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Sumar ha decidido reinventarse como partido político. Una decisión que obedece, lisa y llanamente, a que el proyecto inicial no ha sumado suficiente apoyo electoral y ha sufrido la dolorosa resta de Podemos, empeñado en llevar hasta las últimas consecuencias el fuego amigo. Convertirse en un partido político -aunque se pretenda de nuevo tipo y se autodenomine curiosamente como laborista del siglo XXI- requiere contar con un proyecto estratégico que lo defina y dé sentido. Es lo que pretende ¿Y ahora qué?, el Documento Político del Movimiento Sumar que se debatirá en la próxima Asamblea fundacional del mes de marzo. Un loable intento de redefinirse ¡a base de indefiniciones! O de propuestas vagas expresadas con un lenguaje más literario que político. Presentarse como una fuerza laborista, ecosocialista, feminista, proderechos LGTBIQA+ y antirracista, no aporta, sustancialmente, nada nuevo a lo ya existente en el campo de la izquierda, empezando por el PSOE, (más allá de si se quita o no la Q+). En realidad, las diferencias se refieren a la profundidad y velocidad con que se implementan las reformas. Algo que está condicionado por la posición minoritaria de Sumar dentro del gobierno de coalición progresista y de la necesidad de contar con los votos del bloque de investidura. En otras palabras, el Documento Político del Movimiento Sumar se plantea atraer a votantes progresistas insatisfechos... ¡con las políticas del gobierno de coalición! Un ejercicio de contorsionismo político que suele acabar muy mal. Veamos.
El proyecto de país que dibuja, aunque de forma imprecisa es, básicamente, socialdemócrata. Una versión más avanzada y ambiciosa, pero socialdemócrata, al fin y al cabo, pues asume el marco del sistema socioeconómico capitalista
Todo partido político tiene la responsabilidad de presentar a la ciudadanía un proyecto de país -o, más precisamente, un modelo de sistema socioeconómico- y detallar con claridad cómo pretende materializarlo. Esto requiere definir con precisión cuáles son los aspectos estratégicos fundamentales que lo caracterizan y distinguen. No basta con generalidades como sentido común democrático, liderar el debate de las ideas; o definirse como una fuerza innovadora y rupturista. Ni proclamar los valores de seriedad, firmeza, convencimiento, humildad, responsabilidad, esperanza como principios rectores de su actividad transformadora. Debe responder con claridad al por qué y el para qué de su creación (refundación, en este caso). Lamentablemente, el Documento Político no responde satisfactoriamente a estas preguntas fundamentales. A lo más que llega es a reconocer que toca reinventarse. Es cierto que hace un esfuerzo por superar algunas de las incongruencias de la anterior ponencia redactada por Iñigo Errejón y Marta Lois, analizadas en mi artículo Un viaje al país de “nunca jamás”, al que me remito. Incluso acierta al señalar algunos aspectos estratégicos como redistribuir la riqueza haciendo que las personas trabajadoras participen de las decisiones y los beneficios de las empresas a través de mecanismos de democracia económica. Por lo demás, aunque señala acertadamente los grandes aspectos donde debería centrarse la acción política (capacidades estatales, respeto de los límites planetarios, más Estado y más Bienestar, reforma constitucional de carácter federal y plurinacional, autonomía estratégica de la Unión Europea) carece de la necesaria concreción y vinculación con la pretensión de ser una fuerza transformadora. Grave carencia, porque no podemos enfrentar la dura y dramática realidad de nuestro tiempo sólo con retórica, por muy bien que suene a oídos desesperanzados. Es imprescindible un mensaje claro y esperanzador que no solo conecte con el conjunto de la ciudadanía, sino que interpele especialmente a las mayoritarias capas de trabajadores (activos, desempleados, precarios, inempleables). Ese mensaje debería ser: vamos a transformar gradualmente el capitalismo hasta superar sus inequidades sistémicas y alumbrar un nuevo sistema socioeconómico bajo la primacía del interés social, la concurrencia colaborativa y el pleno desarrollo de la autonomía personal. Una propuesta que, como señalo en mi nuevo libro “Ganancia social, beneficio privado”, se propondría [1]:
