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La guerra comercial desencadenada por Trump -aparentemente errática o disparatada- parece haber entrado en una fase selectiva. La pausa arancelaria, sea provocada por la contundente reacción negativa de los mercados, sea supuestamente prevista como parte de una estrategia negociadora, excluye de momento a China, señalada por la Casa Blanca como la gran villana del comercio mundial.
Nadie se atreve a pronosticar los próximos pasos en un escenario alterado por un capitalista primitivo como Trump y su cohorte de asesores dispuestos a apurar su afición al gamberrismo intelectual y político. Ante la incertidumbre, los otros polos de la economía globalizada se mueven para mejorar sus posiciones, sin por ello atreverse a desafiar frontalmente al gran patrón.
REÑIDOS PERO NO SEPARADOS... AÚN
Si contemplamos el Mundo como un gran escenario donde se representan luchas de poder e influencia, descubriremos muchos actores de relevancia, pero, como en las piezas de duelo interpretativo, destacan dos actores sobre los demás: Estados Unidos y China. Y al igual que en las obras de ficción, ambos rivalizan pero se necesitan a la vez.
En el imaginario del Presidente MAGA la fuerza norteamericana no ha desaparecido, tan sólo se ha desaprovechado. Y ahí está él para ponerla de nuevo en valor
A cada andanada de Trump (54%) ha respondido Pekín con una escalada medida, replicada a su vez por otra mayor del presidente más teatrero de los últimos tiempos: las tarifas están ahora 145% (EEUU), 125% China) (1). Este aparente baile sobre la cornisa tiene cierta trampa. Se sabe que las dos partes están manteniendo os indirectos, más o menos discretos, para evitar derrumbes irreparables. Cuando no se activan los teléfonos rojos, se acude a técnicas menos dramáticas. En los duelos interpretativos, también los silencios resultan valiosos para mantener el clímax.
Luego están los movimientos laterales para eximir de la presión a productos electrónicos chinos. Trump juega engañosamente a llevar la iniciativa y aparenta no necesitar de otros apoyos para consolidar su actuación. Después de todo, en el imaginario del Presidente MAGA la fuerza norteamericana no ha desaparecido, tan sólo se ha desaprovechado. Y ahí está él para ponerla de nuevo en valor.
LA CONVERGENCIA CHINA-EUROPA
El otro actor principal y los secundarios de peso han escenificado con claridad calculada sus movimientos. China y Europa han atenuado sus divergencias. En Pekín no se olvida que la UE ha etiquetado a China como “rival sistémico”. El déficit comercial europeo con la superpotencia asiática roza los 300 mil millones de euros, mayor aun que el norteamericano con China. No obstante, en vista de la hostilidad norteamericana, ahora se impone un giro de guion. Por eso, China y la UE se han comprometido a reanudar una senda de entendimiento, pese al desacuerdo enorme que mantienen sobre Rusia y la guerra de Ucrania (2).
En Bruselas se teme que China quiera escapar de los aranceles trumpianos, “inundando los mercados europeos con sus productos”
La prensa anglosajona ha destacado la iniciativa del Presidente del Gobierno español de viajar a Pekín para ofrecer la mano tendida. Algo similar, pero no igual, ha hecho el británico Starmer, aunque Londres sea el polo menos batido por Trump y más proclive a no romper puentes con el “aliado imprescindible”. Sin embargo, otras potencias europeas recelan de la carta china. La Presidenta Von der Leyen lidera esa posición de vigía avezada frente a posibles maniobras orientales. En Bruselas se teme que China quiera escapar de los aranceles trumpianos, “inundando los mercados europeos con sus productos”. (3)
LA BAZA ASIÁTICA
China, por si acaso, asegura los frentes más cercanos. La gira por el Sureste de Asia (Vietnam, Malasia, Camboya) que ha emprendido esta semana el Presidente Xi es muy significativa (4). Vietnam, el vecino díscolo, es la mejor baza de Pekín. En otros tiempos muy lejanos estuvieron hermanados en un comunismo combativo. Luego se distanciaron por una rivalidad geoestratégica (Hanoi se posicionó del lado de Moscú en el cisma marxista-leninista) que los llevó incluso a una guerra fronteriza en la que Pekín salió mal parada. Ahora se encuentran de nuevo, cuando del comunismo sólo quedan las banderas y una retórica gastada. El capitalismo de Estado que ambos practican los ha llevado por caminos pragmáticos distintos.
Vietnam es hoy una pieza de gran valor en la estrategia norteamericana de contención de China en Asia
Los vietnamitas han favorecido acuerdos escalonados con su antiguo némesis, los Estados Unidos, a los que los derechos humanos y la falta de libertades individuales ha dejado de importarles, como en tantos otros sitios. Vietnam es hoy una pieza de gran valor en la estrategia norteamericana de contención de China en Asia. Y en Hanoi no han dudado en sacar partido de ello.
Los chinos, que entienden muy bien ese juego, saben que tienen también buenas cartas en Vietnam. Trump ha amenazado con castigar al tigre del sureste asiático con unos aranceles del 46%, en castigo por un déficit comercial que ronda los 100.000 millones de $. La respuesta de Hanoi ha sido bifronte. Por un lado, han activado canales de diálogo con Washington con promesas de comprar más productos norteamericanos, a cambio de reducir los aranceles anunciados. Y por otro, han apoyado la iniciativa del Presidente Xi, favoreciendo la firma de más de 40 acuerdos bilaterales, con el objetivo de convertirse en un socio de primera magnitud para China: primer cliente comercial en la región y cuarto del mundo.
