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domingo. 15.06.2025
FRANCIA | MIGUEL DE SANCHO

La resistencia se viste de verde

La muerte de un joven militante ecologista que protestaba contra una represa en Toulouse evidencia la creciente relevancia de las cuestiones medioambientales en la contestación social.

francia
Foto: www.redes.org.uy

Uno de los grandes eslóganes de mayo del 68 clamaba que la barricada ā€œcierra la calle pero abre el caminoā€

TenĆ­a 21 aƱos y era estudiante de botĆ”nica y militante ecologista. RĆ©mi Fraisse estaba en el lugar equivocado cuando una granada arrojada por la GendarmerĆ­a acabó con su vida de ciudadano corriente que compartĆ­a el pequeƱo combate de varias decenas de jóvenes contra el proyecto de represa de Sivens, a unos 40 kilómetros de Toulouse.  Esta iniciativa del departamento del Tarn -al sur de Francia- y de la Conferencia HidrogrĆ”fica del Garona conlleva la destrucción de 13 hectĆ”reas de humedales y pone en peligro un centenar de especies protegidas.

Esta presa, que se convertiría en una reserva de agua de 1,5 millones de metros cúbicos de agua, beneficiaría a apenas 40 explotaciones agrícolas. La acción de los militantes ecologistas y altermundialistas en la zona no se ha limitado a simples manifestaciones sino que en las últimas semanas habían acampado y ocupado el terreno previsto para la construcción de la represa.

Sivens tiene un antecedente si cabe mĆ”s mediĆ”tico, aunque sin pĆ©rdidas humanas. El proyecto de aeropuerto de Notre Dame des Landes, en el extrarradio de Nantes, pretendĆ­a crear un gran aeródromo internacional en el oeste de Francia para reemplazar al aeropuerto de Nantes-Atlantique. MĆ”s allĆ” de las 2000 hectĆ”reas de terreno agrĆ­cola que serĆ­an expropiadas y de las 230 hectĆ”reas de bosque y humedales devastadas, este nuevo aeropuerto quedaba en entredicho por la presencia de alternativas menos nocivas para el medioambiente asĆ­ como por el elevado coste del proyecto en un contexto económico de austeridad dominante y, sobre todo, por la dudosa necesidad de construir una infraestructura de esta magnitud en una región poco poblada y con un trĆ”fico aeroportuario reducido. La presencia de varios centenares de militantes altermundialistas y ecologistas en lo que llamaron Zone Ć  dĆ©fendre (ā€œzona a defenderā€) o ZAD llevaron a una ocupación duradera y pacĆ­fica que logró paralizar el proyecto, impulsado personalmente por el ex primer ministro Jean-Marc Ayrault (antiguo alcalde de Nantes) y con la multinacional Vinci, principal actor de las obras, como brazo ejecutor.

Ambos casos ponen de manifiesto que la resistencia surge cuando los debates pĆŗblicos organizados en torno a determinados grandes proyectos desoyen de manera sistemĆ”tica el ā€œimpacto medioambientalā€ que subrayan las organizaciones ecologistas. La alianza entre consejos regionales, departamentos y empresas privadas en un contexto de democracia representativa regida por partenariats public-privĆ© (colaboraciones entre entidades pĆŗblicas y empresas privadas) de dudosa transparencia bloquean cualquier objeción o propuesta alternativa. Y el camino de la ocupación del terreno o del enfrentamiento con las autoridades se abre de forma irremediable.

Francia no es el único país que ha visto nacer grandes movilizaciones en torno a grandes proyectos con un impacto ecológico notable. En 2011, los habitantes de Haining, en China, habían forzado por medio de graves disturbios el cierre de una empresa de es solares que había contaminado con productos químicos un río próximo, lo que habría llevado a un aumento exponencial en el número de muertes por cÔncer en la región. Similar al caso de Sivens, aunque con mayor repercusión, fue la suspensión del proyecto HidroAysén en la Patagonia chilena, que preveía la construcción de cinco centrales hidroeléctricas. La contestación ciudadana en todo el país llevó a la suspensión del proyecto. En Europa, el gran proyecto inmobiliario promovido por el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan en 2013 para transformar el parque Taksim-Gezi de Estambul en un gran centro comercial encendió la mecha de unas protestas insólitas en un país mÔs acostumbrado a los golpes de Estado que a las revueltas ciudadanas.

Uno de los grandes eslóganes de mayo del 68 clamaba que la barricada ā€œcierra la calle pero abre el caminoā€. Casi cincuenta aƱos mĆ”s tarde, los principios soixante-huitards se han transformado en una toma de consciencia de las consecuencias ecológicas de determinados proyectos, en una abnegación inquebrantable dispuesta a contrariar al autismo polĆ­tico. En el camino hacia una sociedad responsable desde el punto de vista medioambiental, las barricadas verdes parecen la Ćŗnica solución para ofrecer una dimensión diferente a la lógica electoralista de los poderes pĆŗblicos.  

La resistencia se viste de verde