciana, que estÔn hundiendo a la ciudadanía en el descreimiento hacia la política y los políticos; el Estatuto de Catalunya, ya menguado, que recurrió al Constitucional y cuya sentencia absurda ha desatado, junto a la demagogia de la derecha catalana, un conflicto severo con ese Territorio; la ley de Dependencias que ha triturado dejando a cientos de miles de personas necesitadas a la interperie de sus últimos años; el recurso presentado contra la ley de matrimonios entre personas del mismo sexo y los sesenta y siete mil millones de euros que recibió del fondo de reserva de las pensiones que, de seguir al actuar ritmo, destruyendo empleos, recortando y disminuyendo el consumo interno de forma brutal, dilapidarÔ en menos de tres años sin el menor complejo.

Señor Rajoy, por favor, no hable usted de herencias recibidas. Ustedes han gobernado España desde Pelayo y Wifredo el Pelós, ustedes creen en estirpes superiores e inferiores, ustedes entregan a la Iglesia católica miles de millones de euros para perpetuar sus privilegios, ustedes sólo aplican, y con mano de hierro, la parte de la Constitución de 1978 que no es constitucional; ustedes gobiernan España a golpe de porra y de ERE; ustedes nombraron ministro de Educación a un señor llamado Wert; ustedes no han condenado nunca la criminal dictadura franquista y, en fin, ustedes son nuestra maldita herencia recibida.

La verdadera herencia recibida