
Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna
Es difícil negar el acierto de la política del Gobierno español ante la agresión económico-estratégica del Ejecutivo de Estados Unidos. Primero fue una inmediata reunión con los interlocutores sociales para conocer los daños efectivos que la nueva política arancelaria anunciada por el Presidente Trump van a provocar en la economía española. En segundo lugar, la aprobación rápida del Real Decreto-ley 4/2025, de 8 de abril, de medidas urgentes de respuesta a la amenaza arancelaria y de relanzamiento comercial. En tercer lugar, la visita del Presidente del Gobierno a China que, si bien acordada antes de la agresión arancelaria de Trump, ha sido muy útil como avanzadilla de la Unión Europea y, además, para mostrar al Ejecutivo estadounidense que los países europeos tienen recursos para hacer frente a los ataques económicos dispuestos por el Presidente Trump. Por último, para mostrar la capacidad de negociación que tiene el Gobierno español ante Estados Unidos, la entrevista del Ministro Cuerpo con el Secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, y con diversos empresarios.
Que el viaje a China ha sido un acierto lo demuestra la crítica del Ejecutivo estadounidense que sólo entiende las relaciones diplomáticas como una cesión de los países sometidos ante el matonismo de Trump
No se puede decir que el Gobierno español esté cruzado de brazos ante la agresión de Estados Unidos. Una doble respuesta interna (el Real Decreto-ley 4/2025, de 8 de abril, tras las reuniones previas con los interlocutores sociales) y exterior y en esa respuesta rápida hay que destacar el viaje del Presidente del Gobierno a China, previamente acordado, pero aprovechado para trasmitir a Estados Unidos que la Unión Europea tiene capacidad para abrir otras vías de intercambio que no pasen por Washington ni por su política de extorsión global. Que el viaje a China ha sido un acierto lo demuestra la crítica del Ejecutivo estadounidense que sólo entiende las relaciones diplomáticas como una cesión de los países sometidos ante el matonismo de Trump.
¿Y cómo ha reaccionado el principal partido de la oposición? ¿Ha apoyado al Gobierno en sus medidas inmediatas y en la operación diplomática de visitar a China para mostrar la independencia europea? Todo lo contrario, como era de esperar.
En primer lugar, tras las reuniones del Ministro Cuerpo con representantes del Partido Popular, cuando parecía que cabía algún entendimiento, a Núñez Feijóo le ha entrado el conocido pánico o vértigo de que le acuse la extrema derecha (interna y externa) de entenderse con el Gobierno y se ha inventado un bulo, un supuesto pacto del Gobierno con Junts, para no cerrar el acuerdo. El político provinciano Núñez Feijóo no tiene arreglo, carece de autonomía y de visión propia y vive siempre atemorizado por una extrema derecha que ya le ha cogido las vueltas y sabe cómo extorsionarle y dirigirle siempre hacia la confrontación y no hacia el entendimiento con el Gobierno, incluso en momentos de gran crisis mundial. Y para más delito, se desdice de las conversaciones inventando un bulo que, por otra parte, es contradictorio con la alianza que ya ha tejido el Partido Popular con Junts, como se ve en el Congreso de los Diputados. No había ese acuerdo del Gobierno con Junts, pero si lo hubiera habido, ¿qué puede reprochar el Partido Popular al Gobierno cuando pacta con Junts cada vez que le interesa?
En política que cada palo aguante su vela y si el Partido Popular no quiere votar la convalidación del Real Decreto-ley 4/2025, de 8 de abril, que no lo haga y que vuelva a hacer el ridículo como hizo en enero con el Real Decreto-ley 1/2025, de 28 de enero, por el que se aprueban medidas urgentes en materia económica, de transporte, de Seguridad Social, y para hacer frente a situaciones de vulnerabilidad. Más grave es la respuesta del Partido Popular ante el viaje del Presidente del Gobierno a China.
Como una segunda sucursal trumpista en España (la primera es Vox), el Partido Popular compró las críticas de Washington al viaje y pidió que se aplazara. ¿Se ha parado Núñez Feijóo a pensar la terrible imagen de debilidad que daría España y hasta la Unión Europea si ante una crítica del Ejecutivo estadounidense (propia por otra parte del matonismo de Trump) el Gobierno se hubiera arrugado? ¿Qué quiere el Partido Popular, una España fuerte e independiente o una España servil y sometida a los caprichos de Estados Unidos? El problema, que también se nota en la Comisión Europea, es que además de las claves de política interna que mueven al Partido Popular, todavía persiste una identificación reverencial hacia cualquier otra derecha, incluida la extrema, y no hay político conservador al que no le dé vértigo separarse de las otras derechas aunque sean filofascistas.
La derecha española no ite estar fuera del Gobierno y, cuando los resultados electorales no le permiten gobernar, es destructiva con los Gobiernos de la izquierda
Y para rematar la operación de pánico por llevar la contraria a Washington, la Secretaria del Partido Popular, la Diputada Gamarra, tuvo la inelegancia de atribuir el viaje y su no aplazamiento a intereses comerciales del Presidente Rodríguez Zapatero. Estamos acostumbrados al discurso ruin de la derecha, pero esta salida de la Diputada Gamarra es intolerable. No se puede estar echando basura todo el tiempo y con tan mala baba. No teníamos bastante con el discurso destructivo de la eurodiputada Montserrat (a la que Manfred Weber ya ha premiado por su comportamiento desestabilizador) para que la señora Gamarra se preste a tirar cubos de basura sobre la política española.
La derecha española no ite estar fuera del Gobierno y, cuando los resultados electorales no le permiten gobernar, es destructiva con los Gobiernos de la izquierda. Pero, cuando la crisis, sea nacional o internacional, es muy grave, la falta de colaboración de la derecha hace todo mucho más difícil porque la oposición es errática e imprevisible.