La muy Artificial Inteligencia de la derecha
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Nada de ambigüedades, cuando digo artificial inteligencia de la derecha no es porque trabuque el nombre convencional de la IA (Inteligencia Artificial), es porque hay una radical diferencia entre ambas. La Inteligencia Artificial tal como la conocemos es una tecno metodología basada en una colección de datos -lo más amplia posible- que establece correlaciones y ofrece respuestas que parecen tomadas por un ser dotado de inteligencia natural. Sin embargo, la artificial inteligencia a la que me refiero en la cabecera de esta columna no responde a esa secuencia que liga datos con opciones, en absoluto. Circula por el carril contrario, ofrece visiones y rebusca para encontrar datos o hipótesis que validen de alguna manera la opción elegida previamente. Confío en haber podido despejar las dudas que hayan podido provocar el uso de la ordenación de las palabras artificial e inteligencia.
La derecha no parece ser consciente de que acabar con los criterios que certifican qué es verdad y qué es mentira es tanto como acabar con el proceso por el que ciertos homínidos llegaron a la condición de seres humanos.
Vamos a otra ambigüedad, la que se esconde en el concepto derecha. Así a la pata la llana, derecha viene a equivaler a la organización política de las ideas conservadoras, aquí en España se identifican con las siglas de PP y Vox. Lo de Alvise y sucedáneos no puede interpretarse como ejemplificación de organizaciones políticas porque carecen de estructura e ideario, son más bien bandas organizadas para aprovecharse de algo que explicaremos más tarde. Cuando nos referimos al concepto de derecha en la tesitura de su artificial inteligencia hablamos de partidos políticos, desde luego, pero también de grupos económicos organizados en forma de lobbies, de periodistas y comunicadores asalariados en grupos de prensa comprometidos con el ideario reaccionario, a células ideológicas religiosas y seglares, también a de la academia y de la istración del estado civiles o militares que cuando pueden hacer, hacen. Y en fin una estela de disconformes que a nivel individual o reunidos en colegios profesionales o asociaciones copadas de largo, actúan como promotores de ideas y “DATOS” o como correas de trasmisión de los mismos.
La derecha no se define por su fidelidad a nada que no sean los intereses de parte que identifican a un enemigo común, al que deben combatir del modo que fuere. Y dado que en la guerra moderna el uso de la IA es uno más de los recursos bélicos a la mano, a ello se han lanzado generando una manera muy particular de usar inteligencia artificial, que es lo que he llamado Artificial Inteligencia. E insisto, no es un juego de palabras.
La derecha no se define por su fidelidad a nada que no sean los intereses de parte que identifican a un enemigo común, al que deben combatir del modo que fuere
En la aplicación ordinaria de la IA, el modus operandi es primero de todo generar o captar el mayor número posible de datos. Una vez recopilados van a ser organizados de modo que una lógica de a los mismos actúe de un modo rápido y eficiente según un patrón de órdenes que se conoce como algoritmos. La interacción entre el y la IA determina el tipo de salida o de respuesta que la Inteligencia ofrece sobre el tema en cuestión. Tanto da si la respuesta es de orden opinático o de precisión, si la IA emite un juicio o valoración de una situación, o si identifica el volumen, dimensión, peso o posición de algo, una partícula, una célula o cualquier otro objeto. La IA actúa con tal grado de fidelidad a los datos y la algoritmia que puede equivocarse pero no puede mentir, se debe al proceso de educación a que se ha sometido su creación.
Pero en el caso de la herramienta bélica diseñada por la derecha, el proceso es inverso, ellos ya tiene una respuesta, una solución a sus inquietudes, lo único que requieren es una sucesión de datos que confirmen lo que esperan, pero ¿qué ocurre si los datos no existen o no se expresan en el modo deseado? Pues que se inventan otros, se transforman los existentes, se descontextualizan, se desordenan y como último recurso se envían a algún juzgado que reinterprete el sentido de los originales para que puedan ser engarzados en otra realidad más favorable. Y aquí juega un papel clave la inteligencia soportada por tecnologías digitales, porque es fácil construir una realidad a partir del uso masivo de datos digitalizables y fácilmente manipulables para dotar de realidad situaciones que no responden a la verdad, pero que resultan verosímiles en determinado contexto. La cadena que liga falsedades, datos seleccionados por su potencial uso, decisiones judiciales que materializan dichas opciones, machaconería mediática y exigencia de relevo político de los últimos días es un ejemplo de los cientos de operaciones de baja intensidad que la derecha planetaria pone en marcha cada vez que tiene oportunidad.
Al cambiar el orden de los factores en el uso de la Inteligencia Artificial por una Artificial Inteligencia, en la que los datos no definen qué es verdad sino que el tratamiento de éstos ofrece una realidad alternativa, entrona la mentira como estrategia para modelar el estilo de vida en las sociedades del siglo XXI.
En su alocado juego, la derecha no parece ser consciente de que acabar con los criterios que certifican qué es verdad y qué es mentira es tanto como acabar con el proceso por el que ciertos homínidos llegaron a la condición de seres humanos.