
Consumo, en la mayorĆa de los casos es una actividad individual, y por lo tanto consumo responsable tiene que ver con la responsabilidad individual del ciudadano como consumidor [1]. Sin embargo, hablando de consumo responsable, quisiera remarcar tambiĆ©n las interrelaciones entre los tres actores en la sociedad, el gobierno, la empresa privada y los ciudadanos, individuales u organizados como sociedad civil.
Para empezar, ¿de qué estamos hablando?, ¿responsabilidad sobre qué y hacia quién? La responsabilidad del consumidor se refiere a la conciencia sobre las consecuencias de sus acciones, consecuencias que pueden darse en los planos ambientales, sociales y económicos. O sea, para satisfacer sus necesidades y/o deseos, el consumidor responsable toma sus decisiones de consumo de tal forma que disminuye o evita posibles consecuencias negativas en los planos mencionados.
¿Responsabilidad hacia quién? Las consecuencias negativas del consumo pueden darse para uno mismo, para las demÔs personas, para el medio ambiente, o para generaciones futuras. Considero que dos factores importantes para el consumo responsable son en primer lugar tener formada esa conciencia de ser parte de una sociedad donde cada acción individual impacta al conjunto y, en segundo lugar, tener la voluntad de evitar consecuencias negativas que impactan en lo general, aunque éstas no sean visibles en lo inmediato.
Estamos hablando de consumo responsable, pero tambiĆ©n de consumo sostenible. Sostenibilidad o desarrollo sostenible estĆ” en la agenda desde hace bastante tiempo, a raĆz de las cumbres de las Naciones Unidas, la cumbre de la Tierra (Rio 1992), o la cumbre Rio+20 sobre desarrollo sostenible. Ya en 1992, donde se definió la Agenda 21, se expresó que "la causa principal del continuo deterioro del medio ambiente mundial son las modalidades insostenibles de consumo y producción, particularmente en los paĆses industrializados".
No quisiera tratar de diferenciar entre consumo responsable y consumo sostenible, pero sĆ resaltar que hay que evitar la impresión que sostenible/responsable se refiera Ćŗnicamente a ambiental o āverdeā, aunque obviamente es importante lo que se refiere al medio ambiente, el agotamiento de los recursos naturales, la polución o la biodiversidad.
La conciencia y la voluntad de actuar tendrĆa que traducirse en una demanda del consumidor para productos y servicios sostenibles. Sin embargo, mientras algunso estudios indican que mucha gente estĆ” dispuesta a comprar productos āsosteniblesā, relativamente pocos lo hacen en la actualidad.
El interés del consumidor responsable por productos sostenibles tiene que ser correspondido por una oferta en el mercado, y es aquà donde estÔn las fallas y donde entra el papel de la empresa privada y del gobierno, para asegurar que haya oferta, confiable y a buen precio, y que haya claridad sobre qué se estÔ ofreciendo, y para asegurar que haya buena reglamentación al respecto.
La realidad es que hay mucha confusión en el mercado, con respecto a la sostenibilidad de productos y servicios, hay mucha oferta, muchas marcas, ¿como escoger?
Lo mĆ”s claro es quizĆ”s en relación a productos bajo la forma de Comercio Justo, donde la certificación garantiza la sostenibilidad económica y social en la cadena de suministro, dando mĆ”s poder a las organizaciones de productores y estableciendo un vĆnculo mĆ”s directo entre el productor y el consumidor. Aparte de eso ya hay bastante oferta especializada de productos orgĆ”nicos/ecológicos, con diferentes certificaciones, aunque se podrĆan considerar de lujo para una cesta de la compra bĆ”sica, por el coste elevado de los productos.
Pero, en lo general, y sobre todo en los supermercados, te confunden con la oferta demasiado amplia de productos; es difĆcil escoger, las etiquetas a veces contienen información Ćŗtil, a veces no; muchas veces falta transparencia y claridad, y el consumidor tiene que buscar demasiado para encontrar lo sostenible, económico y sano; tampoco el consumo puede ser actividad āa tiempo completoā.
