<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=621166132074194&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
miƩrcoles. 11.06.2025
OPINIƓN | PEDRO L. ANGOSTO

La derecha arrasa Europa

El 15 de diciembre de 1995 –cuando se comenzaba a atisbar la salida de la anterior crisis– los paĆ­ses de la Unión Europea decidieron en Madrid la creación de una moneda Ćŗnica que se implantarĆ­a definitivamente a principios de enero de 2001, aunque luego se postergarĆ­a hasta el mismo mes del aƱo siguiente. Se creĆ­a entonces –todavĆ­a los mercaderes no habĆ­an tomado del todo el templo– que era un tiempo prudente para que las economĆ­as de los distintos paĆ­ses se adecuasen a la nueva situación. A primera vista aquella determinación tenĆ­a cierta, aunque simplista, lógica historicista, si el Zollverein, o unión aduanera, sirvió en 1834 como base para la unificación alemana, del mismo modo el Euro y la libre circulación de personas y mercancĆ­as llevarĆ­a a la unión polĆ­tica y económica de Europa. Sin embargo, los estragos causados en el mundo por las polĆ­ticas antisociales y antipersona que pusieron en marcha Thatcher y Reagan habĆ­an comenzado a sentirse en este lado del AtlĆ”ntico y el mĆ”s que probable bien intencionado plan de unificación europea saltó por los aires al mismo tiempo que la propia Unión y los paĆ­ses que la integraban fueron aceptando como mandato divino las teorĆ­as creadas por los economistas de la Escuela de Viena y propagadas por Milton Friedman y sus esbirros de Chicago, teorĆ­as que bĆ”sicamente se podĆ­an resumir en esto: ā€œMe importa un bledo lo que le pase a mi hermano, yo estoy aquĆ­ para explotar mĆ”s y mejor, dónde menos cueste, para enriquecerme no sólo a costa de usted y de su inteligencia sino de la subsistencia del planeta que nos sustenta: DespuĆ©s de mĆ­, el diluvioā€.

Con el Reino Unido como Caballo de Troya consentido en el seno de Europa, ninguna polĆ­tica de unificación podĆ­a tener Ć©xito. El Zollverein no sólo fue una unión aduanera en torno a Prusia sino que al mismo tiempo que se abrĆ­an aduanas interiores se iban creando órganos de poder polĆ­tico. No sucedió asĆ­ despuĆ©s de 1996 en Europa, el Reino Unido ponĆ­a pegas a cualquier iniciativa que tocase –segĆŗn ellos– su inmarcesible soberanĆ­a imperial. DetrĆ”s de ellos, estaba Estados Unidos y una Alemania que ya no pensaba en plural y que creĆ­a de nuevo en su grandeza infinita tras la reunificación. La voladura de Yugoslavia fue la antesala de la de Europa, que se harĆ­a en varios frentes al saber que el peligro soviĆ©tico habĆ­a desaparecido y que los trabajadores europeos –desclasados a conciencia– se creĆ­an ya hijos de ā€œla polla rojaā€: El primero mediante la ampliación sin lĆ­mites de los paĆ­ses de la Unión cuando a Ć©sta todavĆ­a no le habĆ­an cambiado los paƱales; el segundo, postergando hasta el infinito cualquier decisión que implicase cesión de soberanĆ­a polĆ­tica, y el tercero y principal, entregando el poder económico de de la Unión a un grupo de funcionarios ultraliberales de bajĆ­simo perfil intelectual y humano dispuestos a obedecer la voz de su amo a cambio de prebendas sin fin y de convertir un proyecto necesario en algo que repudia la razón y el buen sentido: La Europa de los mercaderes.

Europa se fue derechizando y, consecuentemente, renacionalizando, cuando no surgĆ­a un lĆ­der nazi en Austria, surgĆ­a en Suecia, Francia, Dinamarca, Holanda o EspaƱa, maestra europea en la materia tras cuarenta aƱos de brutal dictadura no condenada jamĆ”s por quienes hoy detentan el poder. Ni a Estados Unidos, paĆ­s que vive de la guerra, elige cada cuatro aƱos entre un presidente de derechas y otro mĆ”s de derechas y en el que mandan sin ningĆŗn tapujo las grandes corporaciones, ni a los trogloditas de este pequeƱo continente interesaba en absoluto una verdadera unión polĆ­tica de Europa que hubiese podido competir con el ā€œamigoā€ americano y exportar al mundo un modelo polĆ­tico basado en el respeto a la voluntad popular, el sometimiento de todos, absolutamente todos a la Ley y los derechos del hombre. Todo lo contrario. La derecha tiene mucha mĆ”s experiencia en el poder, no obstante gobierna Europa desde que cayó el Imperio romano y la Iglesia montó la oscuridad, una oscuridad sólo rota en los breves periodos en que el pueblo se empeñó en hacer brillar el sol a costa de la vida de sus mejores hombres. La derecha sabe que el miedo guarda la viƱa y que no hay mejor unión que la desunión, que dividir a los que estĆ”n abajo hasta que cada cual crea que quien habita en el piso de al lado no es su hermano, sino el enemigo a batir.

