Branca Katić: “Mi mayor reto fue aprender español, porque no hablaba ni una palabra”
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Aleix Sales | @Aleix_Sales
Con motivo del estreno en cines de la película Una quinta portuguesa, segundo largometraje de Avelina Prat, charlamos con la actriz serbia Branca Katić, quien juega un papel secundario pero crucial en esta historia de cambios de rumbo y nuevas identidades.
Esta es tu primera vez trabajando en el cine español. ¿Cómo ha sido tu experiencia rodando la película?
Así es, es mi primera vez. Fue maravilloso rodar en Barcelona. Nuestra directora, Avelina Prat, es una mujer muy sutil e inteligente, que escribió un guion muy bello. Es muy calmada y sabe claramente lo que quiere, lo cual fue muy tranquilizador como actriz. A una actriz le encanta que su director o directora le guíe de una forma tan gentil por el camino.
Cuando leí el guion encontré una conexión con mi personaje que no sabía explicar. Había algo que comprendía y me anclaba al personaje, sintiendo que podía encarnar su personalidad y añadir algo a la historia en general
Mi mayor reto fue aprender español, porque no hablaba ni una palabra. Tuve dos meses para prepararme antes de empezar a rodar y estos meses fueron muy agitados porque temía no aprenderme todas mis frases. En la película tengo un discurso muy largo y me daba apuro. Así que trabajé duro, cada día durante dos horas, con dos profesores para mí. Cuando llegué a Barcelona, sentí que ya estaba lista. También me jugó a favor tener dos o tres semanas de ensayos antes de empezar a rodar, en las que pude conocer al adorable Manolo Solo, mi compañero en la película. De esta manera, pudimos pasar por todas las escenas y encontrar un punto de acuerdo mutuo entre él, la directora y yo de lo que queríamos hacer en cada una de ellas.
El esfuerzo valió la pena, ya que no se nota para nada que no sabes español. ¿Qué es la cosa que más te llamó la atención para sumarte al proyecto?
El reto que me suponía. Cuando leí el guion encontré una conexión con mi personaje que no sabía explicar. Había algo que comprendía y me anclaba al personaje, sintiendo que podía encarnar su personalidad y añadir algo a la historia en general. Luego vi la primera película de Avelina, Vasil, y me encantó la ternura y humanidad que había en ella. Esto es que resuena mucho en mí, especialmente en el mundo de hoy donde hay una tremenda falta de compasión. No nos preocupamos de los demás, pasan cosas terribles en el planeta y la gente gira la cabeza siguiendo con sus vidas absurdas sin confrontarlas. Realmente creo que no puedes estar feliz y contento mientras suceden hechos terribles en todas partes. Me gusta mucho contar historias repletas de humanidad, que dan una oportunidad a la vida. Incluso cuando suceden cosas malas, la fuerza de la vida que llevamos nos ayudará a superarlo todo. Adoro la idea de viajar y vivir donde queramos, siempre y cuando contribuyamos a esa sociedad, seamos útiles y aprendamos de nosotros y de otras culturas. No estoy a favor de cerrar fronteras ni de pensar de que una nación es superior a otras. Para mí, esto es el gran agujero negro de nuestra existencia, el cual llevará a más destrucción, guerra y miseria.
A propósito de tu personaje, una mujer que viene a España por diferentes razones, ¿hay algo con lo que te identifiques de tu personaje? Especialmente siendo una actriz que ha trabajado en varios países e industrias cinematográficas distintas.
En referencia a mi historia personal, cuando empecé a rodar la miniserie de televisión Warriors (Peter Kosminsky, 1999) llegué a la República Checa, a Praga, y descubrí en la televisión que los aviones de la Base Aérea de Aviano (Italia) habían empezado a bombardear Belgrado, mi ciudad de nacimiento. Me quedé en Londres porque no había forma de regresar. Esta fue la primera vez que viví fuera de mi país. Me preocupaba si volvería a ver a mis seres queridos cuando regresara y en lo que pasaría. Llegué a sentirme culpable por haberme salvador de una experiencia tan terrible como esta, mientras los otros la estaban sufriendo.
Pertenecer a una nación o religión no te hace ser mejor que otro ser humano. Creo que todos tenemos necesidades similares en la vida: amar a alguien, ser amado, ser útil, criar a tus hijos en un entorno seguro... Como humanos creamos fronteras y religiones, pero estas no nos hacen más felices. Al contrario, son una forma de control por parte de aquellos en la cumbre de cualquier constructo humano en la sociedad. Cuando era más joven creía que el mundo era un sitio muy bonito, pero ahora estoy muy preocupada. Preocupada por las siguientes generaciones. Si miras a nuestro planeta y a la naturaleza ves que son preciosos, fastuosos en su belleza, repletos de variedad de especies, colores... Y viene un hombre que quiere sacar beneficio de todo y de todos. En esta avaricia de la humanidad perdemos mucho, en la velocidad de la vida moderna. Espero que nos despertemos y paremos de trabajar para aquellos que tienen más de lo que jamás necesitarán. La belleza de la vida es reinventarse, aprender algo nuevo, abrirse a nuevos desafíos y lanzarse a lo desconocido, vencer los miedos, superar cualquier prejuicio que hayas adquirido al crecer en un lugar determinado. Creo que la conexión ahora mismo es la belleza y el futuro de la humanidad, no las guerras ni las divisiones.
No es un futuro que, digamos, muy prometedor.
Bueno, seguimos aquí. Mientras estemos atentos, activos y luchemos por lo que creemos que es correcto hay opciones.
¿Cómo fue trabajar con Manolo Solo?
Manolo es todo un caballero, un actor fantástico y un compañero de ensueño. Me ayudó mucho con el idioma siempre que necesitaba ayuda, clarificándome si se decía de un modo o de otro. Lo que más me gustó es que nos entendimos muy bien ya que somos dos actores que estamos muy presentes en la escena a la hora de rodar. Grabamos muchas tomas con ligeras variaciones. Cada uno estaba para lo que necesitara el otro y estoy muy agradecida por ello.
Tu personaje es una gran fan del baloncesto, concretamente seguidora del Estrella Roja de Belgrado. ¿Tú también lo eres?
Sí, pero yo soy hincha del KK Partizan, también de Belgrado, que es el máximo rival del Estrella Roja (ríe). Pero esto de lo que trata actuar, de vivir las vidas que tú no vives, ser otra persona, por eso para mí fue una escena divertida. En Serbia tenemos unos talentos estupendos, como puedes ver en la NBA como Nikola Jokić. Es increíble que en un país tan pequeño haya tanto potencial en este juego. Recuerdo que, cuando era pequeña y vivía en Yugoslavia, me encantaba ver llegar a la selección del país a las finales contra Estados Unidos. Hay un enorme amor por el baloncesto en Serbia, es motivo de orgullo nacional. El tenista Novak Djoković también es motivo de orgullo.
¿A quién te gustaría que llegara la película?
A las personas que están cansadas de la rutina y del ajetreo constante en el que vivimos. A aquellos que les gusta observar en paz, a los que aman la belleza y que tienen una especial sensibilidad con los otros seres humanos. La película es una reflexión de la pérdida, la vida, la amistad y el amor que seguramente satisfará a todos los que he mencionado.