Lo que uno quisiera es que la decisión para un consumo sostenible y responsable fuera fĆ”cil, en base a la claridad en la oferta de productos y servicios. Por eso debe de haber transparencia y la adecuada provision de información por parte de las empresas, la polĆtica pĆŗblica y los reglamentos del gobierno que lo exigan.
Uno no quisiera que hubiera productos ātóxicosā en el mercado: no productos tóxicos de verdad, daƱinos para la salud, ni tóxicos en el sentido de impactar negativamente en los demĆ”s o en el ambiente. QuizĆ”s va mĆ”s lejos de pensar en lo que llaman en InglĆ©s āchoice editingā, āedición de la ofertaā, para limitar la oferta de productos que son nocivos o daƱinos, sobre quitarlos de los estantes.
Pero por lo menos tendrĆa que ser parte de la Responsabilidad Social Empresarial de las empresas: no ofrecer productos no-sostenibles y evitar que el consumidor no sea conciente de lo que estĆ” comprando. Eso incluye no presentar los productos mĆ”s bonitos o mĆ”s sostenibles de lo que en realidad son, lo que se denomina āgreenwashā o ālavar de verdeā.
Obviamente, el precio es un factor muy importante en la decisión de quĆ© producto comprar. Sin embargo, aquĆ entra la pregunta de si el precio realmente refleja todos los costos relacionados a la producción y el puesto en el mercado del producto, o en otras palabras, si estĆ”n incluidas las āexternalidadesā.
Las āexternalidades negativasā son gastos o costos en el proceso de producción que no asume la empresa y que no estĆ”n reflejados en el precio, sino que estĆ”n pasados a la sociedad en general o al ambiente. Si los precios de ciertos productos realmente incorporaran todos los gastos relacionados con su producción -incluyendo polución del ambiente, por ejemplo-, y si los mismos fueran mĆ”s altos y los productos menos atractivos que los productos realmente sostenibles.
ĀæCuĆ”les son los instrumentos que puede concienciar al consumidor para hacer las mejores decisiones de compra āsiempre recordando que no-comprar (para sus deseos, obviamente no para sus necesidades) tambiĆ©n puede ser una buena decision?
Hace pocos dĆas salió publicado en el blog de Consumers International una referencia a un App para un telĆ©fono movil, que puede ser utilizado con los códigos de barra de productos alimenticios -para poder controlar las tasas de azĆŗcar, de sal y de grasas no saturadas de los productos que estĆ” comprando, para evitar una alimentación poco saludable, para su responsabilidad personal.
Es un interesante desarrollo, que sin embargo me provoca algunas preguntas.
ĀæQuisieramos que todos los productos tengan código de barra? ĀæNo excluirĆa eso los productos frescos, no procesados, de mercados tipo campesino, dirigiĆ©ndonos Ćŗnicamente hacia supermercados o tiendas grandes?
Otra pregunta es, si para la salud personal son azĆŗcar, sal y grasas no-saturadas los parĆ”metros que aparecen en los codigos de barra, Āæcuales son los criterios que definen la sostenibilidad de productos, los cuales prodrĆan ser incluidos como parĆ”metros en los códigos de barra?
Me parece un desafĆo conjunto para la industria, los gobiernos y las organizaciones de consumidores, para llegar a la definción e incorporación de criterios confiables al respecto, criterios que pueden dar al consumidor la confianza de que sus decisiones son las correctas y en lĆnea con su conciencia.
Porque la actividad ciudadana de consumir es uno de las maneras mĆ”s directas en que podemos incidir en el mundo, en definir quĆ© tipo de mundo es el que queremos, ya que las decisiones de consumo nos permiten āvotar con nuestra billetera o carteraā.
[1] Si estoy hablando del consumidor, me refiero tanto a las consumidoras como a los consumidores. Para la facilidad utilizo la expresión āel consumidorā.
Joost Martens | Exdirector General de Consumers International