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sábado. 31.05.2025
ELECCIONES EN POLONIA

Polonia: clave de la nueva arquitectura militar europea

Para los alentadores del rearme europeo frente a Rusia, Polonia se ha convertido en la pieza clave.

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Tusk y Zelenski en un encuentro este año.

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Polonia celebra este domingo la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. El resultado se aventura incierto. El candidato liberal, Rafal Trzaskowski, actual alcalde de Varsovia, apoyado por el gobierno, obtuvo el 31,2% de los votos, frente al 29,7% del nacionalista ultraconservador Karol Nawrocki. Una ventaja de sólo punto y medio, muy por debajo de las expectativas.

El nerviosismo cunde en las filas de la coalición liberal-conservadora cara a la votación del domingo

El nerviosismo cunde en las filas de la coalición liberal-conservadora. Trzaskowski, para ganar, necesita los votos del electorado de izquierda, la moderada y la crítica, que apoyó a dos candidatos distintos en primera vuelta, y aún así es dudoso que le alcanza para convertirse en el candidato más votado. Nawrocki podría contar con el respaldo del universo ultraderechista, dividida en varios partidos, pero unida en torno al propósito de impedir un dominio liberal en el gobierno y en la Presidencia (1).

Polonia ha sido, en cierto modo, un espejo deformado del sistema político francés. Aunque es menos presidencialista, ya que el Jefe del Estado en Varsovia tiene menos poderes que en París, su figura no es puramente representativa o conciliadora, como en Italia. El Presidente polaco puede bloquear decisiones del gobierno, que necesita el apoyo de las 3/5 del Sejm (Parlamento) para superar ese veto. Como en Francia, el paisaje político centrista está muy fragmentado, con numerosos partidos pequeños alineados en torno a una fuerza principal necesitada de acuerdos constantes para afirmar su liderazgo. La ultraderecha, aunque dividida también, tiene un representante muy por encima de los demás, el Partido Ley y Justicia. Pero mientras en Francia aún está lejos del Gobierno, en Polonia ya ha disfrutado del Poder y lo ha ejercido con férreo control de las instituciones del Estado y las instancias de representación social.

POLONIA CONTRA LA UE

En las tres décadas largas transcurridas desde la caída del régimen comunista, la derecha nacionalista y los liberal-conservadores se han alternado en el gobierno. La izquierda sólo tuvo cierto protagonismo a finales de los noventa, con la fallida transformación de los comunistas más aperturistas a la socialdemocracia. Pero desde el cambio de siglo, Polonia ha sido uno de los países más conservadores de Europa. El populismo de signo izquierdista que se ha dejado ver en otros lugares de Centroeuropa es prácticamente inexistente. La derecha ultranacionalista ha dominado el relato político, sólo amenazada por los liberal-conservadores, a los que se contempla, con su aquiescencia, como los representantes del orden europeo.

Desde el cambio de siglo, Polonia ha sido uno de los países más conservadores de Europa

Con la guerra de Ucrania, Polonia se convirtió en un país clave de la estrategia de contención europea. Los conservadores nacionalistas del PiS se contaban entre las fuerzas políticas europeas más antirrusas, en contraste con sus homólogos ses. De hecho, el partido de Marine Le Pen y el PiS nunca han sido capaces de constituir un grupo unificado en el Parlamento Europeo. Los polacos tuvieron como socios mayores primero a los conservadores británicos y ahora a los neofascistas de Giorgia Meloni. Pero, a pesar de esta hostilidad hacia Moscú, anclada en los agravios históricos del nacionalismo polaco, nunca hubo sintonía entre los nacionalistas del PiS y el consenso centrista europeo. Las medidas de compensación al agro ucraniano tras el bloqueo marítimo ruso provocaron el rechazo del entonces gobierno de Varsovia, alineado con los campesinos polacos en su protesta por las medidas europeas a favor de Kiev.

El triunfo liberal-conservador en las elecciones legislativas de octubre de 2023 se presentaron desde Bruselas como un ansiado cambio de signo. El gobierno del liberal Donald Tusk, un expresidente de la Comisión Europea, situó a Polonia en la vanguardia de la respuesta de los 27 a la “agresividad rusa”.

No obstante, los nacional-conservadores polacos han obstruido numerosas iniciativas reformistas de la nueva mayoría al mantener la jefatura del Estado en la persona de Andrej Duda, un político gris, a la sombra del poderoso líder del PiS, Jaroslaw Kaczynski. Tusk aspira ahora a contar con la Presidencia de la República para devolver a Polonia a una senda liberal europeísta en la que nunca ha estado firmemente anclada.

