

Resulta desoladora la enorme diferencia entre la interpretación oficial de los datos laborales en general y de la EPA en particular
Reconozco que el tĆtulo es poco convencional. No obstante, creo que describe de un modo muy grĆ”fico el surrealismo implĆcito en las valoraciones positivas que desde diferentes Ć”mbitos se estĆ”n efectuando de los datos laborales en general y especialmente de los Ćŗltimos datos conocidos de Encuesta de Población Activa (EPA), correspondientes al segundo trimestre de 2014. Como intentarĆ© exponer, esa lectura positiva sólo es asignable a tres posibilidades: a la falta de cultura económica y estadĆstica en este paĆs, al consumo de marihuana o a una combinación de ambas.
En el caso de la EPA, el principal argumento para esgrimir un balance positivo de los datos es el de la creación neta de empleo, ya que el número de ocupados en el segundo trimestre de 2014 fue superior en 192.400 personas (+1.12%) al del mismo trimestre de 2013. Siendo esa cifra cierta, analicemos por qué no se puede colegir de ella que se esté creando empleo neto.
1. ĀæEmpleo u horas trabajadas? El dato de empleo que suele comentarse en cada EPA es el "nĆŗmero de empleados". Sin embargo, esa es una aproximación fruto de una inercia histórica que obvia la realidad actual. ĀæAcaso trabaja todo el mundo 8 horas al dĆa?, Āæno existe gente pluriempleada?, Āædónde estĆ” el efecto de la extensión del trabajo a tiempo parcial?.
Para englobar todos esos efectos, cualquier anĆ”lisis mĆnimamente riguroso deberĆa centrarse no en el nĆŗmero de personas empleadas, sino en el global de horas trabajadas. Pues bien. En EspaƱa, el total de horas trabajadas ha caĆdo un 0.7% interanual en el segundo trimestre de 2014, lo cual representa una reducción de 97.650 puestos de trabajo a tiempo completo (se supone que la jornada media es de 40 horas semanales). DigĆ”moslo pues claro: el mercado de trabajo espaƱol sigue encogiĆ©ndose!!ĀæCuĆ”les son entonces las razones para el optimismo gubernamental?.
El efecto distorsionador de seguir midiendo el empleo en base al nĆŗmero de puestos de trabajo como antaƱo, cuando la inmensa mayorĆa de trabajadores realizaba jornadas a tiempo completo, queda patente si analizamos los datos del primer trimestre de 2014. En efecto, en ese trimestre el empleo cayó en 80.000 puestos de trabajo (-0.5%). Y sin embargo, el nĆŗmero de horas trabajadas creció un 1%. AsĆ pues, desde un punto de vista macroeconómico lo relevante para conocer si el mercado de trabajo mejora cuantitativamente debiera ser el nĆŗmero de horas trabajadas. MĆ”s adelante, volveremos a esta cuestión.
Volviendo al anĆ”lisis de la evolución del empleo, el jarro de agua frĆa que devuelve a la realidad no sólo lo arroja la EPA. Los datos de afiliación a la TesorerĆa General de la Seguridad Social (TGSS) van en el mismo sentido. El lector quizĆ”s estĆ© desconcertado ya que, en contra de esta visión pesimista, habrĆ” leĆdo que la afiliación acumula un crecimiento en los seis primeros meses de 2014 del 0.94%. Nuevamente nos encontramos con una interpretación de los datos "a la antigua", puesto que las afiliaciones no distinguen el nĆŗmero de horas cotizadas en cada una de ellas, que pueden ser distintas. No obstante, existe un indicador de la propia TGSS que permite efectuar una aproximación al nĆŗmero de horas trabajadas, que es el de "ingresos por cotizaciones". Pues bien, frente al crecimiento acumulado del 0.94% de las afiliaciones antes comentado, y que algunos analistas interpretan como un indicador robusto de la creación neta de empleo, resulta que los ingresos por cotizaciones a la TGSS han caĆdo un 0.8% en el mismo perĆodo. ĀæCómo es posible que caigan los ingresos por cotizaciones si aumentan las afiliaciones?. El tema es aquĆ mĆ”s complicado, ya que los ingresos por cotizaciones dependen del nĆŗmero medio de horas cotizadas por afiliación, del nĆŗmero de afiliaciones, de la cotización media por hora cotizada y del salario medio por hora cotizada. AsĆ pues, entran en juego la devaluación salarial y el alza de la cotización media que se estĆ” produciendo (recordemos el tema de los vales de comedores, transporte al puesto de trabajo, etc. y el alza en los topes de cotización que compensan las diferentes bonificaciones efectuadas por el Gobierno). Cuando se toman todos los elementos juntos, los datos sugieren que el nĆŗmero total de horas cotizadas tambiĆ©n estarĆa cayendo, tal como han venido a confirmar los datos de la Contabilidad Nacional Trimestral de EspaƱa del segundo trimestre recientemente publicados (-0.4% interanual). Por tanto, la EPA no es una excepción, sino el reflejo de la marcha de la economĆa. Y recordemos que el mercado de trabajo no es, si no, una extensión de la evolución económica de un paĆs.
