
Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna
Con el avance de la inteligencia artificial y la generalización de la mentira y los bulos como forma de acción política, cada vez resulta más difícil discernir qué noticia es falsa y cual es verdadera.
Las sistemáticas campañas impulsadas por decenas de webs falsas, perfiles personales fictícios en las redes sociales y la connivencia entre determinados sectores de la prensa, la judicatura y organizaciones fantasmas creadas expresamente para generar confrontación y odio, están suponiendo un aumento de los actos violentos, la falta de diálogo y y la disminución del debate y la conversación política que está llevando a un deterioro de la democracia.
Para debatir de la desinformacióm, que alguna ponente calificó, como una forma confusa y poco didáctica de denominar a los bulos y la mentira, la Confederación Sindical de Comisiones Obreras, ha reunido en una jornada de trabajo a expertos en redes sociales, periodistas y directoras de medios de comunicación españoles. La desinformación se relaciona con el incremento de la desafección y desconfianza hacia las instituciones democráticas y otros garantes de las mismas, como los medios de comunicación.
Bajo el título “La maquinaria de la desinformación. Horizontes para una sociedad consciente”, especialistas y periodistas analizaron los desafíos y consecuencias de la desinformación, considerada como uno de los problemas de mayor calado para la democracia.

¿Cómo afecta todo ello a los medios de comunicación?
Como expresó el secretario general de CCOO, Unai Sordo, “la mentira no es algo nuevo, ni mucho menos. Pero vivimos tiempos muy cambiantes y complejos”. Es una época en la que la información vive inmersa en una zozobra permanente. Y el sindicato se preocupa por la sociedad en la que trabaja, dado su carácter sociopolítico. “Aunque las fuentes de legitimidad y el funcionamiento de los agentes de intermediación, como los partidos, los sindicatos y otras instituciones están fijadas por ley; los medios no tienen una ley que les regule. Hagámoslo aunque sean empresas y, lógicamente, respondan a sus accionistas”, zanjó el secretario general. Esa reclamación, una Ley de Medios para la democracia del siglo XXI, acorde a las nuevas necesidades y tecnologías gravitó sobre las cuatro mesas que figuraban en la jornada.
Para caracterizar el papel actual de la comunicación, Unai Sordo habló de la evolución hacia la multiplicidad de agentes y a una forma mesocrática de informar con la irrupción de las redes sociales. Y reconoció: “Los sindicatos teníamos la idea de que las redes sociales eran una ventana de oportunidad. Pero ahora sabemos que se ha generado una enorme confusión de las agendas y se ha provocado una ‘desjerarquización’ de la importancia de los acontecimientos”. El sindicato, “dada su capilaridad al llegar a cientos de miles de empresas y lugares”, está obligado a responder adecuadamente al reto de la desinformación y las ‘fake news’.
Marc Rius, colaborador de la centro Europeo para la Acción Digital (ECDA) y la periodista Marta Peirano, dialogaron sobre el capitalismo de vigilancia como motor de la desinformación, asumiendo que el ecosistema es amplio. Para Ríus, “debemos cuidar la forma en que los s nos acercamos a la información”. Para la segunda, las redes sociales, pero aún más Whatsapp o Telegram, están imposibilitando el debate social limpio y democrático en una suerte de ‘muerte de la alteridad’, incluso en campañas electorales. “Puesto que cada de estas redes, a imagen y semejanza de los medios tradicionales, tiene su propia portada de periódico que es personal y única, se imposibilita el intercambio de ideas. Así todo lo que no sea nuestra portada es falso y queda invalidado”, zanjó Peirano. ¿Cómo dialogar entonces? Y la conclusión es obvia y puede ser una encerrona: “Las víctimas de la desinformación somos, también, desinformadoras”.
Sara Plaza, periodista de El Salto; Julián Macías , experto en análisis de redes y fundador del sitio Pandemia Digital; Valentina Raffo, periodista de El Periódico de Catalunya; y Dani Domínguez, subdirector de La Marea, tienen claro que la información juega un papel central en la sociedad. Es la materia prima con la que se construye el conocimiento y la discusión y toma de decisiones democráticas. De ser falsa o engañosa, pervierte este proceso, pudiendo llegar a bloquearlo.
¿Pero qué hacemos al respecto?
Se trata de un fenómeno complejo con causas sistémicas asentadas en la confianza en las instituciones, la economía, la sociedad y los canales y tecnologías que median la información que se consume. “Es mucho más peligrosa la desinformación difusa que la mentira manifiesta”, alegó Plaza, para quien la solución es la vuelta a pulcritud profesional, “y el periodismo posicionado”. Para Macías, las redes empresariales y accionariales difusas, “crean grandes grupos comunicativos internacionales que crean marcos discursivos alternativos a la realidad”. Por eso para Valentina Raffo, hay que utilizar la maquinaria judicial contra la mentira, y “ofrecer amparo democrático y cívico a las víctimas”.
La era digital permite una amplificación sin precedentes de la desinformación y otros desórdenes informativos
El reto es que el tratamiento de la desinformación por parte de los profesionales proteja a la ciudadanía y amplíe sus derechos sin restringir otros como la libertad de expresión o el derecho a la información veraz. Y para ello, como antes había alertado Unai Sordo, hace falta una regulación. Sobre ello debatieron Magda Bandera, directora de La Marea; Virginia Pérez Alonso, directora de Público; Ignacio Escolar, director de Eldiario.es; y Jesús Maraña, responsable de Infolibre moderados por Pablo Elorduy de El Salto.
“Es necesario regular claramente la publicidad institucional”, llegó a reclamar Jesús Maraña, mientras que Magda Bandera apostaba por “llamar las cosas por su nombre y reapropiarnos del lenguaje porque la información es un derecho y no un negocio cualquiera”. Hubo, incluso, quien, como el director de eldiario.es Ignacio Escolar reclamaba una nueva Ley de Prensa: “La que hay es de 1966 y la promulgó Franco. No puede ser que algo tan importante como los medios, resulte tan opaco a la sociedad en muchos aspectos”. De todos modos, como reconocía Bandera, “no hay regulación que vaya a acabar con la desinformación”. Virginia Pérez Alonso directora de Público se manifestó contraria a aumentar la regulación de los medios de comunicación
El marco europeo promueve medidas orientadas a defender y reforzar la democracia ante la desinformación y consolidar mecanismos que la combatan de forma sistémica. Las instituciones democráticas y sus garantes deben fomentar un diálogo con la ciudadanía que refuerce la confianza y se adecúe al nuevo contexto informativo.
Los directores de estos medios discutieron entre otros temas de la necesidad de definir que es un medio de comunicación, clarificar la financiación y las campañas de publicidad de las istraciones públicas y de las empresas privadas, la necesidad o no de regular más el funcionamiento de los medios y el papel del periodismo de investigación como aspecto básico de la denuncia de la corrupción y el malgobierno.
Asimismo se solicitó por parte de Magda Bandera una mayor coordinación entre los medios democráticos y progresistas para contrarestar las campañas que sistemáticamente y de forma conjunta marcan la agenda informativa por parte de los medios conservadores.
Para finalizar Empar Pablo resaltó que todas y todos hemos sido víctimas de la máquina de la desinformación y realizó un llamamiento a "Comprometerse conjuntamente para combatir la manipulación, y hacer un frente común para luchar contra la desinformación”, .