TRIBUNA POLÍTICA

Un año de transición política

Pedro Sánchez en el pleno del Congreso de los Diputados.
No hay elecciones anticipadas a la vista. Estamos en un año de transición política.

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

Con las campanadas del cambio de año, la población tenemos la costumbre de expresar nuestros deseos y aspiraciones. En el marco del renovado consumismo, muchas criaturas y sus familias reciben los regalos pedidos a los Reyes Magos o a Papá Noel, o simplemente somos objeto de felicitaciones y deseos de buena salud. Empezamos el año con esos buenos deseos de mejora vital, junto con hechos sociales y dinámicas estructurales. La mayoría de la gente combina su experiencia inmediata con sus expectativas, más o menos realistas, que suelen conllevar ciertas dosis contradictorias, de ilusión y de escepticismo.

Como en la medicina, lo principal en ciencias sociales es el diagnóstico para adoptar el tratamiento adecuado para sanar -o prevenir la salud-, con un pronóstico orientativo de curación. La diferencia en la sociología, las ciencias políticas y la economía, que podríamos extender al periodismo, la filosofía o la historia, es que en el campo de la sociedad tenemos múltiples conflictos de interés e interpretaciones diversas que influyen en la variabilidad de la realidad y su análisis y, sobre todo, condicionan la gestión y la estrategia política de los actores sociales y políticos y del propio Estado.

Un panorama social preocupante

No hace falta detallar los principales problemas percibidos por la sociedad en este comienzo de año: el incremento del precio de la vivienda y, especialmente, de los alquileres; el deterioro de servicios públicos, especialmente la sanidad o la educación públicas, además de su continuada privatización y segregación social; la pérdida de capacidad adquisitiva de las familias trabajadoras, con particular desprotección a las capas más vulnerables; la persistencia de altas tasas de desempleo y precariedad laboral, particularmente juvenil; la permanencia de la desigualdad por sexo/género y la violencia machista; las dificultades para la integración social de la inmigración y la convivencia intercultural, con emergencia del racismo; los efectos de la crisis climática y la inacción institucional, ejemplificados en la reciente DANA, etc.

Cabría añadir, en esta breve síntesis, las incertidumbres derivadas de los conflictos geopolíticos, institucionales y económicos, así como de la necesaria democratización del propio Estado, incluido la judicatura, y la regulación de la plurinacionalidad y la desigualdad territorial. Todo ello frente a los vientos reaccionarios y ultraderechistas, así como a la incapacidad de la política para darles suficiente respuesta progresista, base para que se puedan ampliar las dinámicas autoritarias e iliberales.

La dinámica de continuismo socialista y la cortedad transformadora generan límites a la adhesión popular

Ese diagnóstico es fundamental para las fuerzas progresistas y ajustar el tratamiento reformador, ganar credibilidad transformadora y avanzar frente al escollo legitimador principal: la activación de la confianza cívica y el suficiente apoyo social y electoral a una opción plural de progreso que redimensione la actual legislatura y prepare una nueva etapa democratizadora y de avance de la justicia social. Pero esa dinámica de continuismo socialista y cortedad transformadora generan límites a la adhesión popular. Ésta no se reactiva por la sobreactuación discursiva y propagandista, incluso esta crispación asimétrica protagonizada por las derechas genera mayor desencanto con la izquierda, las instituciones democráticas y los propios medios de comunicación, cosa que aprovecha la ultraderecha para ampliar la desafección hacia las izquierdas y la democracia.

Me voy a referir, solamente, a un fenómeno concreto: el balance global de este año pasado, dependiente de la legitimación de los dos actores principales, el gobierno de coalición y la oposición de derechas. Por un parte, para el Presidente socialista Pedro Sánchez, el embellecimiento de la situación económica para legitimar su política socioeconómica e institucional y su liderazgo. Por otra parte, Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, cuestionando ese panorama socioeconómico desde el catastrofismo y centrando la ilegitimidad del Ejecutivo y su presidente por el acoso judicial que padece, junto con la acusación de que se hunde España por sus acuerdos con Junts y la amnistía.

La polarización política y mediática es una realidad que va a configurar este año 2025

Esta polarización política y mediática por implementar su respectiva gestión institucional, del Gobierno y las Comunidades Autónomas de distinto signo, es una realidad que va a configurar este año 2025. Tratan de sacar ventaja electoral para ganar las próximas elecciones generales y poder mantener -o modificar- el próximo gobierno y su orientación estratégica y corporativa.  

Un año de transición para consolidar el campo socioelectoral propio

En un principio son descartables, para este año 2025, una moción de censura alternativa de las derechas o unas elecciones anticipadas. No obstante, conviene valorar los factores que están operando y que suponen un desgaste para el Ejecutivo actual y los grupos que lo sostienen.

Existen riesgos para unas elecciones anticipadas, derivados de los intereses corporativos de dos actores, y dando por supuesto que las derechas no pueden ofrecer una mayoría alternativa, por mucho que lo intenten con las derechas nacionalistas. Para Junts, lo fundamental es recuperar su peso institucional y político en Catalunya y el avance en su agenda nacionalista, y ello es difícil con un gobierno de derechas PP/VOX. Para el PSOE, si consigue neutralizar el riesgo de victoria de las derechas, activar su propio electorado y es capaz de ensancharlo a costa de Sumar (y algo a los nacionalistas y por el centro), puede inclinarse a una convocatoria anticipada para conseguir más autonomía en la gestión de su inicial proyecto continuista y moderado.

El PSOE está interesado en contener y subordinar a Sumar, así como marginar a Podemos. Pretende aumentar su primacía gubernamental y en el tipo de reformas políticas, precisamente para disminuir la presión por el cambio social, territorial y democrático que le plantea la izquierda transformadora y los sectores nacionalistas, y que le acarrean conflictos con diversos poderes fácticos. No obstante, esa estrategia hegemonista de debilitamiento de su izquierda puede ser suicida para el conjunto progresista, ya que le puede hacer perder legitimidad pública y, sobre todo, las próximas elecciones generales.

El Partido Socialista, en todos los estudios demoscópicos, necesitaría al menos una izquierda alternativa relevante para sumar -junto con los nacionalistas- suficiente representatividad parlamentaria para ganar a las derechas de Partido Popular y Vox. Por ello busca el difícil equilibrio con esa expectativa doble: sostener esa representación de izquierdas en un mínimo funcional para conseguir un nuevo gobierno de coalición, al mismo tiempo que absorber parte de su electorado para reforzar su primacía.

Es difícil que el PSOE apueste por el riesgo de perder el poder gubernamental con una convocatoria anticipada de elecciones

De momento, en las actuales condiciones y sin un panorama de fuertes presiones sociales, sindicales y políticas por su izquierda, es difícil que el Partido Socialista apueste por el riesgo de perder el poder gubernamental con una convocatoria anticipada de las elecciones generales. Aunque siga sufriendo el desgaste promovido por las derechas y mientras no haya posibilidad de una moción de censura por la oposición de derechas, tal como afirman PNV y Junts, puede continuar incluso con la prórroga presupuestaria y escasa actividad legislativa. Por tanto, sin grandes variaciones, no hay elecciones anticipadas a la vista. Las estrategias de cada actor van encaminadas a gestionar sus respectivos intereses y mejorar sus espacios político-electorales para las elecciones de 2027. Estamos en un año de transición política.