No lo hicieron bien, ni mucho menos, los partidos de izquierda con posibilidad de gobernar. Abducidos por las corrientes económicas medievales que venĆ­an de Estados Unidos, se dejaron llevar por la corriente creyendo tambiĆ©n que el crecimiento económico basado en la economĆ­a especulativa y la libre circulación mundial de capitales serĆ­a eterno y podrĆ­an utilizar las rentas derivadas para llevar a cabo determinadas polĆ­ticas sociales. Entre tanto, tras una campaƱa mediĆ”tica sin precedentes en prensa, cine, publicidad, series y demĆ”s, la población habĆ­a asumido que el Estado era malo, que pagar impuestos era peor, que los negociantes sin escrĆŗpulos lo hacĆ­an mejor que los polĆ­ticos, que ā€œĆ”ndeme yo caliente, y rĆ­ase la genteā€. Nadie dijo nada cuando comenzaron a desaparecer empresas de nuestros pueblos y ciudades, nada cuando vieron los campos yermos, nada cuando ni las personas mĆ”s preparadas ni los braceros tenĆ­an oportunidad alguna para poder emanciparse y llevar una vida digna. Fueron los funcionarios de ultraderecha de la UE, formados en las mejores universidades del Reino Unido y Estados Unidos, quienes dijeron que eso era muy bueno, que se abrĆ­an mercados, que aquĆ­ vivirĆ­amos de los servicios. SĆ­, Āæde quĆ© servicios, de los de caballeras o los de caballeros? Por favor!!

La derecha europea, que ha gobernado Europa durante los últimos lustros casi en régimen monopolístico, se llevó la producción a donde mÔs barato era producir, a donde no existían derechos ni cargas económicas de ningún tipo. Mientras, en la Unión todos los pasos se daban hacia atrÔs. La crisis de 2008 fue la crónica de una muerte anunciada, pues en su caminar incivil, los gobernantes europeos se habían olvidado de cualquier principio noble de los que atesora Europa y habían buscado otros en la costa Este norteamericana y en el baúl dónde se guardan los horrores de su historia. Sobraban todos los derechos conquistados durante los últimos dos siglos, sobraba la legislación social, el trabajo digno, el pueblo educado, la Justicia, todo aquello que nos diferenciase del modo de producción oriental o que impidiese a especuladores y financieros sacar el mÔximo rendimiento a sus beneficios. Todos, hasta el mÔs tonto de la clase, sabían que la burbuja inmobiliaria, la desregulación financiera, la deslocalización y la desunión política premeditada de Europa estaban en la raíz de la crisis que estÔ acabando con nosotros. Pero nadie, ni el pueblo soberano adomercido, mandó parar y los mismos que provocaron la crisis con su simpleza asesina, son los encargados ahora de sacarnos de ella con las mismas recetas que nos llevaron a ella y nos llevarÔn, de no mediar respuesta inmediata, a la decadencia perpetua. Ellos, los burócratas neocon al servicio de la derecha troglodita que controla la economía mundial, decidieron, sin contar con nadie, que la única forma de salir de la crisis era arruinar a los Estados para crear una nueva burbuja privatizando todos y cada uno de los servicios públicos; ellos, con CÔmeron, Merkel y Sarkozy a la cabeza, con Rajoy, Monti y otros cuantos de mamporreros, quienes se opusieron y oponen a encarcelar a los responsables de este atraco global, a la creación de una Federación Europea, a los bonos europeos, a la creación de un verdadero Banco Central y de un Gobierno europeo. Ellos, la derecha europea en el poder, quien han elegido el camino de la pobreza general al poner toda la economía del continente al servicio de la bran banca y los grandes especuladores que trajeron estos tiempos aciagos; ellos quienes han suplantado la democracia por la oligogracia o dictadura de los mercados.

La actual Unión Europea, agoniza. Es menester darle la puntilla y desde sus cenizas crear una verdadera Europa en la que los mercaderes y especuladores sin escrúpulos sepan que la Ley DemocrÔtica estÔ muy por encima de ellos; en la que todo el mundo sepa que los derechos del Hombre son intocables; en la que la política sea el mÔs sagrado de los oficios porque en ella sólo tengan cabida servidores del pueblo sin ambiciones personales de ningún tipo, una Europa, en fin, basada en la libertad, la justicia y la cultura que durante siglos nació de ella muy a pesar de los amantes de la oscuridad, el fuego y la superstición. Estamos a tiempo, pongÔmonos ya a ello.

La derecha arrasa Europa