David Lynch. ¿Dónde está el horizonte?

Imagen: Universo David Lynch
Se ha ido el último explorador del cine, un cinéfilo de los de verdad.

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Torres-Remírez | @jostorresremrez

Nos ha dejado David Lynch, pero, ¿de verdad se ha muerto? No nos extrañaría nada que en su funeral apareciera un grupo de músicos tocando una banda sonora de Badalamenti pero empezando por el final; que de entre los asistentes se levantara el director para mirarnos, sonreír y señalar el féretro en donde no estaría él, sino nosotros mismos, y a nuestro lado un cortacésped y Nicolas Cage. Justo en ese momento, despertaríamos de la pesadilla.

Algunos apodaron a Lynch como un genio, otro como un loco y algunos malintencionados lo consideraban como el extravagante que soportaban en Hollywood. Y ninguno acertaba. El director americano no era, para nada, como decían las etiquetas que se le pusieron en vida, ni como las que le están poniendo en la muerte. Lynch era simplemente un cinéfilo, de los de verdad.

Lynch era un cinéfilo valiente y hacía lo que le daba la real gana pero siempre amando el cine y su intuición

Lynch era un cinéfilo valiente y hacía lo que le daba la real gana, pero siempre, amando el cine y su intuición. Su conocimiento del séptimo arte no sólo era enciclopédico, sino que era, como todo gran saber, humilde. Tan pronto hablaba sobre el cine clásico americano, como que pasaba a los grandes nombres de Europa. Y luego, sin inmutarse, lo relacionaba con un director o una película desconocida, exponiendo por qué esa obra, de la que nunca nadie oyó hablar, influyó en las grandes películas de las que se estaba discutiendo. Le gustaba el cine y eso se transmite en su obra.

Muchos le recordarán por películas eclécticas y aparentemente sin sentido; más aún, muchas de las críticas que recibía venían por ahí. Siempre se le acusó de hacer esa clase de películas porque no sabía hacer un buen cine “clásico”, cosa que es totalmente falsa, y para muestra un botón. “Una historia verdadera” (1999) y “El hombre elefante” (1980) son dos explosiones de genialidad dentro de un clasicismo que pocos directores de su generación podrían haber filmado con tanta calidad.

Un director mediocre, como muchos le denominaban, no podría haber conseguido atrapar a millones de espectadores en la década de los 90 para descubrir quién mató a Laura Palmer. No fue un fenómeno minoritario que, con los años, ha sido reivindicado. Fue un antes y un después en la televisión. Y en el séptimo arte. Y justo, eso mismo, es lo que quería hacer con su cine, y reconozcámoslo, lo consiguió.

Fue el último hombre de la frontera. Conocía todos los caminos por los que había transcurrido el cine a lo largo de su historia

David Lynch fue el último hombre de la frontera. Conocía todos los caminos por los que había transcurrido el cine a lo largo de su historia, pero él sentía que aún quedaba mucho por descubrir. Ese afán aventurero. Investigador. Curioso. Llámenlo como quieran, es lo que le llevó a hacer sus películas. Fue osadamente allá donde nadie se había atrevido a ir. Y fue todo un éxito, no sólo logró ir, sino volver y contarnos todo lo que había allende de nuestras fronteras narrativas.

No se puede entender las historias de Lynch sin entender a Lynch, algo que creo que nunca nadie ha entendido, ni siquiera el mismísimo Lynch se entendía. ¿Lo entienden? Para conocer al hombre detrás del director, se debe hablar de la meditación. Algo que ahora está muy de moda, pero no es mayoritario, y mucho menos lo era cuando empezó a hacer sus películas. Durante la meditación se recitan y repitan unos mantras hasta llegar a un estado de paz y tranquilidad, ¿les suena de algo? Esto mismo hace al pensar una historia. Repetición y mantra hasta que el espectador consigue llegar al estado en que Lynch quería que estuviera.

A pesar de haber tenido un gran predicamento y unos acérrimos defensores, su cine no ha sido comprendido y, en cierto modo, ha sido marginado a los círculos más cafeteros. Con su marcha, muchos descubrirán que las nuevas maneras de narrar las historias y algunos de los giros de guion que hoy nos parecen convencionales, no existirían sin la influencia de David Lynch y sus películas incomprendidas.

Por cierto, si como director fue valiente, como persona aún más. Durante muchos años dio cobijo a la actriz Laura Dern cuando la propia industria la rechazaba y le cerraba las puertas. Ahora mismo todos la aplauden y hablan maravillas de ella, pero el único que permaneció a su lado, fue Lynch.

Se ha ido el último explorador del cine, quien hizo esforzarse a los espectadores mucho más de lo que estamos acostumbrados

Se ha ido el último explorador del cine, aquel que ha hecho esforzarse a los espectadores mucho más de lo que estamos acostumbrados. Sin embargo, la mejor despedida se la dio hace unos años Steven Spielberg, cuando le dejó interpretar a John Ford. En esa escena nos hablaba del horizonte. Mientras el horizonte esté arriba o abajo, la historia es interesante. Justamente así fue su vida. Así fueron sus películas. Miraban al horizonte preguntándose ¿qué hay más allá? Hoy se ha ido un hombre que sabía lo que había más allá.


Imagen: Universo David Lynch