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Jaime Polo | @lovacaine
El director mexicano Alonso Ruizpalacios regresa con La cocina, una cruda y estilizada disección del mundo laboral en la industria de la restauración, enmarcada en una historia de inmigración, desigualdad y tensión social. Disponible en Filmin, esta película es un plato fuerte que mezcla el frenesí de The Bear y la sofocante intensidad de Hierve, pero con una mirada política que la distingue.
Ruizpalacios sitúa la acción en The Grill, un restaurante de Nueva York que, en hora punta del almuerzo, se convierte en una olla a presión. La desaparición de dinero de la caja desencadena una investigación que pone en jaque a los empleados, en su mayoría inmigrantes sin papeles, para quienes perder el trabajo no es solo una cuestión económica, sino de supervivencia.
El guión, coescrito por el propio Ruizpalacios, construye un relato que mezcla la cotidianidad de la cocina con el trasfondo de la precariedad laboral y el racismo institucionalizado. La narrativa se desarrolla a fuego lento pero con una tensión constante, reflejando la fragilidad de quienes dependen de trabajos informales y están sometidos a un sistema que los explota y los desecha a conveniencia.
Rooney Mara, quien también ejerce como productora, lidera un elenco donde destacan Raúl Briones y Anna Díaz. Su interpretación es contenida pero magnética, transmitiendo con la mirada y los silencios la ansiedad de un entorno donde una equivocación puede costar demasiado. A su alrededor, un conjunto de personajes secundarios con historias propias añade profundidad al relato y permite que el espectador empatice con las distintas realidades que coexisten en la cocina.
Si bien La cocina podría haberse limitado a ser un thriller laboral, el director convierte su película en una poderosa denuncia sobre la situación de los inmigrantes en EEUU. No es sutil en su mensaje, pero tampoco resulta panfletaria. En su lugar, expone con crudeza y realismo las dificultades de quienes viven al margen de la legalidad, sin glorificarlos ni victimizarse en exceso.
Un plato fuerte en el menú cinematográfico de este año, que deja un regusto amargo pero inolvidable a los fans del cine alimenticio.
