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Con una diferencia contundente que nadie se atrevía a pronosticar, el ultraderechista Javier Milei ganó la presidencia argentina en la segunda vuelta que se celebró este domingo (19). La victoria del economista, que se presenta como peronismo sumamente desgastado. Entre lo malo conocido y lo malo por conocer, optaron por esta última alternativa. Con Milei, Argentina tendrá un presidente que hasta ahora se ha demostrado imprevisible, con ideas y propuestas controvertidas y de difícil realización.
La posibilidad de que Massa hubiera sido el vencedor desafía cualquier lógica, a pesar del uso abusivo de los recursos del Estado a favor de su candidatura. Como señala el columnista político Joaquín Morales Solá en La Nación, “durante la gestión de Massa (como ministro de Economía) la inflación se duplicó, el precio del dólar paralelo se cuadriplicó y la pobreza se abatió sobre un número importante de argentinos, entre tres y cuatro millones de personas más”.
Con el 99,28% de los mesas escrutadas, Milei ganó con el 55,69%, frente al 44,30% de Massa. La participación fue del 76,31%, siendo la suma de votos en blanco y nulos poco más del 3%.
Sergio Massa se apresuró a reconocer la victoria de su adversario. Y lo hizo en forma inequívoca, antes de conocerse las primeras cifras oficiales, con un mensaje de convivencia, diálogo y respeto por la paz. Pero hizo una advertencia insostenible: la de que la economía dependerá del presidente electo a partir de ya mismo. Renuncia a su responsabilidad como ministro de Economía antes del fin del gobierno, el 10 de diciembre. Y se dice que podría pedir una licencia hasta el 9 de diciembre, oficialmente para facilitar la transición entre Milei y el presidente actual, Alberto Fernández.
“Se necesitan cambios drásticos, no habrá lugar para gradualismo, para la tibieza y las medias tintas”, anticipó Milei en su breve discurso de la victoria, en el que básicamente repitió las principales consignas de su campaña. El futuro inmediato de los argentinos pasa con Milei por un programa de ajuste de dimensiones colosales, que será combatido en la calle por el peronismo y la izquierda.
Milei no adelantó ninguna medida concreta ni futuros nombramientos. Su advertencia de que aplicará una política de choque recordó la idea de la “cirugía mayor sin anestesia” del ex presidente peronista Carlos Menem (1989-1999). Y se diferenció de la estrategia que usó el ex presidente Mauricio Macri (2015-2019), que sí optó por el gradualismo. “Hoy comienza la reconstrucción de Argentina” y “se termina el modelo del Estado empobrecedor omnipresente”, fueron las algunas de las frases que marcaron su breve discurso.
Para la victoria de ayer, Milei, que se califica como ultra libertario, tuvo el apoyo declarado por el ex presidente Macri, líder de la coalición Juntos por el Cambio de Bullrich. La unión de las dos fuerzas de la derecha -la del outsider Milei con la del ex presidente Macri- puso fin al sueño de continuidad peronista. Milei reconoció la importancia de Macri y Bullrich en su discurso de la victoria. Además del apoyo político, fue fundamental el apoyo que dieron en la fiscalización de las mesas electorales.
El discurso de Milei fue comedido, lo leyó, y solo al final se animó a terminar con el tono que lo hizo conocido, repitiendo tres veces su viejo grito de guerra: “Viva la libertad, carajo”. Pero a continuación salió a la calle y dio otro discurso a la gente que se había acercado al bunker e improvisó sobre la marcha unas palabras en las que volvió a verse al Milei desmelenado.
El resultado electoral demuestra que la mayoría de los votos que había sacado en la primera vuelta Patricia Bullrich fue a parar a Milei. Y también muchos de los que sacó Juan Schiaretti, ex gobernador de la provincia de Córdoba, peronista como Massa, pero que mantuvo una posición clara de enfrentamiento con el kirchnerismo, la corriente interna del peronismo hegemónica desde el 2003.
Ganadores y perdedores
Entre los ganadores de esta elección, además del candidato Javier Milei, está el ex presidente Macri, que a principios de este año decidió no presentar su candidatura. Entre los perdedores, además del obvio Sergio Massa, el candidato oficialista, también hay que incluir en el fracaso a la ex presidenta Cristina Kirchner -actual vicepresidenta-, sin cuyo apoyo no hubiera sido posible la candidatura de Massa. Cabe recordar que Massa no era su candidato, llegando a postular al joven Eduardo de Pedro; pero esta candidatura duró menos de 24 horas, cuando quedó claro que no tenía ninguna posibilidad de victoria.
La herencia económica y social que esperan a Milei son una pesada carga: deuda, inflación, pobreza, falta de dólares, son varios de los frentes que deberá atender de forma inmediata. La gobernabilidad y las posibilidades de que Milei pueda llevar a cabo sus polémicos proyectos son también desafíos importantes. Solo tendrá 39 diputados, de un total de 257, y además ninguno de ellos tiene experiencia parlamentaria. Para tener mayoría absoluta y el quorum para poder sesionar en el Congreso, necesitará 129 diputados.
Milei podrá contar con solo una parte de los diputados de Juntos por el Cambio de Macri. Una parte de la coalición no estuvo de acuerdo en el apoyo a Milei en el segundo turno y amenaza con ser oposición al nuevo gobierno. Macri podría aportarle a Milei 41 diputados, pero seguirían siendo insuficientes ya que necesita otros 49 para llevar a cabo las polémicas medidas que anunció en la campaña. Y en el Senado la relación de fuerzas será aún más desfavorable para el nuevo presidente, ya que es una cámara en la que el peronismo es tradicionalmente mayoritario.
Milei carece también de gobernadores aliados, algo muy importante en Argentina, puesto que tienen una influencia decisiva en el Senado. Y tampoco tiene los equipos necesarios para ocupar todo el aparato del Estado. Es ahí donde entra en escena el ex presidente Macri, con la experiencia de sus cuatro años de presidente y la previa de alcalde de Buenos Aires.
Un dato positivo de esta elección es que se esfumó el fantasma del fraude, después de que Milei hiciera una denuncia judicial previa, afirmando que en el primer turno se había producido un “fraude descomunal”, posiblemente para cubrirse frente a una eventual derrota. Lo mismo había hecho en Brasil el ex presidente Jair Bolsonaro, y Donald Trump en los Estados Unidos. Pero uno de los hombres más próximos a Milei concedió la noche de las elecciones en que había sido “una elección transparente”.
También es muy positivo el tono adoptado por Sergio Massa, muy diferente al que en su momento tomó la ex presidenta Cristina Kirchner, que se negó a entregarle los símbolos del poder, la banda y el bastón presidencial a su sucesor, Mauricio Macri.
