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El pasado domingo, como otros muchos españoles, tuve la ocasión de ver la entrevista que Jordi Évole realizó al Dr. Fernando Simón; en el trascurso de la misma se abordó como era lógico el periodo de la pandemia dada su condición de máximo responsable del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) en aquellas fechas.
Como inciso previo al asunto que voy abordar posteriormente, quiero expresar mi satisfacción y enorme agrado por la defensa pública que el Dr. Simón hizo del sistema sanitario público español. Quienes a lo largo de décadas de carrera profesional hemos y seguimos defendiendo la sanidad pública y en consecuencia nuestro Sistema Nacional de Salud entendemos que utilizar todos los altavoces posibles para hacerlo es una buena noticia.
Vayamos ahora al asunto que se intuye del título de esta columna.
Los protocolos de la vergüenza llevaron a que 7.291 personas murieran sin recibir los cuidados médicos que necesitaban
En el trascurso de la entrevista se hacía inevitable abordar lo ocurrido en las Residencias de Mayores en la Comunidad de Madrid durante los primeros meses de pandemia; se habló de la prohibición de derivación a hospitales de los residentes, de la existencia de los protocolos de la vergüenza y su aplicación, de las terribles consecuencias que llevaron a que 7.291 personas murieran sin recibir los cuidados médicos que necesitaban, también se recogieron en el programa los testimonios de familiares directos de residentes fallecidos sin poder ser evacuados a hospitales, pues las derivaciones estaban prohibidas salvo que tuviesen un seguro privado.
Tras la emisión del programa es cuando se produce la irrupción en escena del jefe de Gabinete de la presidenta Díaz Ayuso a través de una serie de mensajes en su cuenta de X (antes Twitter) cargando contra los testimonios de los familiares entrevistados, tratando de menoscabar la veracidad de sus declaraciones e incluso poner en duda el comportamiento de los entrevistados respecto a sus familiares residentes.
Los tuits del Sr. Rodríguez, conocidos a través de diversos medios, decían literalmente:
"Si estos testimonios nos dan su nombre, comprobaremos si es verdad y cuántas veces al año visitaban a sus familiares. No vaya a ser que es mentira".
"Bien: ya tengo comprobado que la primera señora que sale en el programa no tenía a su madre en ninguna residencia de la Comunidad de Madrid".
La mano derecha de Ayuso mintió en el segundo tuit. La señora a que hace referencia ese tuit era la hija de una residente que falleció en una Residencia de Getafe. Una falsedad que se propagó por las redes y sólo horas después el Sr. Rodríguez hacía público un tuit donde reconocía que la señora aludida era hija de una residente fallecida utilizando la excusa nada creíble de un error.
Los tuits de MAR muestran de forma nítida la catadura moral de este personaje e invitan a la reflexión sobre si es asumible en democracia que siga ocupando un cargo público
La lectura de estos dos tuits, al margen de la mentira y su difusión en redes, en mi opinión pudieran encajar en el concepto de injuria que el Código Penal recoge en el artículo 208: "acción o expresión que lesiona la dignidad de una persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación". Lo cierto es que ambos tuits muestran de forma nítida la catadura moral de este personaje e invitan a la reflexión sobre si es asumible en democracia que siga ocupando un cargo que se paga con dinero de nuestros impuestos.
Podríamos convenir que el Sr. Miguel Ángel Rodríguez es muy aficionado a la mentira en asuntos importantes, es aficionado también a utilizar su cargo para intimidar e incluso amenazar a profesionales de la información, y como hemos vuelto a comprobar tras la emisión del programa de Évole en atacar a personas utilizando expresiones de corte injurioso cuanto menos. No es nueva esta forma de comportamiento de la mano derecha de la presidenta Díaz Ayuso, conviene recordar aquí que en abril de 2011 el juzgado Nº 8 de lo penal de Madrid condenó a Miguel Ángel Rodríguez por un delito de injurias continuado en la persona del Dr. Luis Montes al que llamó nazi en varios programas de televisión.
El comportamiento habitual del Sr. Miguel Ángel Rodríguez es claramente incompatible con los mínimos estándares de una sociedad democrática
El comportamiento habitual del Sr. Miguel Ángel Rodríguez es claramente incompatible con los mínimos estándares de una sociedad democrática. Siendo esto así, su permanencia en el cargo de mano derecha de Ayuso, sólo se entiende si ciertamente el Sr. Rodríguez representa la verdadera cara del Partido Popular de Madrid que tiene en la mentira, el desprecio al adversario político, la opacidad, el despilfarro, las irregularidades y corruptelas sus señas de identidad.