1. Ampliar la democracia mediante la institucionalización de formas participativas, deliberativas y directas [2]. 2. Extender el Estado del bienestar para incluir servicios sociales esenciales (dependencia, cuidados domiciliarios, atención a mayores), vivienda y ocio. 3. Conquistar la cogestión ejecutiva de las empresas que permita el ejercicio pleno de los derechos de los trabajadores. 4. Desarrollar espacios de democracia económica mediante la potenciación de la actividad productiva autogestionada y de economía social basadas en jerarquías naturales frente a jerarquías de dominio(cooperativas, sociedades laborales, mutualidades, empresas de inserción, cofradías de pescadores, sociedades agrarias de transformación, etc.) [3]. 5. Regular y racionalizar el mercado y planificar democráticamente la actividad productivautilizando herramientas avanzadas como la Inteligencia Artificial, la supercomputación y el análisis de big data, en línea con el Artículo 131 de la Constitución [4]. 6. Defender un ecologismo adaptativo reconociendo la incompatibilidad del diseño fundacional del sistema capitalista con la supervivencia humana y combatiendo el riesgo de un ecocidio global [5]. 7. Impulsar el papel social y redistribuidor del Estado Democrático de Derecho como protector, impulsor, socializador y defensor del bien común [6]. 8. Promover procesos federativos y de cooperación a nivel nacional y de la UE, espacio necesario para que se pueda desarrollar el proceso gradual de transformación en nuestro país, inviable en el estrecho marco nacional, asegurando la autonomía estratégica y rechazando las restricciones neoliberales sobre el déficit y la deuda, que responden a su alergia a la intervención pública en la economía.
Dotarse de un proyecto verdaderamente transformador del sistema socioeconómico capitalista es fundamental y urgente frente a la mayor crisis adaptativa de su historia. Una crisis impulsada por los efectos combinados de la Revolución Digital (automatización y robotización inteligente, supercomputación, Inteligencia Artificial), la concentración de poder económico en grandes corporaciones financieras (BlackRock, Vanguard Group, Fidelity Investments, State Street Global, J.P. Morgan Chase, Goldman Sachs) [7], el poder de los gigantes tecnológicos (Apple, Microsoft, Nvidia, Alphabet, Amazon, Meta, TSM), junto con las devastadoras consecuencias del Cambio Climático. Resulta desolador encontrar en el Documento Político una retórica vacía que ni menciona, y mucho menos cuestiona, el capitalismo, a pesar de que su incompatibilidad con las exigencias de la justicia social, la igualdad real (y cada vez más jurídica) y la sostenibilidad medioambiental es cada vez más evidente [8]. Mientras divagamos sobre conceptos abstractos como democratizar la libertad, o las causas del malestar y la fragilidad de amplias capas de la población, la realidad avanza en otra dirección: en diversos países, empezando por Estados Unidos, se está consolidando un sistema plutocrático, la alianza entre el poder político populista, el capital financiero y las grandes corporaciones tecnológicas, orientado a salvaguardar sus intereses mediante la deriva autoritaria e iliberal que permita el desmantelamiento de las conquistas del Estado Social y Democrático de Derecho y sus políticas regulatorias, redistributivas, protectoras, e impulsoras de sectores estratégicos de la economía y promotoras del bien común.
Los riesgos de la nueva política gaseosa
El Documento Político presenta, sin duda, muchos aciertos y una evidente voluntad de cambio. Como he mencionado, identifica correctamente algunos de los problemas fundamentales y existenciales a los que nos enfrentamos. Sin embargo, la ausencia de una estrategia transformadora clara diluye su perfil político más allá de las buenas intenciones y las palabras atractivas con las que se adorna: novedoso, innovador y rupturista, honesto, ético, riguroso, firme, humilde, ético, responsable, esperanzado, transformador. Tal como señala acertadamente Daniel Innerarity en su artículo “Año nuevo, ¿sociedad nueva?”, publicado en El País (02/01/2025), para que la propuesta no resulte incierta o arriesgada es imprescindible concretar tanto el cómo como el qué se pretende transformar. Las buenas intenciones de innovar para lograr victorias en un ciclo que nos es adverso no son suficientes para garantizar victorias en un ciclo adverso. A lo sumosirven para generar buena conciencia. No debe extrañarnos, por tanto, que el Movimiento Sumar evite calificarse explícitamente como un partido de la izquierda alternativa con vocación transformadora. Una lamentable manifestación de la actual situación, donde la política ha pasado del estado sólido al líquido para, finalmente, adquirir la naturaleza gaseosa con la esperanza de expandirse y permear todos los espacios sociales.
