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jueves. 12.06.2025
OPINIƓN | RAFAEL SIMANCAS

Los populismos favorecen al PP

Hoy, en España, la prÔctica del populismo por parte de algunos actores políticos estÔ favoreciendo objetivamente a la derecha política y económica.

Rafael Simancas | Todas las opciones polĆ­ticas que aceptan las reglas del juego democrĆ”tico son plenamente legĆ­timas. Los populismos tambiĆ©n. Pero los demĆ”s estamos igualmente legitimados para valorar las caracterĆ­sticas y efectos de tales opciones. Y debe saberse que en EspaƱa hoy la prĆ”ctica del populismo por parte de algunos actores polĆ­ticos estĆ” favoreciendo objetivamente a la derecha polĆ­tica y económica. ĀæPor quĆ© si no los terminales mediĆ”ticos de los grandes poderes económicos se convierten en sus principales altavoces cuando llegan las elecciones? 

El término populista no se emplea aquí de forma gratuita o con Ônimo descalificador. Se trata de la conclusión obvia en un anÔlisis sencillo. Populista es aquel que simplifica lo complejo para despertar el aplauso fÔcil. Populista es el que exacerba los problemas que dice denunciar. Populista es quien acusa y protesta sin comprometerse con una propuesta viable. Y populista es aquel que, ademÔs, persigue un propósito espurio o distinto al que explicita.

Muchos ciudadanos sienten decepción, rabia e impotencia ante las consecuencias de la crisis. Las clases medias y trabajadoras no crearon la crisis, pero estÔn sufriendo sus peores efectos en términos de paro, pobreza y desigualdad. El populismo no hace diagnósticos útiles ni plantea soluciones a esta situación. Se limita a reflejar aquella rabia, a estimularla y a darle cauce mediante un voto de protesta.

A veces cuentan parte de la verdad, y a veces mienten. Como cuando achacan los problemas a una casta de políticos privilegiados, indiferenciados en sus ideas y en sus hechos, y todos corruptos por igual. O cuando descalifican la transición democrÔtica como una farsa, o cuando tachan la Constitución de 1978 como una carta otorgada por el dictador. O cuando descalifican la gestión de los Gobiernos socialistas en sanidad, educación, pensiones y derechos civiles como una estrategia para domesticar a las clases populares. Es mentira.

No nos representan, dicen. Ellos sƭ, claro, aunque obtengan muchos menos apoyos electorales. Que se vayan, reclaman. Como si fuera tan fƔcil. Como si los problemas fueran a resolverse sin mƔs con el recambio de unos cuantos representantes polƭticos. Saben que no es cierto.

Muchos dedos acusadores, pero ni una sola propuesta viable. Plantean multiplicar los salarios, rentas públicas para todo el mundo, mÔs y mejores pensiones. Pero no dicen cómo financiar este gasto. Una fiscalidad mÔs justa, guerra a al fraude, dicen. Pero nunca concretan qué impuestos, con qué tipos y cómo destapar y perseguir el fraude en mayor medida que hicieron los gobiernos socialistas. Mano dura a la corrupción. Claro, pero ¿qué medidas específicas implementar para prevenirla y perseguirla, mÔs allÔ de lo que estamos haciendo y proponiendo otros? Exigen no pagar las deudas del Estado, pero si no vuelven a prestarnos, ¿cómo financiaremos entonces los gastos futuros?

No les gustan los modelos políticos y económicos de Europa ni los de Norteamérica. Y ciertamente tienen muchos defectos. Por eso algunos planteamos reformas. Pero nunca explican cuÔles son sus referencias. O no las tienen, y eso haría sospechar sobre la viabilidad de sus planteamientos. O sí las tienen y prefieren no decir la verdad.

Muchos de los portavoces del nuevo populismo en las tertulias televisivas tienen un pasado conocido como asesores de los regĆ­menes bolivarianos en Venezuela, Bolivia y Cuba. ĀæEs ese su modelo? Venezuela es uno de los paĆ­ses mĆ”s desiguales del mundo, la inflación estĆ” disparada, escasean los productos mĆ”s bĆ”sicos, estĆ”n recuperando cartillas de racionamiento, tienen el Ć­ndice de criminalidad mĆ”s alto del continente, los medios de comunicación desafectos son perseguidos, y los lĆ­deres de la oposición encarcelados… No creo que estĆ©n en condiciones de proponer esto seriamente para nuestro paĆ­s.

¿Por qué decimos que favorecen objetivamente a la derecha? Porque estÔn logrando lo que la derecha política y económica viene intentando sin éxito desde Fukuyama: acabar con la diferenciación derecha-izquierda en el debate político. Los neoliberales prefieren hablar de lo que funciona frente a lo que no funciona, y de los que saben frente a los que no saben. Y ahora, los nuevos populistas les ofrecen una variante: la casta de los políticos contra el pueblo, o el sistema frente a los que se oponen al sistema, o el régimen opresor ante los sufridores del régimen. Se acabó la derecha y se acabó la izquierda. Un chollo para quienes siempre vieron una amenaza en la política, en los políticos, en lo público y en todo aquello que aspira a regular el Ômbito privado y a defender los intereses colectivos.

Favorecen a la derecha porque obtienen sus votos de la izquierda, denigrando a sus representantes tradicionales como parte de la casta opresora. Porque fraccionan el voto de la izquierda, posibilitando las victorias electorales de la derecha. ¿O es casual que el PP promueva precisamente ahora la elección directa como alcaldes de los cabezas de la lista mÔs votada? Y favorecen a la derecha porque estimulan y aglutinan el voto del PP. No hay nada que incite mÔs al votante del PP para olvidar sus dudas y acudir a la urna que el espantajo de la izquierda radical y populista. El voto conservador del miedo. En bandeja, a Rajoy y compañía.

Lo peor es que lo saben. No son ignorantes. Se presentan como nuevos, pero la mayorĆ­a han pegado muchos tiros ya en esto de la polĆ­tica y saben de quĆ© va el juego. Han militado en el PSOE, en Izquierda Unida, en los diversos comunismos… Saben lo que quieren. Unos, los menos, quieren dar rienda suelta a un antisocialismo tan primario como antiguo. Otros, los mĆ”s, pretenden sustituir esta ā€œcastaā€ por otra ā€œcastaā€. La de ellos. Que no serĆ” mĆ”s democrĆ”tica y no serĆ” mĆ”s Ćŗtil a los ciudadanos. Todo lo contrario. Pero serĆ” la suya.

La izquierda reformista ha cometido muchos errores, de anÔlisis, de estrategia y de hechos. Por acción y por omisión. Por protagonismo y por complicidad. Y estÔ purgando sus culpas. Pero ni hemos sido lo mismo que la derecha, ni lo somos, ni lo seremos. Y todo lo bueno que los ciudadanos pueden esperar de la izquierda vendrÔ de la mano de aquellos que prefieren los cambios reales a las revoluciones imaginarias, los programas paulatinos a las fórmulas mÔgicas, el reformismo útil al populismo inútil.

En eso estamos.

Los populismos favorecen al PP