EL FRENTE ULTRA

Polonia ha experimentado notables cambios en su estructura socio-económica en las últimas tres décadas, a pesar de la fuerte presencia del sector primario. Como le ocurrió a España en los años noventa, Polonia se ha beneficiado enormemente de los fondos estructurales y de cohesión europeos, lo que, sin duda ha ayudado al discurso liberal-conservador. Pero no lo suficiente para superar el dominio político-cultural del nacionalismo, hegemonizado por la Iglesia católica y sus diferentes (y muchas veces enfrentados) agentes y portavoces políticos.

El nacional-conservadurismo contempla la Jefatura del Estado como un reducto desde el que resistir lo que considera como una ofensiva de Europa para acabar con las tradiciones polacas

En la actualidad, el nacional-conservadurismo contempla la Jefatura del Estado como un reducto desde el que resistir lo que considera como una ofensiva de Europa para acabar con las tradiciones polacas. El candidato del PiS, Narowcki, es aún más extremista que Duda, y durante las sucesivas fases de la campaña ha endurecido su mensaje para atraerse el voto de formaciones aún mas a la derecha, como Konfederacja (libertarios ultraconservadores) o los tradicionalistas monárquicos. Los dos candidatos ultras obtuvieron más del 20% en la primera vuelta, lo que convierte a sus seguidores en un botín estratégico para el PiS.

Se percibe un creciente nerviosismo en Varsovia estos días, ante la eventualidad de un alineamiento ultra en torno a Narowcki, porque el programa de Tusk podría verse gripado y la estrategia europea de contención de Rusia, obstaculizada (2).

La mayor parte de los ucranianos huidos de su país han encontrado acomodo en localidades polacas. Lo que un principio se vivió como un gesto solidario se ha convertido en creciente incomodidad. Polonia arrastra el mismo problema de debilidad demográfica que otros países centroeuropeos. Si la guerra se prolonga y la reconstrucción de Ucrania se complica, es muy posible que la presencia estable de ucranianos en el país termine reforzando las pasiones xenófobas ya existentes.

Estos riesgos han provocado también la movilización de los medios liberales en Occidente. Como muestra de ello, el semanario británico THE ECONOMIST le ha dedicado la portada de su último número, con un mensaje claro y rotundo: Polonia debe “conservar su puesto en el corazón de Europa” para evitar que se “pierda una fuente de dinamismo en el proyecto europeo”, “un ejemplo de seguridad y una potente voz de apoyo a Ucrania y de disuasión ante Rusia” (3).

EL CUARTO MOSQUETERO

Para los alentadores del rearme europeo frente a Rusia, Polonia se ha convertido en la pieza clave: por su posición de primera línea del frente, por su compromiso con el esfuerzo militar y por el consenso nacional antirruso. Polonia es el país europeo de la OTAN que gasta más en defensa: más de un 4% del PIB, una cifra muy superior a la del resto de sus socios continentales. Varsovia forma parte del grupo Weimar, junto con París y Berlín, una especie de directorio que marca la estrategia de los aliados europeos contra Moscú. Cuando el eje franco-alemán ha decidido tomar las riendas de confrontación diplomática con el Kremlin, no sólo ha contado en primera línea con Londres, sino también con Varsovia. Esta posición ha convertido a Polonia en lo que alguien ha definido como  “el cuarto mosquetero” contra Putin.

Para los alentadores del rearme europeo frente a Rusia, Polonia se ha convertido en la pieza clave

Las fuerzas armadas polacas son ya las cuartas más numerosas del continente. La previsión es que cuenten en 2035 con 300.000 militares (profesionales, reservistas y voluntarios), lo que les colocaría como el Ejército más poderoso de los socios europeos de la OTAN. El programa de rearme polaco es uno de los más ambiciosos del continente. Los planes privilegian el arma de tierra, “con el objetivo de construir una disuasión convencional creíble para paliar la ausencia de disuasión nuclear independiente”, afirma el Instituto francés de Relaciones Internacionales (IFRI), en un informe de hace unos meses (4).

Los representantes del Orden liberal en Europa se movilizan en Polonia, pero las fuerzas nacionalistas ultraconservadoras que se aprovecharon de las tensiones y contradicciones acaecidas tras fin del régimen comunista y la hegemonía social y cultural de la Iglesia católica no han dicho su última palabra.


NOTAS

(1) “Liberal Candidate Takes Unconvincing Lead into Poland’s Presidential Runoff”. BIRN, 19 de mayo.

(2) “Deux Pologne se font face à une semaine d’une présidentielle décisive”. HÉLÈNE BIENVENU. LE MONDE, 26 de mayo.K

(3) “How Poland can keep its place at the heart of Europe”. THE ECONOMIST, 22 de mayo.
(4) “Pologne, première armée d'Europe en 2035? Perspectives et limites d'un réarmement”. IFRI, 5 febrero.

Polonia: clave de la nueva arquitectura militar europea