<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=621166132074194&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
viernes. 23.05.2025
TRIBUNA POLÍTICA

De lo que se trata es de no renunciar al futuro

Sugiero practicar de manera colectiva el apetito por el futuro, marchar al compás de la evolución, aunque solo sea para exorcizar la patética y burda versión creacionista que nos asola. 
Foto de archivo

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

 

Las ideas de progreso están siendo sometidas a un intenso cerco, a un interesado descrédito que trata de identificar progreso con abulia, con aristocrática desidia. Desde las posiciones conservadoras se produce un bombardeo continuado contra los logros que caracterizan a las sociedades avanzadas. Utilizando púlpitos, tribunales y determinados canales vinculados a sus grupos políticos se tabletea contra el ideario que pone a la humanidad en el camino de la libertad y la responsabilidad. No es la primera vez que esto ocurre, las aspiraciones de dignidad se ven afectadas por el virus de la intransigencia cada cierto tiempo. El asalto a la razón es algo que se percibe con nitidez en Occidente donde, por razones históricas, la democracia ha ido tejiendo una red de instituciones civiles, educativas y sanitarias que sostienen el avance social.

Esa red institucional es el blanco prioritario de las andanadas de los retrógrados, sabedores de que disponer de educación, sanidad y libertad de expresión son las defensas naturales de los valores democráticos que fundamentan los logros en materia de derechos civiles, inclusión y respeto a las diferencias. La inquina y la obcecación por acabar con las prestaciones públicas y universales en materia de educación, sanidad o derechos mediante su privatización persigue algo más que apropiarse de una fuente de negocio, persigue sustraer de la memoria colectiva el derecho a ser instruido, curado y respetado como persona seas quien seas, y dispongas de los recursos de que dispongas. No se privatiza solo por el negocio, se hace por razones de índole ideológica, en perspectiva de lucha de clases a lo largo de tiempo

Nos hallamos ante un salto táctico del fascismo en versión tecno esta vez. Volátil y dotado de características trans le permiten camaleonizarse como fuerza antisistema, léase el pueblo, lo alternativo y hasta de punk político

En según qué periodos el fragor del combate doblega la resistencia a ceder los derechos conquistados, a renunciar a logros y dejar que los sueños se desvanezcan. No siempre se gana, el camino del progreso ha sufrido reveses, casi todos ellos ligados a la presencia del fascismo en una u otra modalidad. Pero los valores propulsores del progreso no han desaparecido en ningún momento, ni siquiera en los más decaídos en que, por efecto de guerras atroces en el corazón de las naciones democráticas, éstos se apagaron. Incluso en mitad del horror nazi seguido del terror estalinista, los anhelos por construir un mundo mejor jamás dejaron de actuar. La utopía humanista no ha dejado de fajarse con los embates distópicos. La dialéctica hegeliana retrata muy bien este constante roce de las fuerzas de avance y las del retroceso.

Y ahora pasemos a la actualidad, nos hallamos ante un salto táctico del fascismo en versión tecno esta vez. Volátil y dotado de características trans le permiten camaleonizarse como fuerza antisistema, léase el pueblo, lo alternativo y hasta de punk político. Las claves de su éxito están siendo tratadas bajo ópticas sociológicas, económicas, militares, etc. Todas ellas contienen parte de la explicación del fenómeno y por ello todas habrían de ser tenidas en cuenta. Yo tan solo quiero apuntar que elijas la interpretación que elijas siempre llegas a un mismo lugar, la concentración del poder y el dinero en conjunción cualitativa de orden ahistórico, y el secuestro de la verdad interponiendo realidades alternativas. Este es el retrato de nuestra nauseabunda cotidianeidad: el proceso de derribo de lo social, verdadero objetivo del fascismo, torcido a base de empujones, tullido a base de falsedades. 

No se privatiza solo por el negocio, se hace por razones de índole ideológica, en perspectiva de lucha de clases a lo largo de tiempo

Mentiras en letras de molde más el control de los medios de comunicación es igual a fascismo con el depósito de combustible a tope, listo para derribar, acechando por doquier. No tengáis en mente tan solo la dupla Trump / Musk de hoy, es la más llamativa por reciente, pero acordaos de sus antecedentes, Hitler / Rothschild, Franco y March, o la más discreta y sibilina pareja formada por Thatcher y Murdoch y así sucesivamente hasta convertir esa mezcla de violencia física y violencia económica en un clásico que tan bien retrató el cine concienzudo de Rossen en los años 40, Costa Gavras en los 90 o Loach en la actualidad. Hay que decir que es muy necesaria la declaración artística de éstos y otros cineastas, pintores, músicos y demás personas comprometidas que emiten luz, porque el fascismo se enmascara y se oculta para desbastar, es como el calamar que expele tinta negra para emborronar el ambiente en la confianza de que en medio de tal puré de bazofia el ciudadano confunda su destino con el de quienes se lo niegan. La nebulosa creada con su sarta de mentiras puede ser reforzada con calostros de envidias y resentimientos, todo vale para obnubilar la razón que sitúa a la humanidad en la búsqueda de la verdad, la belleza y el bien.

Búsqueda ininterrumpida que la civilización ha batallado con éxitos notables, con fases de decaimiento también, desde luego, pero recuperables a condición de no perder de vista cuales son las inmanencias del porvenir. El futuro está como siempre impreso en las ideas del bien, la verdad y la belleza. Yo no voy a renunciar a ellas, no voy a renunciar al futuro. 

Y sugiero practicar de manera colectiva el apetito por el futuro, marchar al compás de la evolución, aunque solo sea para exorcizar la patética y burda versión creacionista que nos asola. 

De lo que se trata es de no renunciar al futuro