Rafael Simancas | Todas las opciones polĆticas que aceptan las reglas del juego democrĆ”tico son plenamente legĆtimas. Los populismos tambiĆ©n. Pero los demĆ”s estamos igualmente legitimados para valorar las caracterĆsticas y efectos de tales opciones. Y debe saberse que en EspaƱa hoy la prĆ”ctica del populismo por parte de algunos actores polĆticos estĆ” favoreciendo objetivamente a la derecha polĆtica y económica. ĀæPor quĆ© si no los terminales mediĆ”ticos de los grandes poderes económicos se convierten en sus principales altavoces cuando llegan las elecciones?
El término populista no se emplea aquà de forma gratuita o con Ônimo descalificador. Se trata de la conclusión obvia en un anÔlisis sencillo. Populista es aquel que simplifica lo complejo para despertar el aplauso fÔcil. Populista es el que exacerba los problemas que dice denunciar. Populista es quien acusa y protesta sin comprometerse con una propuesta viable. Y populista es aquel que, ademÔs, persigue un propósito espurio o distinto al que explicita.
Muchos ciudadanos sienten decepción, rabia e impotencia ante las consecuencias de la crisis. Las clases medias y trabajadoras no crearon la crisis, pero estÔn sufriendo sus peores efectos en términos de paro, pobreza y desigualdad. El populismo no hace diagnósticos útiles ni plantea soluciones a esta situación. Se limita a reflejar aquella rabia, a estimularla y a darle cauce mediante un voto de protesta.
A veces cuentan parte de la verdad, y a veces mienten. Como cuando achacan los problemas a una casta de polĆticos privilegiados, indiferenciados en sus ideas y en sus hechos, y todos corruptos por igual. O cuando descalifican la transición democrĆ”tica como una farsa, o cuando tachan la Constitución de 1978 como una carta otorgada por el dictador. O cuando descalifican la gestión de los Gobiernos socialistas en sanidad, educación, pensiones y derechos civiles como una estrategia para domesticar a las clases populares. Es mentira.
No nos representan, dicen. Ellos sĆ, claro, aunque obtengan muchos menos apoyos electorales. Que se vayan, reclaman. Como si fuera tan fĆ”cil. Como si los problemas fueran a resolverse sin mĆ”s con el recambio de unos cuantos representantes polĆticos. Saben que no es cierto.
Muchos dedos acusadores, pero ni una sola propuesta viable. Plantean multiplicar los salarios, rentas pĆŗblicas para todo el mundo, mĆ”s y mejores pensiones. Pero no dicen cómo financiar este gasto. Una fiscalidad mĆ”s justa, guerra a al fraude, dicen. Pero nunca concretan quĆ© impuestos, con quĆ© tipos y cómo destapar y perseguir el fraude en mayor medida que hicieron los gobiernos socialistas. Mano dura a la corrupción. Claro, pero ĀæquĆ© medidas especĆficas implementar para prevenirla y perseguirla, mĆ”s allĆ” de lo que estamos haciendo y proponiendo otros? Exigen no pagar las deudas del Estado, pero si no vuelven a prestarnos, Āæcómo financiaremos entonces los gastos futuros?
No les gustan los modelos polĆticos y económicos de Europa ni los de NorteamĆ©rica. Y ciertamente tienen muchos defectos. Por eso algunos planteamos reformas. Pero nunca explican cuĆ”les son sus referencias. O no las tienen, y eso harĆa sospechar sobre la viabilidad de sus planteamientos. O sĆ las tienen y prefieren no decir la verdad.
Muchos de los portavoces del nuevo populismo en las tertulias televisivas tienen un pasado conocido como asesores de los regĆmenes bolivarianos en Venezuela, Bolivia y Cuba. ĀæEs ese su modelo? Venezuela es uno de los paĆses mĆ”s desiguales del mundo, la inflación estĆ” disparada, escasean los productos mĆ”s bĆ”sicos, estĆ”n recuperando cartillas de racionamiento, tienen el Ćndice de criminalidad mĆ”s alto del continente, los medios de comunicación desafectos son perseguidos, y los lĆderes de la oposición encarcelados⦠No creo que estĆ©n en condiciones de proponer esto seriamente para nuestro paĆs.
ĀæPor quĆ© decimos que favorecen objetivamente a la derecha? Porque estĆ”n logrando lo que la derecha polĆtica y económica viene intentando sin Ć©xito desde Fukuyama: acabar con la diferenciación derecha-izquierda en el debate polĆtico. Los neoliberales prefieren hablar de lo que funciona frente a lo que no funciona, y de los que saben frente a los que no saben. Y ahora, los nuevos populistas les ofrecen una variante: la casta de los polĆticos contra el pueblo, o el sistema frente a los que se oponen al sistema, o el rĆ©gimen opresor ante los sufridores del rĆ©gimen. Se acabó la derecha y se acabó la izquierda. Un chollo para quienes siempre vieron una amenaza en la polĆtica, en los polĆticos, en lo pĆŗblico y en todo aquello que aspira a regular el Ć”mbito privado y a defender los intereses colectivos.
Favorecen a la derecha porque obtienen sus votos de la izquierda, denigrando a sus representantes tradicionales como parte de la casta opresora. Porque fraccionan el voto de la izquierda, posibilitando las victorias electorales de la derecha. ĀæO es casual que el PP promueva precisamente ahora la elección directa como alcaldes de los cabezas de la lista mĆ”s votada? Y favorecen a la derecha porque estimulan y aglutinan el voto del PP. No hay nada que incite mĆ”s al votante del PP para olvidar sus dudas y acudir a la urna que el espantajo de la izquierda radical y populista. El voto conservador del miedo. En bandeja, a Rajoy y compaƱĆa.
Lo peor es que lo saben. No son ignorantes. Se presentan como nuevos, pero la mayorĆa han pegado muchos tiros ya en esto de la polĆtica y saben de quĆ© va el juego. Han militado en el PSOE, en Izquierda Unida, en los diversos comunismos⦠Saben lo que quieren. Unos, los menos, quieren dar rienda suelta a un antisocialismo tan primario como antiguo. Otros, los mĆ”s, pretenden sustituir esta ācastaā por otra ācastaā. La de ellos. Que no serĆ” mĆ”s democrĆ”tica y no serĆ” mĆ”s Ćŗtil a los ciudadanos. Todo lo contrario. Pero serĆ” la suya.
La izquierda reformista ha cometido muchos errores, de anÔlisis, de estrategia y de hechos. Por acción y por omisión. Por protagonismo y por complicidad. Y estÔ purgando sus culpas. Pero ni hemos sido lo mismo que la derecha, ni lo somos, ni lo seremos. Y todo lo bueno que los ciudadanos pueden esperar de la izquierda vendrÔ de la mano de aquellos que prefieren los cambios reales a las revoluciones imaginarias, los programas paulatinos a las fórmulas mÔgicas, el reformismo útil al populismo inútil.
En eso estamos.