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sábado. 24.05.2025
HISTORIA ECLESIÁSTICA

La labor diplomática de León XIII

León XIII desarrolló mucho el servicio diplomático porque podía constituir un instrumento muy válido en dos aspectos, para consolidar la cohesión en el seno de la propia Iglesia y para que fluyesen mejor las relaciones entre los Estados y la Iglesia.
Tumba de León XIII, de Giulio Tadolini, San Juan de Letrán, Roma
Tumba de León XIII, de Giulio Tadolini en San Juan de Letrán, Roma

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León XIII
León XIII

@Montagut | 

Rerum Novarum, donde se pusieron las bases doctrinales de la doctrina social de la Iglesia, un cambio revolucionario para afrontar la realidad social del momento, más allá de las condenas sin paliativos que había desarrollado su predecesor. El papa León fue también un renovador de la formación del clero en clave tomista. Pero en esta pieza nos interesa su tercera gran aportación, la diplomática, ya que fue un protagonista evidente en una época en la que parecía que el único protagonista había sido Bismarck.

León XIII tuvo dos grandes preocupaciones internacionales, una en relación con la Alemania Imperial y la otra con la Tercera República sa. En el primer caso, se había desarrollado la Kulturkampf o “Combate cultural”, el grave conflicto de signo religioso y político entre Bismarck y los católicos en el recién inaugurado Imperio alemán. El canciller de hierro y una parte de la clase política alemana estaban enfrentados a los católicos, predominantes en los estados del sur, por considerar que no eran súbditos claramente fieles al káiser por contar con una autoridad extraterritorial, la representada por la Santa Sede, especialmente después de la proclamación del dogma de la infalibilidad papal. Por su parte, El Zentrum católico era una formación política interclasista muy potente, y defensora, además, del federalismo en el seno del Imperio frente a la preponderancia prusiana centralista. Eso provocó una política muy hostil hacia los católicos en la década de los años setenta. León XIII decidió actuar, pero no a través de la condena y el enfrentamiento. Empleó la diplomacia y consiguió que esa política cesase, y años después el propio káiser, Guillermo II, visitó Roma (1888).

El papa teorizó sobre la relación entre los Estados y la Iglesia a través de la encíclica Immortale Dei (1885)

En el caso francés el problema residía en el avance de la legislación secularizadora emprendida por la Tercera República empeñada en establecer una clara separación entre el Estado y la Iglesia. Eso había provocado tensiones internas protagonizadas por los católicos y de signo internacional con la Santa Sede. León XIII, fiel a sus principios conciliadores, optó por rebajar el enfrentamiento en Francia aconsejando a los católicos ses que aceptasen claramente la Tercera República y que participasen políticamente.

Donde no hubo espíritu conciliador fue en Italia. León XIII siguió condenando la realidad de la Italia unificadora, insistiendo en este caso en que los católicos italianos debían abstenerse de participar en la política.

León XIII desarrolló mucho el servicio diplomático porque podía constituir un instrumento muy válido en dos aspectos, es decir, para consolidar la cohesión y disciplina en el seno de la propia Iglesia, pero, sobre todo, para que fluyesen mejor las relaciones entre los Estados y la Iglesia. En ese sentido, muchos Estados recurrieron a los oficios diplomáticos papales. Así en 1885, Alemania, Reino Unido y España acudieron al papa para que mediara en la disputa por las Islas Carolinas en el Océano Pacífico. En 1899 apoyó claramente al zar Nicolás y la reina Guillermina I de los Países Bajos en la convocatoria de una Conferencia de Paz.

El papa teorizó sobre la relación entre los Estados y la Iglesia a través de la encíclica Immortale Dei (1885). En la misma recalcó el papel del nuncio papal que debía ser el representante de la soberanía espiritual del papa, además de representante o embajador de la soberanía de un país. Recordemos que ya no existían los Estados Pontificios, pero León siguió, como hemos expresado, sin reconocer la nueva realidad italiana.

La labor diplomática de León XIII