<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=621166132074194&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
miércoles. 04.06.2025
CONSUMO DIGITAL

Digitalización de servicios básicos y derechos del consumidor

La digitalización mejora servicios básicos, pero puede vulnerar derechos si no hay acompañamiento adecuado.

car-8598762_1280

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

En la última década, la digitalización ha transformado radicalmente la forma en que los ciudadanos acceden a servicios esenciales como el suministro de electricidad, agua, gas, telecomunicaciones, banca o seguros. Esta evolución tecnológica ha traído consigo innegables ventajas: rapidez, accesibilidad 24/7, reducción de costes operativos para las empresas y nuevas herramientas para el control del consumo.

Algunas comercializadoras energéticas como Wekiwi ofrecen herramientas sencillas para controlar el consumo desde su área de cliente para orientar y ayudar al a entender y controlar mejor su consumo, ofreciendo un canal de atención directa por email para resolver cualquier duda de forma ágil, sin delegar toda la responsabilidad en el consumidor.

Debemos tener en cuenta que la transición que se ha generado en la relación entre las empresas y los clientes, conlleva importantes interrogantes en relación con los derechos del consumidor. ¿Hasta qué punto esta simplificación digital mejora realmente la experiencia del cliente? ¿Dónde se encuentra la frontera entre empoderar al cliente y trasladarle cargas que antes correspondían a trabajadores especializados?

El consumidor como gestor: ¿empoderamiento o externalización encubierta?

Una de las principales consecuencias de la digitalización ha sido el traslado de tareas tradicionalmente realizadas por empleados de las compañías al consumidor final. Hoy, el es quien realiza gestiones antes presenciales: tramita facturas, solicita cambios de contrato, modifica datos personales, reclama incidencias o incluso interpreta gráficos de consumo y optimiza su tarifa energética. Este nuevo paradigma supone, en muchos casos, una ganancia de autonomía. No obstante, también implica una transferencia de responsabilidades que puede sobrecargar a ciertos perfiles, especialmente a los consumidores menos familiarizados con las herramientas digitales o aquellos en situación de vulnerabilidad.

Según estudios de organizaciones de consumidores, muchas personas mayores, personas con discapacidad, habitantes de zonas rurales sin a internet de calidad o simplemente ciudadanos con bajo nivel de alfabetización digital, experimentan dificultades para interactuar con plataformas automatizadas, aplicaciones móviles o sistemas de atención telefónica con grabaciones y sin atención personal. Esta exclusión no sólo es técnica, sino también social y económica, ya que dificulta el en condiciones de igualdad a servicios esenciales.

Empresas que apuestan por la atención cercana y herramientas accesibles

En este contexto, algunas compañías han apostado por modelos que combinan innovación tecnológica con atención directa, clara y cercana. Un ejemplo destacable en el sector energético es Wekiwi que ofrece a sus clientes herramientas de visualización del consumo energético diario a través de una interfaz sencilla, y que mantiene un canal de atención personalizado vía correo electrónico, sin barreras automatizadas excesivas.

En el ámbito bancario o de seguros también existen entidades que han ganado reconocimiento por mantener canales de comunicación ágiles y accesibles, como chats directos con agentes reales, atención telefónica sin largos tiempos de espera y procesos simplificados desde sus webs o aplicaciones.

En telecomunicaciones, aunque el sector está altamente automatizado y tiende a sistemas de atención complejos, hay empresas que ofrecen atención al cliente rápida y directa por teléfono y correo electrónico, sin menús enrevesados ni derivaciones a robots.

Digitalización sí, pero con acompañamiento

Frente a modelos que trasladan al cliente toda la carga operativa, están surgiendo alternativas que apuestan por el equilibrio entre control y acompañamiento. Se trata de empresas que permiten al acceder a información y gestionar sus servicios por sí mismo si lo desea, pero sin renunciar a la posibilidad de recibir ayuda directa y comprensible en caso necesario. Esta filosofía parte del reconocimiento de que la digitalización no debe suponer una barrera, sino una herramienta al servicio de todos.