Dotarse de un proyecto verdaderamente transformador del sistema socioeconómico capitalista es fundamental y urgente frente a la mayor crisis adaptativa de su historia
Las reflexiones sobre la (corta) Un viaje al país de nunca jamás'.
No estoy seguro de que especular sobre ciclos y etapas sea lo más adecuado. Especialmente cuando los viejos y nuevos cisnes negros se han convertido en buitres carroñeros del capitalismo tecno-financiero y plutócrata que se dedican a devorar los aspectos incompatibles con sus intereses de la democracia liberal y el Estado Social y Democrático de Derecho, al tiempo que intentan silenciar las alarmas de la emergencia climática. Lo que me parece indudable es que las reflexiones y propuestas del Documento Político no ofrecen una respuesta adecuada a los problemas que en ella se reconocen como vitales. Un ejemplo es la cuestión del Cambio Climático. No basta con declararse ecosocialistas, supongo que en línea con el pensamiento de Mchael Löwy, Murray Bookchin, John Bellamy Foster, y Erma Altvater, críticos con el capitalismo como causa estructural de la crisis ecológica [9]. Porque tal declaración debe incluir, para resultar creíble, el planteamiento de la transformación del capitalismo, sin el cual la propuesta es más propagandística que real. Es lo que ocurre en la mayoría de los partidos progresistas y de izquierdas. Conviene evitar equívocos si añadimos el término socialista al ecologismo, ya que esta etiqueta ha perdido gran parte de su significado. A la hora de la verdad, cuando las crisis económicas lo han exigido, los partidos socialistas no han dudado en implementar políticas neoliberales.
En el abordaje de la cuestión medioambiental debemos contemplar todas sus demisiones (adaptativa, paliativa, regeneradora), colocando en el centro las distintas formas de vulnerabilidad y los impactos sociales de magnitudes catastróficas, tanto para las generaciones presentes como las futuras [10]. Y eso solo será efectivo si se aborda desde la perspectiva de la transformación del sistema socioeconómico capitalista. Las estrategias de mitigación y adaptación no pueden estar subordinadas a la exigencia económica del beneficio privado, ni regidas por las leyes del mercado capitalista. La evidencia más clara son los magros resultados conseguidos en la lucha contra el Cambio Climático [11]. Pero nada de esto se contempla en la Ponencia Política. Y eso hace que muchas de las afirmaciones parezcan mera propaganda. Afirmar, por ejemplo, que las políticas climáticas deben orientar el resto de las políticas puede parecer una declaración ecologista radical, pero carece de sentido práctico si no se acompaña de propuestas concretas y viables. Es difícil imaginar cómo se materializaría tal planteamiento en áreas como la lucha contra la violencia de género; la conquista del poder ejecutivo por los trabajadores; la ampliación de la democracia a través de formas efectivas de participación, deliberación y acción directa; o la regulación y control de tecnologías digitales como la Inteligencia Artificial.
Es indudable que la perspectiva ecológica debe impregnar la cultura política, económica y social dado que los problemas socioeconómicos y ambientales están profundamente interconectados. Abordarlos exige un enfoque holístico que incluya la justicia climática, un imperativo moral y existencial en el contexto de ecocidio global en el que nos encontramos [12]. En política, confundir conceptos o simplificar excesivamente las complejidades puede resultar extremadamente peligroso. Esto ocurre cuando se concibe el partido como una organización atrapalotodo. Una cosa es asumir las reivindicaciones de colectivos como el feminista, ecologista y animalista, estrechamente vinculados con la universalidad de los derechos humanos -que solo podrán realizarse plenamente mediante la transformación y superación del sistema socioeconómico capitalista-, y otra erigirse en su representante político. El compromiso con los movimientos sociales no debe consistir en diluir una amalgama de demandas sectoriales en el proyecto político transformador, sino en articular sus demandas en una visión integradora que permita abordar la complejidad de los desafíos contemporáneos con soluciones sistémicas y eficaces.
