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El mundo está atónito ante la imagen que intenta dar Donald Trump de pacificador de los grandes conflictos que asolan el Planeta y que están provocando miles de muertos y heridos y destruyendo países como Ucrania y Palestina. Los grandes éxitos de Trump todavía se tienen que extender a Sudán del Sur y al Congo, de modo que cuando el Presidente estadounidense acabe de pacificar el mundo, viviremos en una nueva Arcadia feliz, salvo que a continuación se le ocurra a Trump intervenir en Canadá, Groenlandia o Panamá, que todo puede ocurrir.
Lo cierto es que tras el previsible fracaso de las negociaciones de Turquía y la espiral de destrucción de vidas humanas y de infraestructuras que Israel está imponiendo en Gaza y Cisjordania, las cualidades de Trump como pacificador están muy mermadas. Aunque pretendía ser el árbitro de los grandes conflictos que desgarran a algunos países, el Presidente estadounidense no pude contribuir a la paz mundial de la misma manera que no podían hacerlo Hitler o Mussolini con sus políticas de echar leña al fuego.
Lo que está en juego no sólo es el destino de ucranianos y palestinos, sino el papel de la Unión Europea como Potencia global que puede influir en la vida internacional del Planeta
Trump no está capacitado para mediar en las guerras de agresión de Ucrania, Gaza y Cisjordania por varios motivos. En primer lugar, por ideología. La Welstanchaung de Trump es la misma que la de Putin y de Netanyahu, una cosmovisión belicista y agresiva que le hace identificarse con los agresores y no con las víctimas. En este sentido, Trump no entiende que en Ucrania, en Gaza y en Cisjordania se esté produciendo una gravísima agresión a países que tienen derecho a la integridad territorial (Ucrania) o a que sus habitantes vivan pacíficamente (Gaza y Cisjordania).
En segundo lugar, Trump puede ser muy destructivo, tanto con su política comercial como si se le ocurriera agredir a los territorios americanos a los que está amenazando, pero también es débil ante ciertas Potencias. Hoy Estados Unidos es débil ante la Rusia de Putin porque carece de medios diplomáticos y militares para hacer que esta Potencia agresora cambie de rumbo. No tiene medios para pararla ni tiene nada que ofrecer a cambio a Putin. Lo mismo le ocurre frente a Israel. A Netanyahu no hay quien le modere. No lo consiguió Biden cuando lo intentó tímidamente y le costó caro a Harris que perdió el voto de origen árabe de Estados Unidos. Y Trump, que coincide al cien por cien con Netanyahu, no tiene tampoco medios para parar el genocidio por armas y por hambre. Estados Unidos (con Presidentes de todos los colores) ha hecho de Israel una Potencia agresiva e hiper armada, que va más allá de su legítima y necesaria defensa y ahora no puede pedir al genio que vuelva al frasco de donde se escapó.
Trump siempre se va a inclinar hacia los agresores y sólo la Unión Europea puede contribuir a que el mundo no sea un lugar donde mandan los matones y los genocidas
En tercer lugar, Trump no está capacitado para mediar, porque la estructura de las relaciones internacionales no permite alcanzar la paz si no intervienen otras Potencias y alianzas como la Unión Europea, la OTAN y, en el caso de Palestina, los países árabes. Pensar que un acuerdo entre Putin y Trump va a acabar con la agresión a Ucrania es ilusorio y no sólo porque Putin únicamente acabará si lo vencen o vence a Ucrania, sino porque una crisis de esa envergadura no puede acabar sin que la Unión Europea y la OTAN participen en la negociación y contribuyan a ordenar el futuro de la región con medidas de seguridad duradera. Porque sin una participación de la Unión Europea y la OTAN el futuro de la región seguirá siendo inestable y no sabemos si a continuación Rusia no intentará agredir a los países bálticos, a Polonia o a Moldavia. Porque la paz no es sólo el alto el fuego definitivo. También es la reconstrucción de países destruidos por la agresión rusa e israelí que requiere una gran asistencia de las organizaciones internacionales, y eso no lo puede conseguir Trump.
Frente a la impotencia pacificadora y su poca voluntad de hacer frente a Putin y a Netanyahu, el protagonismo de la Unión Europea se acrecienta. No sabemos hasta dónde puede llegar porque hay muchos Estados que ven con desconfianza que la Unión Europea adquiera mayores compromisos militares (ante Ucrania) y humanitarios (con Palestina). Pero lo que está en juego no sólo es el destino de ucranianos y palestinos, sino el papel de la Unión Europea como Potencia global que puede influir en la vida internacional del Planeta y, naturalmente, del continente europeo. Trump no va a pacificar los conflictos mundiales, sino que siempre se va a inclinar hacia los agresores y sólo la Unión Europea puede contribuir a que el mundo no sea un lugar donde mandan los matones y los genocidas.