<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=621166132074194&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
lunes. 02.06.2025

El mundo no puede ser para los abusones

La lógica de los abusones es simple. ¿Por qué lo hago? Porque quiero y porque puedo. Punto

AC 1
Conferencia Política de Acción Conservadora (AC) por la que han pasado Trump, Milei o Musk, entre otros.

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

La lógica de los abusones es simple. ¿Por qué lo hago? Porque quiero y porque puedo. Punto.

Tal ha sido la lógica dominante en las relaciones entre los pueblos del mundo a lo largo de la historia. Esa ha sido la lógica que ha fundamentado guerras durante milenios, y esa fue la lógica que empleó la Alemania nazi en los años 30 del siglo pasado para desencadenar la última gran catástrofe autoinfligida por la Humanidad.

La lógica de los abusones solo atiende a una ley, que es la ley del más fuerte. La ausencia de reglas y de instituciones que las hagan cumplir permite a los abusones hacer su voluntad frente a los abusados, con total impunidad. Hasta la llegada de un actor con más fuerza para aplicar su propio abuso.

Tras la Segunda Guerra Mundial y sus millones de víctimas, las naciones principales decidieron establecer una lógica distinta. En las relaciones internacionales habría reglas. Las reglas se acordarían y se harían cumplir mediante la labor mediadora y ejecutora de instituciones multilaterales.

Las reglas abarcarían los ámbitos del comercio, la defensa de los derechos humanos, las ayudas al desarrollo, las finanzas internacionales, la lucha contra las epidemias, el combate al cambio climático, la protección del patrimonio cultural… y un largo etcétera. Incluso se acordaron reglas y tratados en materia de seguridad y defensa.

Surgieron así instituciones como Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la OCDE, la UNESCO, la Organización Mundial de la Salud, el G20, el G7, incluso un Tribunal Penal Internacional con funciones y recursos limitados…

No caeremos en la ingenuidad de pensar que tales reglas e instituciones convirtieron las relaciones internacionales en un remanso de equilibrio, de justicia y de ausencia de conflictos. Los intereses de los más fuertes han seguido imperando, si bien con limitaciones interesantes para el conjunto.

La llegada de la nueva istración Trump al gobierno de los Estados Unidos está suponiendo un punto de inflexión en este proceso civilizatorio

La llegada de la nueva istración Trump al gobierno de los Estados Unidos está suponiendo un punto de inflexión en este proceso civilizatorio. Los Trump, Musk, Putin, Netanyahu y demás “hombres fuertes” del mundo pretenden reimponer la lógica de los abusones en las grandes decisiones de la política internacional, en las relaciones entre los Estados, en las condiciones del comercio y las finanzas globales, en la explotación y reparto de los recursos naturales… Se trata de imponer la voluntad y el interés de los más fuertes sobre el interés y los derechos de todos los demás.

¿Por qué? Porque quieren y porque pueden.

El vicepresidente estadounidense Vance ha venido a Europa, incluso, a dar lecciones sobre valores y principios políticos, amenazando con retirar su fuerza militar de nuestros países en el caso de que no los abracemos aupando al poder a otros abusones, como Le Pen, Farage, Weidel o Abascal. Aquel que fundamenta el machismo porque “Dios creó así al hombre y a la mujer”, pretende ahora que Europa renuncie a siglos de Ilustración para volver a las hogueras de la Inquisición y el terraplanismo moral, bajo el chantaje mezquino de los aranceles a nuestro vino, nuestro aceite y nuestros SEAT Ibiza.

Los impulsores e indultadores de la manada de bisontes que asaltaron el Capitolio por no aceptar un resultado electoral adverso vienen a advertir contra “la pérdida de los valores” en Europa. Contra nuestras democracias sin abusones, nuestros parlamentos sin bisontes, nuestros Estados de Bienestar sin motosierras, nuestro feminismo sin crucifijos, nuestro ecologismo sin nucleares, nuestros homosexuales sin terapias de conversión, nuestra ciencia de planetas esféricos…

¿Qué decir? No.

¿Qué hacer? Defender los principios de la Europa democrática e ilustrada. Seguir apostando por un mundo con reglas e instituciones multilaterales. Desarrollar nuestra propia seguridad y defensa. Avanzar en autonomía estratégica. Aplicar una política propia de alianzas. Y plantar cara a los abusadores. Porque la política de la transigencia y el apaciguamiento ya nos salió mal una vez.

El mundo no puede ser para los abusones