2. La población decrece. Al analizar los datos de la EPA es usual comparar directamente el empleo de un trimestre con el del aƱo anterior para corregir la estacionalidad. Una hipótesis implĆcita que debe cumplirse para poder efectuar dicha comparación es que la población en edad de trabajar sea la misma en ambos periodos. Si no es asĆ, la comparativa estĆ” sesgada. No importa ser un experto en estadĆstica para saber que la población de un territorio varĆa en el tiempo. Sin embargo, esta hipótesis es sistemĆ”ticamente obviada. En el caso espaƱol, la EPA estima que en el segundo trimestre de 2014 la población entre 16 y 64 aƱos cayó en 321.600 personas (-1.05%) en tĆ©rminos interanuales. ĀæQuĆ© sentido tiene comparar dos poblaciones tan distintas en su tamaƱo, aunque temporalmente sólo diste un aƱo entre ellas?. AsĆ pues, es incorrecto analizar los datos de la EPA en tĆ©rminos absolutos en el contexto de una población que varĆa en el tiempo. Como siempre, para comparar situaciones cambiantes, lo mejor es trabajar en tĆ©rminos relativos. En nuestro caso, lo acertado es utilizar el concepto de "tasa de empleo", la cual mide el porcentaje de personas ocupadas en relación al total de personas en edad de trabajar. Nótese que este indicador es menos sensible a los aumentos o descensos de población.
Pues bien, la tasa de empleo del segundo trimestre de 2014 fue del 56.77% (es decir, de cada 100 personas en edad de trabajar entre 16 y 64 aƱos, algo mĆ”s de 56 tenĆan un empleo), mientras que en el de 2013 fue del 55.15%. Esto es, aparentemente el indicador habrĆa mejorado. Nótese, en cualquier caso, como en este caso la mejora del indicador obedece al hecho de que el empleo lo medimos en base al nĆŗmero de puestos de trabajo, por un lado, y a que la población entre 16 y 64 aƱos se ha reducido, por el otro.
Sin embargo, para ser coherentes con lo expuesto anteriormente, el cĆ”lculo de la tasa de empleo deberĆa efectuarse no con el nĆŗmero de personas con un empleo, sino en base al nĆŗmero de horas trabajadas en relación al total de horas que la población en edad de trabajar podrĆa hacer. La tasa de empleo asĆ calculada del segundo trimestre de 2014 fue del 46.3%, cuando en el mismo periodo de 2013 fue del 45.9%. Nótese pues que, aunque el indicador mejora, dicha mejora es sustancialmente inferior a la reflejada con los datos del nĆŗmero de empleados y que, en todo caso, se explica por la reducción del denominador, esto es, de la población en edad de trabajar. En todo caso, la diferencia interanual entre las tasas de empleo es sustancialmente inferior cuando se mide en tĆ©rminos de horas trabajadas que no en tĆ©rminos de empleos.
Sea como fuere, la mejora de este indicador ilustra perfectamente la miopĆa en la que puede incurrirse cuando se realiza una lectura rĆ”pida e interesada de los datos. Que un indicador mejore no tiene siempre por quĆ© ser siempre positivo. Deben analizarse las causas de dicha mejora: como hemos planteado anteriormente, la mejora de la tasa de empleo no obedece a un aumento del nĆŗmero de horas trabajadas. Al contrario, estas se han reducido. Se explica por la caĆda de la población en edad de trabajar. Por otra parte, dejo para el lector avezado la comparación para un mismo aƱo de las tasas de empleo calculadas en base al nĆŗmero de trabajadores y al nĆŗmero de horas trabajadas. Hay mĆ”s de 10 puntos porcentuales de diferencia!. Cierto es que una parte de la menor tasa de empleo calculada en base al nĆŗmero de horas trabajadas obedece a todas aquellas personas que teniendo un empleo, en la semana de referencia de la EPA no trabajaron (por ejemplo, por estar de vacaciones). No obstante, una parte no desdeƱable tiene que ver con el no pequeƱo porcentaje de trabajadores con empleos de escasas horas. MĆ”s tarde volveremos a este punto.
Asà pues, estos breves apuntes evidencian que la interpretación habitual de los datos de empleo de la EPA es a todas luces incorrecta. Al contrario de lo que pregonan los palmeros de la recuperación económica, un uso correcto de los datos sugiere que, en realidad, el mercado de trabajo español sigue deteriorÔndose desde un punto de vista cuantitativo. Como es fÔcil imaginar, el escenario a nivel cualitativo es incluso peor.
