
Los historiadores consideran que la primera huelga en la historia se produjo en tiempos del Imperio Nuevo egipcio, en el reinado de RamsĆ©s III. Puede que hubiera otras anteriormente en esta civilización o en Mesopotamia pero, sin lugar a dudas, se trata de la primera documentada, gracias al conocido como Papiro de la Huelga en el Museo Egipcio de TurĆn. Intentemos dar algunas claves del conflicto.
El papiro de la huelga
Al parecer, en tiempos de la dinastĆa XX la inflación que se registró en Egipto se disparó. AdemĆ”s, se habĆa perdido el imperio asiĆ”tico, es decir, mĆ”s allĆ” de la penĆnsula del SinaĆ. Las raciones destinadas a los trabajadores en Deir el-Medina, la comunidad de obreros y artesanos creada para construir las tumbas reales en tiempos de la decimoctava dinastĆa, no se distribuyeron con la regularidad habitual. Pero no sólo se alteró el ritmo y la regularidad de las raciones sino que, ademĆ”s, Ć©stas menguaron en cantidad y calidad. Las raciones que se entregaban eran el salario de los trabajadores. Al parecer, estas raciones no eran muy diferentes entre las distintas categorĆas profesionales. Un encargado recibĆa 5ā5 kilos de trigo y 2 kilos de cebada, frente a los 4 kilos de trigo y 1,5 de cebada de un simple artesano. TambiĆ©n se entregaban raciones de otros productos: pan, pastas, cerveza, aceite, pescado, verduras, dĆ”tiles, algo de carne, loza, vestido y sandalias, pero de forma mĆ”s irregular y escasa. SegĆŗn lo estipulado, las raciones de grano debĆan pagarse regularmente el Ćŗltimo dĆa laborable de cada mes, pero terminó siendo muy habitual que se retrasasen hasta mediados del mes siguiente. Esto provocó el malestar entre los trabajadores. En el aƱo 29 del reinado de RamsĆ©s III estalló una huelga. Las protestas se elevaron de tono y se repitieron durante varios dĆas. Los trabajadores se dirigieron a los sumos sacerdotes y escribas para quejarse de que pasaban hambre y sed, que no tenĆan vestidos, ni otros productos, y pidieron que explicaran esta situación al faraón y al visir para que pusiesen remedio. Las autoridades intentaron frenar la protesta con promesas pero algunos escribas recurrieron a las amenazas. Ninguna de las dos respuestas hizo desistir a los trabajadores. La documentación es incompleta y no se sabe cuĆ”l fue el desenlace del conflicto salarial pero podemos afirmar que estos trabajadores habĆan adquirido una especie de conciencia de clase o, al menos, de su fuerza. A partir de entonces, cuando se producĆan problemas en relación con las raciones se emprendĆan acciones de protesta que podĆan durar desde un solo dĆa hasta semanas. Se repitieron en distintas ocasiones, hasta la disolución de la comunidad de Deir el-Madina en tiempos de RamsĆ©s IX.
El faraón RamsĆ©s III de la XX DinastĆa, nieto de RamsĆ©s II āel Grandeā
Los historiadores han valorado estos conflictos porque supondrĆan un cambio en la forma de expresar el malestar de la población egipcia cuando surgĆan problemas económicos y/o polĆticos. Anteriormente, en las etapas de crisis, como las ocasionadas por los denominados perĆodos intermedios entre los Imperios, la población aƱoraba y reclamaba un poder central, encarnado en el faraón, frente a las divisiones. AdemĆ”s, la queja se relacionaba con los elementos. Pero en el Imperio Nuevo la mentalidad social habĆa evolucionado. En aquella Ć©poca la queja y la protesta se dirigieron hacia el faraón porque no atendĆa la necesidad de sus trabajadores. Se apelaba al faraón para que pusiese fin a las injusticias generadas por los abusos de sus funcionarios, especialmente de los escribas y capataces de las obras, asĆ como del propio visir, porque se consideraba que se quedaban con parte de las raciones que no llegaban a los obreros y artesanos.
Por otro lado, estos conflictos ponen de relieve la crisis que estaba afectando a las estructuras del Estado egipcio en la XX dinastĆa.