Modelos de atención multicanal, páginas web intuitivas, aplicaciones móviles accesibles, asistencia personalizada por email y atención telefónica sin recargos son hoy en día elementos clave para garantizar que la innovación digital no se convierta en una nueva forma de exclusión.

En este sentido, algunos principios que deberían regir la digitalización de los servicios básicos para respetar los derechos del consumidor incluyen:

* Diseño universal e inclusivo de las plataformas digitales.

* Alternativas no digitales disponibles para quienes lo necesiten.

* Transparencia y claridad en la información ofrecida al .

* Canales de atención directa y personalizable, sin rodeos ni excesiva automatización.

* Educación digital a través de guías, vídeos o asistencia para el uso de herramientas online.

Los oligopolios y los derechos del consumidor

Muchos de los sectores implicados —como la electricidad, el gas o la telefonía— operan en regímenes de competencia limitada o cuasi oligopólica. En este contexto, la capacidad de elección del consumidor se ve restringida, y la digitalización puede utilizarse como argumento para justificar recortes en servicios de atención al cliente, oficinas físicas o líneas telefónicas de soporte.

En ocasiones, el se encuentra en una situación de desamparo ante prácticas abusivas o fallos en la prestación del servicio. Aquí es donde entra en juego la importancia de contar con organismos independientes a los que acudir para defender sus derechos sin necesidad de iniciar procesos judiciales, que suelen ser largos, costosos y complejos.

Organismos y mecanismos de protección del consumidor

En España, existen tanto entidades públicas como privadas a las que los consumidores pueden recurrir para presentar reclamaciones o recibir orientación cuando sienten que sus derechos han sido vulnerados:

1. Oficinas Municipales de Información al Consumidor (OMIC): Presentes en muchos ayuntamientos, ofrecen asesoramiento gratuito y pueden mediar entre el consumidor y la empresa.

2. Direcciones Generales de Consumo de las comunidades autónomas: Gestionan reclamaciones y sancionan prácticas abusivas.

3. Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN): Organismo estatal que coordina las políticas de consumo a nivel nacional.

4. Juntas Arbitrales de Consumo: Permiten resolver conflictos sin acudir a los tribunales mediante procedimientos de arbitraje voluntario, gratuito y vinculante.

5. Organizaciones privadas de defensa del consumidor, como FACUA u OCU, que ofrecen asesoramiento, estudios comparativos y campañas para presionar a empresas y istraciones.

6. Defensor del Pueblo: Puede intervenir en casos de desprotección estructural o abusos por parte de grandes operadores de servicios esenciales.

Además, a nivel europeo, los consumidores pueden presentar reclamaciones transfronterizas a través del Centro Europeo del Consumidor en España, y acceder a mecanismos de resolución alternativa de conflictos (ADR) promovidos por la UE.

Objetivo. Caminar hacia una digitalización centrada en el

La digitalización de los servicios básicos es un proceso irreversible y, en muchos aspectos, deseable. Sin embargo, esta transformación debe hacerse sin sacrificar los derechos del consumidor, ni erosionar la calidad y humanidad de la atención. La tecnología debe ser un puente, no una barrera. El consumidor no puede convertirse en un “empleado sin sueldo” que asume tareas complejas para las que no siempre está preparado.

Los modelos más sostenibles y justos son aquellos que reconocen la diversidad de habilidades y necesidades de los ciudadanos, ofrecen opciones flexibles de atención y garantizan canales efectivos de reclamación. Las empresas que mejor entienden esto están generando valor no solo económico, sino también social y reputacional.

En definitiva, la verdadera innovación reside no solo en la eficiencia tecnológica, sino en poner a la persona —al cliente— en el centro del proceso.

Digitalización de servicios básicos y derechos del consumidor