
Los actuales gestores del Ministerio de Educación y Cultura van a pasar a la historia como los perpetradores del mayor culturicidio conocido en la historia reciente de España
La polĆtica del PP estĆ” causando un daƱo enorme a todo el tejido cultural espaƱol. En las actuales condiciones económicas, la carencia de sensibilidad cultural del Gobierno y algunas iniciativas que a veces parecen pensadas para infligir un daƱo especĆfico, estĆ”n llevando a la ruina a la industria cultural espaƱola en una manera que costarĆ” muchos aƱos recomponer.
La enemistad que profesan determinados jerarcas del PP a aquellos sectores de la cultura que ellos consideran adversarios y a los que niegan āel pan y la salā, por la sencilla razón de que no soportan las crĆticas surgidas del mundo de la cultura y del pensamiento, estĆ” llegando a extremos impropios de un paĆs democrĆ”tico. Extremos que hace unos aƱos era difĆcil imaginar que pudieran darse nuevamente en EspaƱa.
En el campo especĆfico de las revistas culturales y de pensamiento, los actuales gestores del Ministerio de Educación y Cultura van a pasar a la historia como los perpetradores del mayor culturicidio conocido en la historia reciente de EspaƱa.
La polĆtica de equilibrio y de respeto a los distintos sectores de opinión establecida durante los aƱos en los que Miguel Ćngel CortĆ©s (PP) estuvo al frente de la SecretarĆa de Estado de Cultura -y que fue seguida por todos los responsables ulteriores del Ministerio-, permitió que en EspaƱa se conociera un perĆodo positivo de desarrollo de un importante tejido de revistas culturales, que era valorado dentro y fuera de nuestras fronteras. El modelo, que desarrollaba y potenciaba iniciativas anteriores prescindiendo de cualquier tentación de nepotismo, exclusión o discriminación por razones ideológicas, consistió en apoyar a las revistas, segĆŗn sus caracterĆsticas e importancia, con un determinado nĆŗmero de suscripciones a las bibliotecas pĆŗblicas espaƱolas, atendiendo tambiĆ©n a las demandas que estas realizaban. Todo lo cual era sustanciado por unas Comisiones que intentaban actuar con imparcialidad y objetividad, sin discriminar ni excluir a ninguna revista por su orientación. Comisiones en las que participaban intelectuales, acadĆ©micos y editores acreditados.
Sin embargo, el actual Secretario de Estado de Cultural, JosĆ© MarĆa Lassalle, ha roto un consenso y una manera de proceder que se habĆa mantenido desde entonces, suprimiendo totalmente las suscripciones pĆŗblicas a las revistas y, sobre todo, discriminando gravemente a algunas publicaciones concretas. Para suprimir las suscripciones se han pretextado razones legales y lĆmites normativos -que podrĆan haberse solucionado con los cambios oportunos- y para recortar las ayudas a la edición se ha alegado la reducción presupuestaria; algo bien conocido por todos. Los hechos ciertos son que, por causa de un monto económico bastante pequeƱo, se estĆ” destrozando un tejido cultural que habĆa costado muchos aƱos y mucho esfuerzo poner en marcha. De momento, 29 revistas pertenecientes a la Asociación de Revistas Culturales de EspaƱa (ARCE) ya han tenido que cerrar y otras varias estĆ”n a punto de hacerlo.
El problema no es solo de escasez de recursos, sino de discriminación. En el aƱo 2012 dos revistas acreditadas, vinculadas a la Fundación Sistema, fueron gravemente discriminadas comparativamente. En concreto, la revista āSistemaā, una de las publicaciones espaƱolas mĆ”s antiguas y mĆ”s reconocidas en Ciencias Sociales, segĆŗn todos los indicadores acadĆ©micos y de citación, sufrió un corte brutal de las ayudas recibidas: quedando en menos de un tercio que en el aƱo anterior. Al mismo tiempo, la revista āPrincipiosā, que estaba adquiriendo un relieve creciente en el mundo acadĆ©mico, llegando, por ejemplo, al puesto nĀŗ 8 en el ranking de citaciones en Ciencias PolĆticas (de acuerdo al IN-RECS que computa un total de 780 revistas), quedó totalmente excluida de las ayudas. Lo que obligó a cerrarla.
Este aƱo, la SecretarĆa de Estado de Cultura ha vuelto a perpetrar un intento de amordazamiento y exclusión de las revistas de pensamiento crĆtico, dejando fuera de las ayudas a la edición a una revista tan significativa y acreditada como āTemas para el Debateā, una publicación de amplia circulación que se viene editando desde el aƱo 1994, sin que haya tenido hasta el presente problemas de este tenor; ni con los anteriores Gobiernos del PP, ni con los Ćŗltimos del PSOE.
Lo peor es que la Comisión āad hocā nombrada a dedo por el SeƱor Lassalle y sus subordinados -y formada en su mayorĆa por funcionarios dependientes de Ć©l y de otros organismos controlados por el PP- ha tenido el atrevimiento de justificar su decisión en base a un peculiar Ćndice en el que atribuye arbitrariamente a la revista āTemasā -y tambiĆ©n a āSistemaā- un nulo interĆ©s y relevancia como revistas culturales y de pensamiento. Todo ello en flagrante contradicción con lo que muestran todos los indicadores objetivos de citación y relevancia, y de lo que ha sido una prĆ”ctica continuada hasta la llegada a la SecretarĆa de Estado de Cultura del susodicho SeƱor Lassalle.
