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Hace unos días conversaban Javier del Pino y Juan José Millás en el programa radiofónico A vivir que son dos días. En un momento de la plática, del Pino afirmó que no se explicaba cómo era posible que ante lo que está sucediendo no barriese el mundo una ola de indignación que acabase con todos los causantes de los males que nos asedian. Millás, por su parte, argumentó que estábamos vacunados contra todas las atrocidades cometidas y por cometer. Así nos lo dijo hace años Naomi Klein, llevan años inundándonos con imágenes bárbaras, con costumbres bárbaras, con gobiernos bárbaros para que luego, cuando la barbarie se haga realidad la consideremos como algo inevitable, conocido y no tan malo.
Por mucho que quieran ver en Trump a un personaje extravagante que juega al póquer con las cartas marcadas, por mucho que insistan en que el fascismo era otra cosa, no, se equivocan, el fascismo era esto
Por mucho que se esfuercen los articulistas y tertulianos habituales de los medios convencionales y digitales, por mucho que quieran ver en Estados Unidos han decidido que los palestinos que viven en su tierra desde hace miles de años ni tienen tierra donde vivir ni siquiera tienen por qué vivir, que su eliminación física, su expulsión absoluta es una cuestión no sólo posible sino encomiable.
A lo largo de mi vida, imagino que igual que ustedes, he oído muchísimas burradas y he leído más, empero creo que nunca creí que llegaría a escuchar entre risas y con la mayor indiferencia algo como lo que Donald Trump pronunció el otro día respecto a Gaza, quizá el territorio donde más se sufre del mundo. Dijo el hombre que ve el mundo como un casino del que tiene el botón de parar ruletas y las pandillas de matones, que aquella tierra, Gaza, tiene un enorme valor inmobiliario. Insistiendo en sus intenciones de convertir el solar de los palestinos en una urbanización de lujo para maleantes de guante blanco, estafadores, defraudadores, traficantes de armas y drogas y especuladores de toda condición. Claro, son 360 kilómetros cuadrados pegados al Mar Mediterráneo, una larga costa hasta ahora habitada por infrapersonas que no han sabido crear la riqueza en ese lugar privilegiado que habría creado un israelí o uno de Oregón. La destrucción de la inmensa mayoría de construcciones de la Franja, la matanza de ciudadanos de todas las edades y condiciones no serían, pues, actos crueles y hueros, sino los movimientos previos, la cirugía precisa para allanar el terreno, para expulsar a los antiguos moradores, para dejar todo dispuesto para que lo que hoy es el más claro ejemplo terrenal de la existencia del infierno bíblico, pase a ser en unos años uno de los territorios más parecidos al Paraíso de los existentes en este mundo.
Trump insiste en que después de la expulsión de los palestinos, de los que queden vivos, la titularidad del inmenso solar debe ser gringa
Aunque Israel es un estado asociado a Estados Unidos, incapaz de dar un solo paso sin su anuencia y apoyo incondicional, Trump insiste en que después de la expulsión de los palestinos, de los que queden vivos, la titularidad del inmenso solar debe ser gringa, puesto que serían sus empresas, las del propio patán de la Casa Blanca, las encargadas de levantar casinos, espás, apartamentos, villas, campos de golf, salas de fiestas y puticlubs de lujo en toda la Franja, además de cuidar de su seguridad mediante el uso de cualquier instrumento capaz de mantener alejados a los parias de la Tierra. Habla Trump y no se le va de la cabeza, como al niño tonto que no para de gritar porque quiere un juguete o una piruleta, del valor enorme de la Franja, de lo inexplicable que es que nadie haya hecho allí antes lo que él sugiere, pero no dice nada de los dos millones de personas que viven allí sobre los escombros, esperando sacar los huesos de sus seres queridos de entre las ruinas, no dice una palabra de un pueblo que está siendo exterminado con sus armas y con nuestro silencio, incapaces como somos de dejar a Israel, que por otra parte es un país asiático, fuera de todas las competiciones europeas, de dejar de venderle armas, de dejar de comprarle ningún producto. Después de asesinar a más de ochenta mil y dejar heridos y mutilados a doscientos mil palestinos, los hombres de la Biblia, israelistas y yanquis, ultiman su plan de venganza final, la desaparición de los palestinos de Gaza y Cisjordania, su expulsión hacia la nada o hacia los cementerios, sus sustitución por ricachones de todo el orbe que tendrán en aquellas tierras no sólo un lugar magnífico para broncearse y satisfacer todos sus apetitos sino también otro magnífico paraíso fiscal donde guardar el dinero sacado de la explotación y la guerra, de la miseria de los demás.
Ya sabemos que esos son los planes del hombre de la cara naranja, del tipo que se cree Nerón y le ha dado fuego al mundo, no para edificar una nueva Roma, un nuevo planeta, sino para demostrar cuál es su poder, cuales nuestras debilidades. Y sí, en efecto, somo débiles, muy débiles cuando hemos asimilado -al menos así lo parece por nuestras escasísimas protestas- que un pueblo debe ser exterminado en 2025 o que debemos negociar con el tipo que ha provocado el incendio en vez de tratarlo como el enemigo de la Humanidad que es. No es en este caso China, país que está fuera de la órbita democrática, amenaza para ningún país, es, tal vez, el amigo que debiéramos buscar, puesto que si Estados Unidos no tiene -como Reino Unido- amigos ni enemigos, sólo intereses, nosotros como europeos debemos también buscar nuestra conveniencia que ahora mismo es opuesta a la del país del Mississippí y puede ser convergente en muchos aspectos con la del país del Yangtsé.
Deberíamos pensar lo que significan las palabras de Trump respecto a la Franja de Gaza, la frialdad con la que dispondría su desaparición, y pensar con ello que estamos ante un niñato mal criado similar a Hitler
En cualquier caso, deberíamos pensar lo que significan las palabras de Trump respecto a la Franja de Gaza, la indiferencia con la que habla de los palestinos, la frialdad con la que dispondría su desaparición, y pensar con ello que estamos ante un niñato mal criado similar a Hitler, capaz de las brutalidades más impensables, capaz de llevarnos a todos a la sima más profunda e inexplorada. No podemos permitirnos el lujo de perder la humanidad, no tenemos derecho a ignorar en la quietud la matanza que se está perpetrando contra el pueblo palestino ni la amenaza que Trump supone para el futuro del Hombre.