En el apartado Democracia económica: laborismo y tiempo de vida se afirma: La mejor política económica es la que libera tiempo para la vida (!!!). Este exceso de lirismo, aunque bienintencionado, parece eludir la obligación de ser más preciso y concreto. La situación no mejora con la aclaración: Esto implica incorporar los intereses generales en la toma de decisiones y garantizar tiempo para que las personas puedan vivir vidas plenas y felices. Sin embargo, acierta plenamente al señalar: Es hora de democratizar nuestras empresas y nuestra economía (para) equilibrar las relaciones de poder y asegurar que las personas trabajadoras sean copartícipes del rumbo económico de nuestro país. Para alcanzarlo propone crear fórmulas de democracia económica que incorporen a las trabajadoras/es en la toma de decisiones en las empresas. Pero la fórmula ya existe en numerosos países: es la cogestión. Una conquista con más de 70 años de experiencia que ha evidenciado sus límites y limitaciones [13]. Ahí es donde hay que hacer hincapié para hacer efectivo el concepto estratégico de cogestión ejecutiva, que vaya más allá de la vigilancia e información habituales. Poder real sobre la organización, control, decisión y ejecución, junto con la participación en los beneficios empresariales, es la única forma de cambiar las relaciones distribuidas de poder en el seno de las empresas, y establecer uno de los pilares fundamentales del proceso gradual de transformación del capitalismo [14].
Muchas preguntas y pocas respuestas
Otro aspecto controvertido de la Ponencia Política es su caracterización de la situación actual: Llevamos años hablando del malestar y el descontento de diferentes grupos sociales, donde antes había certezas ahora hay dudas e incertidumbre. Lo que parecía robusto y destinado a perdurar en el tiempo, ha resultado frágil, incapaz de sostener las expectativas y dibujar certezas ni en el presente ni en el futuro. Es un diagnóstico psicosocial cuando menos, discutible. Pero incluso aceptando su validez, no responde a la cuestión política del por qué de la fragilidad y el malestar social, ni a la razón de la metamorfosis de las certezas en dudas e incertidumbres. ¿Eran falsas o ilusorias? ¿No habría que combatirlas con nuevas certezas? Estarían basadas en tres pilares: 1. La experiencia histórica (fracaso de la construcción del socialismo y fiasco de las expectativas revolucionarias); 2. Los avances en el conocimiento de los grandes sistemas complejos (no lineales, abiertos, dinámicos y adaptativos); 3. Las nuevas posibilidades científicotécnicas de la Revolución Digital (automatización y robotización inteligentes, computación de altas prestaciones, Big data, Inteligencia Artificial, ingeniería genética, y las neurotecnologías)? Certezas que la experiencia (praxis política) iría modulando en un proceso de retroalimentación caracterizado por la incertidumbre propia de los sistemas abiertos adaptativos [15].
En cuanto a la Revolución Digital y sus enormes presiones adaptativas, el análisis no puede ser más pobre, dada la magnitud de los problemas generados por el desarrollo tecnológico y la implementación digital en todas las esferas de la actividad humana. Lo paradójico es que la Ponencia Política resalta la clara falta de imaginación política a la hora de diseñar estrategias públicas, pero sin aportar propuestas. No aportan muchas frases como: Queremos una relación con la tecnología que sea ecológicamente posible y democráticamente liberadora. Y, aunque reconoce que hay una sorprendente falta de debate público sobre los desafíos tecnológicos, no ofrece nada destacable más allá de que la digitalización, el desarrollo tecnológico y la constante innovación que experimentamos deben estar lideradas por un Estado fuerte. Al final, todo se reduce a proclamar que necesitamos proyectos de emancipación tecnológica (...) tecnologías libres y abiertas, soberanía pública de las infraestructuras digitales para competir en pie de igualdad con las infraestructuras privadas. Todo ello se materializaría en un nuevo contrato social para enfrentar los retos que entraña la digitalización. Nada sobre los nuevos espacios de socialización (personal y colectivo); las neurotecnologías que pueden mapear la actividad cerebral y cambiarla; la potencia manipuladora de los algoritmos de Inteligencia Artificial y las NTIC, que están propiciando el desarrollo de una nueva mente colectiva (head of remote) basada en la nube (cloud), bajo el dominio de las bigtech (Amazon, Google, Facebook, etc.). Y nada sobre la urgente necesidad de dotarse de Nuevos Derechos de Ciudadanía Digital (de rectificación, cancelación, oposición, supervisión, protección, trazabilidad, participación, educación, desconexión, ciberseguridad, y libre y gratuito a la red) [16].
