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Jaime Polo | @lovacaine
"Jesucrista Superstar" se siente como una confesión íntima en forma de álbum. En este segundo LP, Rigoberta Bandini, o mejor dicho Paula Ribó, regresa con 22 canciones en las que desnudan sus inseguridades, preocupaciones y reflexiones sobre la vida moderna. Personalmente, me ha parecido un disco ambicioso y con mucha identidad, algo que parece que han olvidado hacer los artistas más mainstreams.
Pocos discos logran ser un reflejo honesto de su creadora. “Jesucrista Superstar”, sí
La fuerza del álbum reside en esa mezcla de crítica social y sinceridad emocional. Canciones como "KAIMAN" nos obligan a enfrentar la necesidad constante de validación en la era de las redes, mientras que otras pistas, impregnadas de referencias tan disímiles como Pamela Anderson y los espaguetis o támpax, demuestran el surrealismo característico de Bandini. Esta habilidad para fusionar lo absurdo con lo profundo es el punto que la destaca como artista. Te podrá gustar más o menos, pero la autoría la tiene bien clara.
La producción destaca por su diversidad sonora, combinando sintetizadores y ritmos pop que logran capturar tanto la euforia como la melancolía. Sin embargo, a veces siento que la abundancia de propuestas y colaboraciones—con Luz Casal, Carmen Lancho, Juliana Gattas y Rémi Fa—puede restar cohesión al conjunto, dispersando un poco la narrativa personal que tanto aprecio en su trabajo.
No obstante, lo que realmente me conecta es la autenticidad con la que Bandini se muestra: una artista que, después del parón, vuelve sin filtros, dispuesta a compartir sus dudas y contradicciones. Esa voz tan característica, que fluctúa entre la fragilidad y la fuerza, es el latido emocional que impulsa "Jesucrista Superstar".
En definitiva, es un disco que no considero perfecto, aunque me ha hecho reflexionar en varios momentos. Es un trabajo multifacético que arriesga y que sigue siendo vital y necesario como propuesta en el panorama musical actual. Una experiencia que, a pesar de sus pequeñas imperfecciones, reafirma a Rigoberta Bandini como una voz indispensable y honesta en la música contemporánea nacional.
Tal vez la gracia esté ahí, en esos defectos que nos moldean a su antojo, en la búsqueda de la verdad o en el universo donde lo incoherente va de la mano de lo cotidiano.
Pocos discos logran ser un reflejo honesto de su creadora. “Jesucrista Superstar”, sí.