En el bloque de los āexcluidosā y āeliminadosā āTemasā -y antes āPrincipiosā- estĆ” acompaƱada por āGaceta Sindicalā (revista conectada a CC.OO), āEl cronista del Estado Social y DemocrĆ”tico de Derechoā, āRaĆcesā (revista judĆa de cultura), una revista de SOS-Racismo, otra publicación de cultura gitana, etc. Es decir, todo un repertorio que recuerda el cĆ©lebre poema de Martin Niemƶller (achacado erróneamente a Bertolt Brecht): āPrimero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judĆos y no dije nada porque yo no era judĆo. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mĆ pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada"). Ā”QuĆ© se vayan preparando, pues, los que vienen detrĆ”s, si no se pone coto a este proceder!
El intento de tapar la boca a una revista como āTemasā es una muestra mĆ”s del sectarismo que practican algunos falsos liberales, que no han entendido aĆŗn el sentido profundo del āEstado de Derechoā, ni saben en quĆ© consiste el respeto a la pluralidad, ni la aceptación de la crĆtica. Estos falsos demócratas de salón, que a veces se adornan con aparentes ropajes intelectuales, en el fondo y en la forma no hacen sino yugular la cultura y, a veces, practican un nepotismo interesado que les lleva a premiar a las publicaciones en las que ellos -segĆŗn su propio currĆculum oficial- han sido o son colaboradores habituales, mientras que castigan y excluyen a las que no comulgan con sus ideas ni intereses. Todo lo cual refleja el grado de descomposición al que pueden estar llegando algunos sectores de la vida polĆtica espaƱola, y que, desde luego, con su proceder tambiĆ©n hacen un daƱo objetivo a aquellas publicaciones que estĆ”n siendo mĆ”s ayudadas que otras y que tienen una trayectoria acreditada y merecen todo el respeto del mundo. Pero estas publicaciones, si permanecen en silencio ante la exclusión de āTemasā (y antes de āPrincipiosā) y ante la discriminación de āSistemaā, pueden acabar convirtiĆ©ndose en cómplices de un sistema y de unos personajes que, mientras que a ellos les benefician (en poco o en mucho), en cambio a otros les perjudican, les descalifican y les excluyen, con graves perjuicios económicos, de imagen y de prestigio.
Estamos ante un clima social y cultural que se deteriora a marchas aceleradas, mientras la legitimidad y pertinencia del proceder pĆŗblico de algunas instituciones es puesta en cuestión y determinados altos cargos con responsabilidades en materias culturales se dedican a perseguir y excluir a āsusā adversarios, a cuidar y cultivar a los suyos -aunque no a todos- y a preparar sus retiros a eventuales palacios de invierno. Todo ello con una escasa consideración a los criterios de imparcialidad, objetividad, equidad, proporcionalidad e imparcialidad en el desempeƱo de las funciones pĆŗblicas, y de respeto a la legalidad y a las normas y principios de una buena convivencia civil, social y cultural.
ĀæNos vamos a quedar de brazos cruzados? ĀæQuiĆ©nes serĆ”n los próximos en ser excluidos? ĀæCuĆ”l serĆ” el precio para poder permanecer dentro del redil? ĀæEl silencio cómplice? ĀæMirar para otro lado con disimulo? De momento, son muchas las expresiones de apoyo y solidaridad que se estĆ”n recibiendo en āTemasā. Ahora lo que corresponde es agradecer y canalizar la solidaridad, pedir explicaciones (todos) y emprender las acciones polĆticas y legales que nos permitan restablecer, no solo los legĆtimos derechos conculcados, sino contribuir a recuperar el proceder propio de una sociedad democrĆ”tica y seria.
Por nuestra parte, no aceptamos que se nos intente amordazar, ni reaccionaremos con resignación a la exclusión a la que se nos quiere someter. Somos libres e independientes en el ejercicio de la crĆtica, la opinión y el debate. Con ese propósito de libertad nacimos y con Ć©l llevamos trabajando 19 aƱos. En este tiempo, hemos invitado a participar y a opinar en las pĆ”ginas de āTemasā a todos los que pensĆ”bamos que podĆan aportar algo en las cuestiones que hemos abordado. A veces, algunos han sido reconocidos del PP o especialistas con un pensamiento diferente al nuestro. Pero, a todos les hemos dado cabida en nuestras pĆ”ginas, con un espĆritu inequĆvoco de libertad y pluralidad, ya que entendemos que en el debate y en el anĆ”lisis se precisa el concurso de todos. De ahĆ la generosa y amplia acogida que han tenido nuestras invitaciones a colaborar en āTemasā, en cuyas pĆ”ginas hemos contado a lo largo de estos aƱos con las contribuciones de mĆ”s de 1.800 reputados acadĆ©micos y especialistas en diferentes ramas. Algo que no es muy habitual en el panorama polĆtico y cultural espaƱol. ĀæPor eso se nos quiere silenciar?
¿Por qué?