El proyecto de país que dibuja, aunque de forma imprecisa, el Documento Político es, básicamente, socialdemócrata. Una versión más avanzada y ambiciosa, pero socialdemócrata, al fin y al cabo, pues asume el marco del sistema socioeconómico capitalista. Nada nuevo, por otra parte. Lo grave es que ocurre en un contexto histórico marcado por intensas turbulencias y fluctuaciones cercanas al caos, donde la confrontación entre el beneficio privado (egoísmo competitivo) y la ganancia social (cooperación solidaria) se manifiesta en escenarios de conflictividad (que algunos llaman crisis civilizatoria), con peligro de que los conflictos bélicos se extiendan, las guerras híbridas proliferen, y se desate una conflagración mundial. Ante este panorama, una fuerza de izquierdas con vocación transformadora no puede limitarse a operar dentro de los márgenes del capitalismo. Su única opción es plantear la superación del sistema socioeconómico capitalista mediante un proceso gradual de transformación, tal como vengo señalando. Esto implica proponer una visión clara de futuro que vaya más allá de la defensa y conquista de mejoras sectoriales, aunque sin renunciar a ellas [17]. Liderar un debate de ideas es tenerlas muy claras. Está bien reclamarse como fuerza laborista, ecosocialista, feminista, proderechos LGTBIQA+ y antirracista, plurinacional y federal, pero no definen a un partido de izquierdas alternativo a la socialdemocracia. Las diferencias con el PSOE son de lenguaje y énfasis.
La principal debilidad del Documento Político radica, en mi opinión, en que no considera que la tensión inherente al capitalismo -particularmente en su fase de dominación plutocrática tecnofinanciera- entre su exigencia fundacional de maximizar el beneficio privado y los efectos socioeconómicos y medioambientales que genera (precarización de amplios sectores sociales en sus múltiples y cambiantes formas, aumento de la desigualdad y mercantilización de la actividad social, reducida a una mera oportunidad de negocio), no puede resolverse dentro del propio sistema. Un fenómeno similar al que describe el famoso teorema de Gödel [18]. Lo que abre un nuevo campo de posibilidades para desarrollar el proceso de gradual transformación. En definitiva, no valorar adecuadamente la situación histórica, ni comprender los complejos mecanismos por los que los sistemas socioeconómicos se adaptan, evolucionan y pueden transformarse, implica el riesgo de quedar atrapados la inmediatez de la política práctica. Lo que el historiador italiano Enzo Traverso denomina la jaula del presentismo [19]. Sin un proyecto de futuro transformador sólidamente construido no es posible ilusionar y dar esperanza a la mayoría social trabajadora y a las minorías oprimidas, marginadas y discriminadas. Y se corre el grave riesgo de provocar un nuevo batacazo. La próxima Asamblea del Movimiento Sumar puede ser una buena ocasión... O, de nuevo, una ocasión perdida.
[1] Carlos Tuya. Ganancia social, beneficio privado. Explotación capitalista y transformación socioeconómica en la economía del conocimiento. El Viejo Topo, 2024.
[2] En el ámbito político institucional perfeccionar los mecanismos de representación y actuación de la democracia liberal no suponen necesariamente un proceso de transformación, salvo que afecten al desarrollo de mecanismos participativos, deliberativos y directos de ejercer la soberanía. En mi libro Democracia Ampliada (Amazon, 2018) desarrollo el concepto evolutivo de transformación de la democracia liberal.
[3] Puede verse, entre otros libros sobre el tema: Alexarder Gourevitch. La república cooperativista. Capitán Swing, 2024; La experiencia cooperativa de Mondragón: una síntesis general. Lanki, 2008; Frederic Laloux. Reinventando las organizaciones. Arpa Ediciones, 2016 (https://docviewer.xdocs.net/view_v2.php); Brian J. Robertson. Holacracia, Empresa Activa, 2015. Ver también: Informe de la CEPES, Empresas más relevantes de la Economía Social 2023-2024.
[4] Ver: Ander Egg Ezequiel. Introducción a la Planificación. Siglo XXI Editores, 1991; José Luis Ceceña Cervantes. Introducción a la economía política de la planificación económica nacional. Fondo de Cultura Económica, 1975.
[5] El término ecocidio se refiere a los daños ambientales generalizados a largo plazo y claramente intencionales. En 2024 se celebró el primer juicio penal por ecocidio en Francia, que se convirtió en el primer país de la UE en criminalizar daños ambientales.