Llegados a este punto es el momento de apuntar algunas reflexiones sobre las implicaciones de los datos de la EPA aquĆ comentados:
1. El primer aspecto destacable es que con una caĆda del nĆŗmero de horas trabajadas del orden del 0.7%, resulta poco probable que el PIB espaƱol estĆ© creciendo a tasas positivas o, al menos, que pueda hacerlo de manera sostenible en los próximos trimestres. En efecto, si aceptamos las previsiones macroeconómicas para el perĆodo 2014-2017 del gobierno espaƱol, en Ć©stas se apunta a una incremento de la productividad aparente del trabajo del orden del 0.6% en 2014. AsĆ las cosas, si el nĆŗmero de horas totales sigue cayendo a un ritmo del 0.7%, lo mĆ”s lógico es que el PIB espaƱol estĆ©, en el mejor de los casos, estancado. HabrĆ” que esperar para saber si los datos del segundo trimestre se corroboran en los próximos trimestres. En cualquier caso, sin embargo, no estamos asistiendo a un proceso gradual y robusto de aumento de las tasas de crecimiento del PIB. Sin pretender extenderme, en relación a lo aquĆ apuntado, de los datos recientemente conocidos de la Contabilidad Nacional del segundo trimestre destaca que para justificar el crecimiento interanual del 1,2% ante una caĆda del nĆŗmero total de horas trabajadas, el INE indique "que el crecimiento de la productividad aparente por hora efectivamente trabajada se incrementa en un punto y dos dĆ©cimas, alcanzado una tasa del 1,6%", es decir, pasa de crecer interanualmente un 0,4% a un 1,6%. Nótese que esa cifra de crecimiento de la productividad es propia de etapas recesivas!.
2. Aunque no sea un dato estrictamente laboral y haya pasado bastante desapercibido, en mi opinión el dato mĆ”s relevante de los ofrecidos por la EPA es precisamente el de la reducción de la población. De acuerdo al INE, la población espaƱola se habrĆa reducido en el Ćŗltimo aƱo en 180.000 personas (-0.4%), una cifra que, como ya hemos comentado, si la centramos en el tramo en edad de trabajar (16 a 64 aƱos) ha sufrido una reducción mucho mĆ”s profunda: 321.600 personas (-1.05%).
La relevancia económica de estas cifras radica en que con una reducción tan importante de la población, especialmente la del tramo en edad de trabajar, la tan anunciada recuperación económica basada en el reemplazo del sector exterior por la demanda interna (bĆ”sicamente fundamentada en el consumo privado) resulta mĆ”s difĆcil. AsĆ pues, la reducción de la población es un lastre aƱadido para la economĆa espaƱola, en mi opinión, de una magnitud mucho mayor de lo que la mayorĆa de analistas parecen considerar.
3. Parafraseando a Alfonso Guerra, "al mercado de trabajo espaƱol ya no lo conoce ni la madre que lo parió". En la primera parte del artĆculo he explicado que se siguen utilizando los mismos indicadores laborales que hace 25 aƱos, cuando el mercado de trabajo y la economĆa espaƱola han cambiado sustancialmente. Un reflejo de lo anterior es el aumento del porcentaje de asalariados que trabajan menos de 30 horas a la semana, tal como ilustra la tabla adjunta. En efecto, en el segundo trimestre de 2008, justo antes del inicio de la crisis económica, el 14,90% de los trabajadores que no eran empresarios ni trabajadores independientes trabajaban en su empleo principal menos de 30 horas. Con la crisis económica, este porcentaje no ha dejado de crecer: 16,62% en 2011, 17.66% en 2012, 19.01% en 2013 y 22.85% en 2014. Es mĆ”s, como se refleja en la tabla adjunta ese incremento es generalizado, si bien es especialmente intenso en la franja de entre 10 y 20 horas, y se ha producido a costa de los empleos de entre 30 y 36 horas. Como se ha comentado antes, cuando cerca de una cuarta parte de los empleos disponen de una carga de trabajo inferior a las 30 horas, no tiene sentido seguir midiendo el mercado de trabajo en base al nĆŗmero de empleos. Por otra parte, la extensión de estos contratos con una jornada laboral tan pequeƱa son una invitación a la pobreza laboral, incluso en procesos de creación de empleo.
Distribución de los empleos en función del número de horas trabajadas
Fuente: elaboración propia a partir de los microdatos de los segundos trimestres de la EPA. Los datos se han calculado a partir del número de horas trabajadas habitualmente entre aquellas personas con un empleo y que no son empresarios ni trabajadores independientes.