En Washington se agarran a los límites de este acercamiento bilateral. De conseguir la indulgencia de Trump, Vietnam podría beneficiarse de la hibernación china, no sólo en Estados Unidos, sino en todo Occidente. Pero su capacidad estructural es limitada. Nunca podría llenar el hueco que dejaría China, en caso de un decoupling (desacoplamiento con la economía capitalista occidental).
CALIBRAR A CHINA
Así las cosas, la guerra comercial ha avivado el debate en Estados Unidos sobre la verdadera capacidad de China, presente y futura, para apoderarse del primer papel en el teatro del mundo.
En un artículo para una publicación especializada pero muy reproducido estos días por los medios generalistas, dos altos cargos de la istración Biden, Kurt Campbell y Rush Doshi, consideran que en Washington se sobreestima ahora el poder de China, después de haber pasado por épocas de visión contraria (5). Este movimiento pendular se debe a las dificultades que ha atravesado la economía china (efectos del COVID y de su rígida política de respuesta, envejecimiento de la población, inmensa burbuja inmobiliaria, disminución del consumo interno, crecimiento de la deuda pública, desequilibrios regionales y pérdida de peso del sector privado).
Trump, con sus decisiones atrabiliarias, está poniendo en peligro las bases de lo que ha constituido el liderazgo mundial de América en las últimas décadas
Para Campbell y Doshi, estas dificultades son innegables, pero, a su juicio, no se tiene en cuenta un factor que, tanto en el mundo actual como en otras épocas históricas anteriores, ha resultado fundamental: la capacidad para crear economías de escala, a base de alianzas y lazos de cooperación con otros actores internacionales.
La política de Trump ha sido justo la contraria. Con sus decisiones atrabiliarias, está poniendo en peligro las bases de lo que ha constituido el liderazgo mundial de América en las últimas décadas. Contrariamente a lo que consideran muchos de sus asesores, China no es un tigre de papel (invirtiendo el adagio de Mao), sino un rival muy considerable que, pese a sus dificultades estructurales, goza de bazas muy poderosas para convertirse en el número uno de la economía mundial a lo largo de este siglo.
De los datos aportados por Campbell y Doshi se deduce que la paridad en la cima del poder mundial es un hecho. China ya ha superado métricamente a EEUU en términos de PIB (30 frente a 24 billones de $). China duplica el porcentaje de EEUU en la producción manufacturera mundial (30%-15%). Si ampliamos este factor en los sectores tradicionales, China produce 20 veces más de cemento que EEUU, 13 veces más de acero, el triple de automóviles y el doble de potencia eléctrica. La desventaja a favor de China se agranda en los sectores estratégicos dinámicos contrariamente a la percepción dominante: en torno a la mitad de la producción mundial en la rama química, más de las dos terceras partes en automoción y el 90% en dos ámbitos imprescindible en la competencia futura como los es solares y el refinamiento de materias raras (por cierto, la exportación de estas últimas ha sido una de las represalias chinas por los aranceles de Trump).
Las debilidades de China son superables, a juicio de los dos expertos citados, y, en ciertos casos, no mayores que las que soporta Estados Unidos, tanto en el aspecto financiero como poblacional.
El índice de crecimiento de la economía china en el primer trimestre del año ha sido del 5,4%, mayor de lo esperado
Otros especialistas norteamericanos, como Scott Kennedy, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, perciben en las élites chinas un ambiente de “nueva confianza” en las posibilidades de su país, para afrontar el órdago de Trump (6). Incluso otros más escépticos sobre el poderío chino, como Jude Blanchette, de la RAND (7), creen que los dirigentes de Pekín avistan en esta crisis una oportunidad para afianzar su camino de desarrollo y de cooperación con otras regiones de mundo amenazadas por la estrechez de miras del rival americano. Aunque sea un dato menor, el índice de crecimiento de la economía china en el primer trimestre del año ha sido del 5,4%, mayor de lo esperado. Mientras, la economía norteamericana ya emite malas señales.
Al cabo, quizás los primitivos dirigentes norteamericanos actuales no han sabido entender que no se enfrentan a una simple caja china, en la que su poder comercial, juzgado por ellos ilegítimo, es la carcasa exterior que protege ambiciones ocultas. China se apoya no en una, sino en múltiples cajas, o en opciones de escala (como sostienen Campbell y Doshi) para resistir el intento de devolverles a un papel de actor secundario en la escena mundial .
NOTAS
(1) “A Devastating Trade Spat With China Shows Few Signs of Abating” ANA SWANSON & BEN CASSELMAN. THE WASHINGTON POST, 13 de abril.
(2) “Entre la Chine et les Etats-Unis, l’Union européenne cherche la bonne distance”. VIRGINIE MALINGRE. LE MONDE, 11 de abril.
(3) “Why Europe Fears a Flood of Cheap Goods From China”. MICHAEL SHEAR & JEANNA SMIALEK. THE NEW YORK TIMES, 14 de abril.
(4) “China’s Leader Courts Vietnam as Trade War With the U.S. Mounts”. DAMIEN CAVE. THE NEW YORK TIMES, 14 de abril.
(5) “Underestimating China. Why America Needs a New Strategy of Allied Scale to Offset Beijing’s Enduring Advantages”. KURT CAMPBELL & RUSH DOSHI. FOREIGN AFFAIRS, 10 de abril.
(6) “Why Beijing Thinks It Can Beat Trump. China’s elites have a new confidence in their own system”. SCOTT KENNEDY. FOREIGN POLICY, 10 de abril; “Why China thinks it might win a trade war with Trump”. THE ECONOMIST, 8 de abril.
(7) “China Sees Opportunity in Trump’s Upheaval”. JUDE BLANCHETTE. FOREIGN AFFAIRS, 27 de marzo.