[6] En 2015, el Comité Económico y Social de la UE adoptó su propia declaración sobre la economía del bien común. Ver: Jean Tirole. La economía del bien común: ¿Qué ha sido de la búsqueda del bien común? ¿En qué medida la economía puede contribuir a su realización? Taurus, 2017.
[7] Ver: Cédric Durand. El capital ficticio. Cómo las finanzas se apropian de nuestro futuro. NED Ediciones, 2018.
[8] La extensión y aumento de la justicia social exige un incremento de la eficiencia económica para resultar sostenible, lo que supone un enorme desafío porque la interrelación entre ambas está llena de incertidumbres, consecuencia de la concurrencia de variados trade-offs (pérdida de una cosa y ganancia de otra). Un ejemplo es la relación entre rentabilidad agraria y conservación de la biodiversidad. O el rifirrafe entre la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y el ministro de Economía, Carlos Cuerpo (antes ya ocurrió con Nadia Calviño)). Ver: Harold Winter. Trade-offs: an introduction to economic reasoning and social issues. University of Chicago Press, 2005; Kevin Maney. Trade-Off: Why Some Things Catch On, and Others Don't. Crown Publishing Group, 2009.
[9] Ver: Michael Löwy. Ecosocialismo: La alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista. Biblioteca Nueva, 2013.
[10] Ver: José Antonio Cortés Vázquez, Humberto Miguel dos Santos Martins y Paulo Mendes. Antropología y cambio climático: recorridos, temáticas y propuestas. Disparidades, Revista de Antropología Vol. 75, Nº. 2, 2020; Jeffrey T. Kiehl. Facing Climate Change: An Integrated Path to the Future. Columbia University Press, 2016.
[11] El IPCC de 2023 señala que el desafío de limitar el calentamiento a 1,5 °C. es aún mayor debido al aumento constante de las emisiones de gases de efecto invernadero. El ritmo y la escala de las medidas adoptadas hasta el momento, así como de los planes actuales, son insuficientes para hacer frente al cambio climático.
[12] Un medio ambiente limpio, saludable y sostenible constituye un derecho humano universal, tal como declaró en 2022 la Asamblea General de las Naciones Unidas, y en marzo de 2023 la Asamblea General de las Naciones Unidas solicitó a la Corte Internacional de Justicia emitir una opinión consultiva sobre las obligaciones de los países frente al cambio climático. Ver informe: El estado ambiental de Derecho y el a la información, la participación pública y la justicia los derechos humanos en el Acuerdo de Escazú y el Convenio de Aarhus. Ediciones Jurídicas Olejnik, 2024.
[13] Uno de los primeros y más destacados ejemplos es la alemana Ley de Cogestión de 1951 (MitbestG). Ver: Fermín Rodríguez-Sañudo Gutiérrez y Esther Carrizosa Prieto (coord.). El ejercicio de los derechos colectivos de los trabajadores en la empresa. Tecnos, 2003.
[14] Desarrollo ampliamente el concepto estratégico de cogestión ejecutiva en mi libro “Ganancia social, beneficio privado” Op. Cit.
[15] La incertidumbre es consecuencia de las interacciones, tanto verticales como horizontales, retroalimentaciones y amplificaciones en los sistemas socioeconómicos. Ver: Anahí Gallardo Velázquez. La Era de la incertidumbre, la organización y la teoría del caos.
[16] En España, la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, ha propuesto, para su debate, una Carta de Derechos Digitales, cuyo objetivo es trasladar los derechos conquistados en el mundo analógico al mundo digital .Ver en el Anexo (pág. 273) de mi libro El Voto y el Algoritmo (Amazon, 2022)
[17] Posible porque en la evolución transformadora de los sistemas complejos adaptativos se conservan las mejoras adquiridas, tanto mediante procesos de apoptosis (poda de las partes que ya no son útiles o que están impidiendo el desarrollo de nuevas funciones), como en la derivagradual, tal como ocurre con el lenguaje.
[18] Muy resumido, el teorema de Gödel establece que ningún sistema formal puede ser completo y consistente al mismo tiempo si es lo suficientemente complejo. El ejemplo lo utiliza Zygmunt Bauman en su obra Capitalismo Parasitário (Laterza, 2012).
[19] Enzo Traverso. Sobre la complejidad del pasado. Sin Permiso, 2020.