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viernes. 30.05.2025
ELECCIONES EN EEUU

Trump convenció (y engañó) más

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El triunfo de Trump ha generado una tremenda preocupación y desde luego desánimo entre la opinión pública progresista e incluso de centro y hasta de centro derecha en la mayoría del mundo. Llegamos a ilusionarnos con la esperanza de que finalmente Kamala Harris triunfaría; eran más deseos que resultado de análisis rigurosos de la realidad política, social, económica, religiosa e ideológica de Estados Unidos.

Mucha gente tenemos la tendencia a analizar Estados Unidos desde parámetros de la lógica europea y por eso a veces nos hemos llevado grandes sorpresas y decepciones.

Estados Unidos, el gran país imperialista de los últimos cien años, la gran potencia capitalista del siglo XX, es como es, no como nos gustaría que fuera. Y es ante todo una sociedad compleja, muy diversa, en permanente evolución, con dinámicas que no siempre son fáciles de detectar o entender, y menos aún para los europeos.

Una sociedad hoy partida en dos bloques casi de proporciones similares y por ahora irreconciliables, con una importantísima abstención y con un creciente giro de las minorías hacia el conservadurismo, especialmente los latinos y un rechazo de los hombres blancos, incluidos los jóvenes, hacia las propuestas del feminismo.

Desde luego los parámetros “izquierda-derecha” y más aún la asimilación del Partido Demócrata como la izquierda, requieren muchos matices, que no siempre tenemos en cuenta; aunque es cierto que el Partido Demócrata en general se ha situado a la izquierda del Partido Republicano.

Pero también es verdad que si seguimos la trayectoria de los presidentes considerados más progresistas desde la Segunda Guerra Mundial, veremos que en bastantes aspectos dejan mucho que desear, sobre todo en política internacional.

F.D.Roosevelt impulsó una política moderadamente socialdemócrata para luchar contra los devastadores efectos de la crisis de 1929 pero, por ejemplo,fue muy poco receptivo con las demandas de apoyo del gobierno legitimo de la II Republica Española y no dio especiales facilidades para las campañas civiles de solidaridad y desde luego con los Brigadistas Internacionales norteamericanos. Y demoró la intervención en la Segunda Guerra Mundial hasta que los japoneses le machacaron la base de Pearl Harbor. Fue mucho más progresista en todos los sentidos su esposa Eleanor.

Kennedy impulsó políticas de igualdad de derechos civiles y de lucha contra la discriminación de la población afroamericana, pero permitió la invasión organizada por la CIA en Bahía Cochinos en Cuba, para desestabilizar el gobierno de Fidel Castro, favoreció la escalada en la intervención en Vietnam y ahogó las luchas anticolonialistas en África, y de alguna forma fue responsable político del asesinato de Patricio Lumumba.

Johnson, otro presidente con programas socialdemócratas y que dio continuidad al avance en el reconocimiento de los derechos civiles, sin embargo, continuó y multiplicó la intervención en toda Indochina, toleró los procesos anexionistas de Israel tras la Guerra de los 6 días en 1967 y fue políticamente responsable de la muerte del Che Guevara en Bolivia.

Los presidentes Carter, Clinton y Obama, fueron tres presidentes demócratas que realizaron importantes reformas en política educativa, medio ambiental, sanitaria, etc. aunque algunas de ellas quedaran a medio camino por la férrea oposición de las mayorías republicanas en el Congreso y en el Senado, y en el ámbito de las relaciones internacionales aunque propulsaron avances positivos: reconocimiento de China, acuerdos de paz en la antigua Yugoeslavia, pactos de control de las armas nucleares, Acuerdos de Oslo entre Israel y Palestina, etc. sin embargo siguieron siendo permisivos con las acciones expansionistas de los gobiernos israelíes y no fueron capaces de desmarcarse de las presiones del potente lobby judío norteamericano y mantuvieron una agresiva actitud con los gobiernos árabes nacionalistas.

Esos claroscuros de los presidentes demócratas ha sido también la tónica del gobierno de Joe Biden, con avances sociales y medio ambientales, pero una política internacional vacilante y permisiva con las agresiones israelíes.

Esa es la realidad, a lo que podemos añadir la incapacidad para impedir la gran permisividad en la venta de armas, las medidas proteccionistas de la producción, la exclusión de buena parte de la población del a la sanidad publica o a las universidades públicas, la escasa energía para combatir la violencia policial contra las minorías raciales…etc.

Por supuesto que las políticas de los gobiernos republicanos han sido mucho mas reaccionarias, con presidentes como Nixon, Ford, Reagan o los Bush, por no hablar de la primera legislatura de Trump.

El ancestral sistema electoral norteamericano no favorece en absoluto el pleno funcionamiento democrático

Por otra parte, el ancestral sistema electoral norteamericano, no favorece en absoluto el pleno funcionamiento democrático. Algo que los gobiernos del Partido Demócrata no se han preocupado en corregir y modernizar adecuadamente, sin ocultar que esta es una tarea difícil.    

A diferencia de lo que han sido los últimos gobiernos demócratas, Trump se va a encontrar con un poder omnímodo. Tiene en sus manos el poder ejecutivo, el legislativo y la mayoría del Tribunal Supremo, además del inequívoco apoyo del gran capital y de sectas y confesiones religiosas ultra reaccionarías, como los evangélicos.

Bernie Sanders, senador independiente (nuevamente relegido) y una de las voces sin duda mas solidas de la izquierda norteamericana, ha resumido su critica al Partido Demócrata en que “ha abandonado a la clase trabajadora”.

Es una parte de la explicación sobre los casi 14 millones de votos que ha perdido Kamala Harris, que ha preferido centrarse en el voto femenino, en el de la minoría negra (que hoy ya está por detrás de la minoría latina), en la minoría LGTB y sin ser capaz de atraer a los votantes musulmanes muy disconformes con la política israelí en la invasión de Gaza y el Líbano. Tampoco sus ambigüedades en materia de inmigración o en política fiscal, han ayudado a un programa coherente en estas materias.

Todo ello puede aclararnos como un personaje de las características de Trump, puede llegar a conseguir casi 73 millones de votos (en todo caso 2 millones menos que en el año 2020).

Ya veremos que hace con ese poder omnímodo, en un contexto nacional e internacional que es mucho mas complicado que lo que él dice en sus mítines y entrevistas.

En cualquier caso, el Partido Demócrata deberá hacer una profunda revisión de sus políticas y sus mensajes y buscar candidatos solventes que puedan conectar con las clases populares norteamericanas. Tienen dos años para ir recuperándose en las elecciones parciales del año 2026 y limitar en el Congreso y en el Senado el poder de Trump.

Por nuestra parte, el centro y la izquierda europea y española debemos sacar nuestras propias conclusiones para evitar que avancen y se consoliden las profundas tendencias de derechización de nuestras sociedades.

Trump convenció (y engañó) más