PodrĆa aducirse que dicho aumento del peso de los empleos con una carga de trabajo inferior a las treinta horas es una reacción del empresario a la crisis económica. Sin desdeƱar esta posibilidad, resulta importante recordar que subyacente en ese boom del empleo de pocas horas estĆ”n los cambios normativos desde la reforma laboral de 2012, especialmente los concernientes a la regulación de la contratación a tiempo parcial. Y esa regulación estĆ” teniendo un efecto que va mucho mĆ”s allĆ” de la simple reducción de los costes laborales por hora de los contratos a tiempo parcial que ha permitido la regulación hasta 2013 (asĆ como el conjunto de bonificaciones que ha ido aprobando el gobierno central, las cuales siempre benefician especialmente este tipo de contratos). En efecto, lo que ha puesto en muchos casos sobre la mesa la nueva regulación laboral de los contratos a tiempo parcial es un desplazamiento de las cargas del riesgo empresarial desde el empresario al trabajador. Nótese que el riesgo del negocio es un elemento inherente a las funciones del empresario, por el cual recibe una mayor retribución en caso de Ć©xito. Pues bien, ante situaciones de demanda muy cambiante lo que estĆ” produciendo la extensión de los contratos a tiempo parcial pero con una elevada flexibilidad para extender su horario, es el de traspasar una parte no desdeƱable del riesgo empresarial al trabajador, el cuĆ”l ve como su sueldo pasa a tener una mayor parte variable, la cual estĆ” fuera de su control. Dicho de otra manera, con estos contratos el salario base conocido por el trabajador es mucho menor que el de un trabajador a tiempo completo. A partir de esta situación, si aumentan las necesidades de producción el trabajador aumentarĆ” el nĆŗmero de horas trabajadas y con ello su salario final. A algunas personas les parecerĆ” un sistema justo. El problema radica en que el sueldo base es insuficiente a todas luces y carga sobre el trabajador una mayor parte de los riesgos empresariales. En este sentido, considero que la extensión de los contratos de pocas horas no necesariamente volverĆ” a sus valores previos a la crisis cuando la economĆa mejore, sino que es muy probable que, de mantenerse el fondo de su regulación normativa, han venido para quedarse como resultado del nuevo paradigma empresarial. Como siempre, el problema en los mercados de trabajo se produce cuando un elemento determinado cala en el entramado institucional y se convierte en un elemento estructural. Y si no que se lo digan a los contratos temporales. Ā”Ese es el peligro de varios puntos de las reformas laborales aprobadas desde 2012!
4. Un Ćŗltimo comentario, ligado a los puntos anteriores, es el de la necesidad de dejar de jugar con las palabras. Hablar de salida de la crisis y/o de recuperación económica en un escenario como el actual, en que conviven un mĆnimo crecimiento económico (Ā”si es que realmente se produce!), la destrucción de horas trabajadas y la reducción salarial por hora efectiva trabajada constituye, de entrada, un sarcasmo. Pero hay cuestiones mĆ”s de fondo. Equiparar la vuelta a un supuesto crecimiento económico con la vuelta a una senda de mejora de los niveles de bienestar social, muestra cuĆ”l es la idea subyacente de sociedad en nuestros gobernantes. Lo que necesita EspaƱa no es la simple vuelta a sendas de crecimiento económico. Lo que necesita es volver a sendas de un "crecimiento económico que sea inclusivo", esto es, de "desarrollo económico".
El anĆ”lisis de la distribución funcional de la renta seguida en EspaƱa desde el inicio de la crisis económica ilustra cómo el dolor del paro no estĆ” dejando ver como el hipotĆ©tico crecimiento económico no estĆ” siendo inclusivo. En efecto, mientras que la masa salarial no ha dejado de reducirse cada aƱo desde el inicio de la crisis, reflejando un valor en 2013 que es un 13.4% inferior en tĆ©rminos nominales que el existente en 2008, en el caso del excedente bruto de explotación, Ć©ste viene creciendo en tĆ©rminos nominales desde el aƱo 2011, hasta el punto de que en 2013 ya habĆa recuperado el valor mĆ”ximo histórico alcanzado en 2008. Por tanto, mientras que la masa salarial sigue cayendo, el excedente bruto de explotación ya hace dos aƱos que, desde un punto de vista agregado, ha dejado atrĆ”s la crisis económica.
En definitiva, resulta desoladora la enorme diferencia entre la interpretación oficial de los datos laborales en general, y de la EPA en particular, y la que se deriva de un examen mĆnimamente serio. En cualquier caso, vistas la hipotĆ©tica continuación de la recesión económica y la falta de un planteamiento de crecimiento económico inclusivo, empiezo a pensar que quizĆ”s la Ćŗnica salida para sobrellevar el drama social y económico de la falta de empleo en este paĆs pase por plantearse la legalización de la marihuana.
Por LlorenƧ Pou Garcias | Profesor de EconomĆa del Trabajo de la Universitat de les Illes Balears