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lunes. 02.06.2025
TRIBUNA DE OPINIÓN

¿Quién es Feijóo?: intentemos responder a su propia pregunta para clarificar su daguerrotipo como político

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Feijóo nos dice que no es Pedro Sánchez y que nunca será como el. En esto lleva toda la razón. El secretario general del PSOE jamás dirá que no es presidente del gobierno porque no quiere, como si Feijóo hubiera podido serlo. A Feijóo le bastaría con ganar una moción de censura que no se atreve a interponer porque nos las tiene todas consigo. ¿Es acaso un prócer de la patria? Francamente sus actuaciones en Europa no parecen avalar ese título. Reclama la intervención y el apoyo europeos a cada paso, pero luego se nos enfurruña como un chiquitín cuando no secundan sus excéntricas pretensiones.

Puede que tenga morriña de haber dejado Galicia, donde allí arrollaba en las urnas y navegaba con cierto narcotraficante cuyas actividades ignoraba porque no había Google en aquellos tiempos. Cuando le aseguraron que saldría presidente del Partido Popular por aclamación, se animó a dar el paso, porque así no había manera de perder. Por eso no se animó a cruzar ese Rubicón antes. Lo hizo cuando Ayuso consiguió defenestrar a Pablo Casado por meterse con las comisiones de su hermano. En aquel momento pensaban vender una sede salpicada por la corrupción, pero Feijóo hizo borrón y cuenta nueva con el rosario de sentencias judiciales por diversos abusos que pesan sobre su partido.

Para que Abascal no le haga sombra ha decidido abandonar un hipotético centro derecha y abraza todos los extremismos imaginables

Es un auténtico experto en dar explicaciones peregrinas y contradictorias, demostrando que carece de cualquier convicción estable y solo pretende sacar tajada de las coyunturas, emulando con escaso éxito el estilo ayusista. Sus puestas en escena como demagogo populista carecen del vigor que Miguel Ángel Rodríguez sabe insuflar a la presidente madrileña. Las picias de MAR suelen salir bien y siempre tira p’alante, logrando que nadie recuerde los delitos confesos del novio de Ayuso, ese ciudadano particular al que se defiende como si no lo fuera, e implicando al Fiscal General de Estado. Incluso ha logrado que dimita Juan Lobato. Una jugarreta totalmente rentable. 

Pero al pobre Feijóo nada le sale bien. Presume del poder autonómico que presuntamente lidera y, sin embargo, defiende la penosa gestión de alguien tan mendaz como Carlos Mazón, para lo cual decide atacar a todas las instancias imaginables y desacreditar a quien ya es Vicepresidenta de la Comisión europea. Su deslealtad institucional es impresionante. No concibe hacer oposición al gobierno apoyándolo en las grandes cuestiones de Estado y crisis de todo tipo, allegando muestras de lo que sería un modelo alternativo. Simplemente pide que Sánchez dimita por un sinfín de variopintas razones, aunque ahora prefiere que se quede para presenciar sus derrota en las urnas. Desde que se ha quitado las gafas, tiene una visión política de las cosas particularmente borrosa.

Alberto Núñez Feijóo no parece dar la talla como estadista europeo, pese a que se considera un prócer de la patria y los vientos políticos mundiales vienen soplando a su favor

No hay forma de tomar en serio sus declaraciones, porque va contradiciéndolas él mismo y no sabe uno a qué carta quedarse. Para que Abascal no le haga sombra ha decidido abandonar un hipotético centro derecha y abraza todos los extremismos imaginables. Mantiene como portavoz parlamentario a quien exhibió riéndose fotos con víctimas de una organización terrorista, instrumentalizando el terrorismo para desgastar al gobierno. Solo accedió a pactar el relevo del Poder judicial cuando no tuvo más remedio. ¿Alguien se lo imagina firmando el pacto antiterrorista que suscribió Zapatero con Aznar como líder de la oposición? ¿Cómo hubiese gestionado la pandemia? ¿Valencia es un ejemplo de lo que su partido podría hacer desde La Moncloa? Debería haber tomado buena nota del clamoroso silencio que Ayuso ha guardado a este último respecto. 

En definitiva, Alberto Núñez Feijóo no parece dar la talla como estadista europeo, pese a que se considera un prócer de la patria y los vientos políticos mundiales vienen soplando a su favor. Su viraje hacia la extrema derecha encuentra gente que ocupa ya ese lado del tablero político. Cuando cultiva la demagogia populista no sabe hacerlo como Ayuso y tampoco se beneficia de su obsesión por emular a la genuina lideresa del partido. Está claro que, si no es presidente del gobierno, es porque no le da la gana y se diría que ni siquiera tiene ganas de serlo. Menudo personaje. Seguro que tiene cualidades personales muy apreciables que no sabe transferir a su condición de político en primera línea. 

¿Quién es Feijóo?: intentemos responder a su propia pregunta para clarificar su...