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miércoles. 28.05.2025
CRÍTICA DE MANUEL MARTÍNEZ-FOREGA

'Las claves de lo oscuro', una biografía cabal de Ángel Guinda

Lo verdaderamente atractivo de Las claves de lo oscuro, la biografía del poeta Ángel Guinda escrita por J. Benito Fernández, es la inteligente transformación de la exhaustividad datal en drama si hay drama; en ironía cuando la hay.

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Biografías | MANUEL MARTÍNEZ-FOREGA

Las claves de lo oscuro es el título de la biografía de Ángel Guinda, un poeta habitando en la orilla de su generación y no adepto tampoco a ninguna otra de las corrientes estéticas que le fueron coetáneas. Ese título procede de una plaquette de 10 páginas en cuartilla con el título Expedición a las tinieblas, que luego incluiría en Lo terrible (La Habana, Asociación de Escritores de Cuba, 1990), cuyos versos 10-11 del apartado III rezan «[Poeta, nunca busques] / las claves de lo oscuro…». Con las prevenciones pertinentes, quién no recuerda en esos marbetes a Joseph Conrad, a Georges Bataille e incluso al poeta revolucionario Roque Dalton, de infausto olvido en las letras hispánicas, y no únicamente en la evidencia homónima de otros tantos textos del anglo-polaco, del francés o del salvadoreño, sino en su aproximación temática.

Esta digresión viene al caso porque quien escribe la biografía de Guinda es J. Benito Fernández, exhaustivo indagador en las vidas literarias que le han interesado y en la que —como en este caso— le han encargado, introduciéndose en lo oscuro, en las tinieblas que guardan cada misterio y en cuyo trabajo invierte rigurosamente todos sus sentidos. Olifante ha hecho muy bien en sustentar la vida escrita del poeta de Zaragoza en sus manos porque armoniza con las preferencias de este excelente biógrafo, que se siente atraído por los avatares vitales (E. Haro Ibars, Leopoldo Mª Panero, R. Sánchez Ferlosio…) de quienes, como Ángel Guinda, caminan por los arcenes: «El creador debe desubicarse, ser un desinstalado». El objetivo de servir a la realidad vital del escritor, de modo que homo y scriptor no transiten alejados uno del otro, resulta imperativo en un poeta que hizo vida de la literatura y viceversa: no son concebibles la una sin la otra («La poesía sin vida me es insoportable»). Éste será el propósito de Fernández: el móvil será desvirtuar al escéptico que no se fía de su sombra porque lo abandona en la oscuridad. En ese espacio es donde actúa con diligencia y eficacia notarial y con la sabiduría del pesquisador. No encontraremos divagaciones, ni conjeturas, ni dudas, ni hipótesis. Desaparecen el modo subjuntivo y el condicional. Por contra, abundarán los sustantivos, los calificativos regidos por certezas documentales o testimonios contrastados. Es decir, nos toparemos no con una biografía literaria con escolios marginales, meandros conjeturables o entusiastas extrapolaciones irativas (me viene a la memoria la maravillosa ‘biografía’ de Goethe escrita por R. Cansinos Asséns, cuyas treguas narrativas daban cancha a la epopeya); hallaremos, en cambio, lo que íbamos a buscar: una escritura de la vida, que es, por fin, la semántica cabal de la biografía, contraria a una historia de la vida.

Pero lo verdaderamente atractivo de Las claves de lo oscuro es la inteligente transformación de la exhaustividad datal en drama si hay drama; en ironía cuando la hay; en desaliento cuando sobreviene; en duda si la incertidumbre asedia; en alegría cuando florece el entusiasmo; en ‘rexistencia’ cuando se agudiza el dolor; en serenidad cuando el apocalipsis se avecina; en firmeza contra las conjeturas estéticas; en misticismo laico cuando la hora sobreviene. Mediante la cristalina formulación y la fluidez descriptiva de J. Benito Fernández entenderemos la polifacies de Ángel Guinda con una claridad que ira a quienes lo conocimos. Nos acerca en primer plano una personalidad complejísima que se afirma y se redime a sí misma, se neutraliza o yerra en las autoexégesis verbales y literarias del propio Guinda y en las profusas declaraciones y juicios sobre los demás. Fernández va ilustrando cada etapa cronológica con textos que acentúan o evidencian las sinuosidades de una vida investida de hechos y datos objetivos, inequívocos: desde la Zaragoza postmoderna y surreal que le ocupó treinta y nueve años de su vida, escuela de formación poética, cuna de sus primeros dolores y amantías, pero aula de resistencia psicológica frente a las angosturas de una ciudad que a punto estuvo de matarlo, hasta el Madrid silencioso a su llegada y progresivamente conciliador después que abrigó su llegada discreta, acogió su miedo y lo lanzó más tarde a un nuevo conocimiento del medio, ciudad que para él lo fue de las luces también.

OIP
J. Benito Fernández, autor de
Las claves de lo oscuro

Una existencia y poesía adeptas al romanticismo y adheridas a una vehemente avidez por la vida, aunque ancladas, entre otros fundamentales, en tres destacadísimos pivotes: el amor, las mujeres y la muerte, tres sintagmas nominales homónimos a los de la tirada reflexiva de Schopenhauer, otro políticamente descreído que aprendió de Max Stirner el valor de la individualidad enfrentada al egoísmo del Estado, actitud tan guindesca que no entenderíamos buena parte de su obra de no ser por él. Todos estos matices van iluminándose a través de una redacción notarial configurando un perfil literario y humano indisoluble en sus dos facies, como un Jano bifronte guardador de la entrada a los umbrales, de los principios y de los finales, del futuro y del pasado, divina recidiva de los opuestos. El verbo de Fernández nos irá revelando al poeta irreverente; al hombre cortés, afable y munífico; al universal humanista según reclamaba León Felipe; al iracundo que maldecía a quienes concebían la poesía como un negocio; al viajero; al impenitente cinéfilo; al epistolar; al amigo de sus amigos; al solidario; al amador y al amante; al anticulterano; al ludópta de la palabra; al antitópicos; al defensor del pouvoir poétique

El poeta declaraba: «La sola claridad está en lo oscuro»; perseveraba afirmando «Tengo claro lo oscuro»; y reincidía: «Avanzo (…) hacia el paraíso de lo oscuro». J. Benito Fernández ha comprendido plenamente que para revelar el contenido de la oscuridad no bastaba con iluminarla, sino que era necesario trazar sus perfiles y, también y sobre todo, los extrañamientos de sus sombras. Así lo ha hecho.

Claro que el propio Ángel Guinda dictó en sus Huellas (1988): «(Biografía). Aparecer (   ) y desaparecer». Las claves de lo oscuro se en encuentran ahí, en ese paréntesis paradójicamente en blanco. «Si le leemos, no le dejaremos morir, porque él escribió para no morir. Y el lector vive lo que lee», ha dejado dicho J. Benito Fernández.


J. Benito Fernández, Las claves de lo oscuroBiografía de Ángel Guinda, Zaragoza, Olifante. Ediciones de Poesía, 2025, 440 páginasCOMPRA ONLINE


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MANUEL MARTÍNEZ-FOREGA es escritor, traductor y crítico literario

'Las claves de lo oscuro', una biografía cabal de Ángel Guinda