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sábado. 24.05.2025
TRIBUNA GEOPOLÍTICA

Si vis pacem, para pacem

Europa sólo tiene una forma de subsistir, aumentar su cohesión política, económica, cultural y social, atendiendo de una vez por todas los verdaderos problemas reales de sus ciudadanos y haciendo valer que es la cuna y el futuro de la democracia

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Dividir el mundo en territorios de buenos y malos es algo que acostumbramos a hacer todos desde que la televisión quiso enseñarnos que los indios eran lo peor y los otros, lo mejor. Los indios vivían en su tierra, no digo que sin meterse con nadie porque sería mentir, pero según lo habían hecho durante siglos, guerreando unos con otros, cantándole a la luna y cazando lo que necesitaban para comer y abrigarse. No eran muchos, al menos no eran muchísimos, y su concepción de la vida no estaba marcada por la codicia. Llegaron los buenos, y no tuvieron bastante con comerse a todos los bisontes, cortar todos los árboles y exterminar a los nativos, querían más, más tierras, más oro, más pieles, más petróleo, más de todo y sólo para ellos, para la minoría que desde 1776, con sus relevos generacionales, con sus renovaciones, ha marcado las reglas de un país al que mueven dos cosas absolutamente complementarias aunque no lo parezcan: El dinero y la Biblia.

Europa no sólo debe cambiar de lenguaje, sino también su forma de estar en el mundo si quiere subsistir puesto que ya no serán los derechos humanos ni las constituciones quienes protejan a los ciudadanos y a los estados

Donald Trump sabe desde hace tiempo que es el enviado de Dios. Desde hace décadas su Pastor, en los oficios dominicales a los que acude con esposa e hijos, le advierte de la confianza que Dios ha depositado en él y de la imposibilidad que tiene de defraudarlo. Le ha enseñado a poner la mano de modo apostólico, a hablar como si lo hiciese antes del diluvio y a guiar al mundo entero por el sendero de la verdad. Si los pobres lo son es porque no se han esforzado, lo mismo sucede con los feos, los gordos, los tullidos y progres, gentes que no han captado el verdadero sentido de la vida, la verdad pura de Dios que no está por la labor de mantener inútiles y menesterosos, gentes que exigen derechos, constituciones, jueces justos, jubilaciones y otras cuestiones que fomentan la vagancia y la perdición de las sociedades en el vicio y la vagancia más absoluta. 

Europa ya no sirve, al menos la Europa heredera de la socialdemocracia y del miedo a la URSS. Esa Europa debe ser transformada en un conjunto de países autónomos que al modo de Orbán y Meloni sepan caminar sin tener que pedirle permiso a nadie. Europa no sólo debe cambiar de lenguaje, sino también su forma de estar en el mundo si quiere subsistir puesto que ya no serán los derechos humanos ni las constituciones quienes protejan a los ciudadanos y a los estados, sino su grado de proximidad al nuevo eje del bien constituido por Putin y Trump, las dos potencias nucleares por excelencia. No es comparable el potencial económico de las dos naciones, pero todo el mundo es consciente de que no existe la posibilidad de un enfrentamiento directo entre ellas porque tal cosa supondría el final de sus magnates, de sus ambiciones de dominio y de su propia existencia. La guerra nuclear no es una eventualidad de momento, sólo lo sería por un fallo, por un error de uno de los dos países o de algún estado satélite que llevase a un efecto en cadena sin posible remisión o corrección. Ante esa remota posibilidad no cabe hacer nada, ni siquiera rezar, sólo confiar en que suceda de modo poco ruidoso y rápido.

La guerra nuclear no es una eventualidad de momento, sólo lo sería por un fallo, por un error de uno de los dos países o de algún estado satélite que llevase a un efecto en cadena sin posible remisión o corrección

En la actualidad Europa Occidental tiene dos pequeñas potencias nucleares, Francia y Reino Unido. Ambas tienen un pequeño arsenal atómico que, si bien no serviría para ganar ninguna guerra, si ha servido hasta la fecha para que se las incluya en el club de los elegidos, de los que pueden hacer daño. Como en principio nadie está por la opción de la guerra nuclear, Estados Unidos, que fue quien movió los hilos para que la OTAN se instalase en las antiguas repúblicas soviéticas y en los países bajo la órbita de Moscú, quiere hacer un suculento negocio con Europa. Bajo la mentira repetida hasta la saciedad y compartida por muchos de nuestros mas ilustres tertulianos de que Estados Unidos nos ha protegido durante décadas, amenazan ahora con dejarnos desnudos frente al nuevo orden mundial que se está urdiendo a nuestras espaldas, es decir, se nos exige que gastemos más en armas, carros de combate, pistolas, misiles, granadas, aviones, que en escuelas. Por supuesto, esos miles de millones del rearme europeo servirían para volver a llevarnos bien con los yanquis y acrecer su industria armamentística, últimamente diezmada por falta de clientela solvente. 

Una vez armados con armas fabricadas en Arkansas, deberíamos formar un ejército europeo, ejército que nunca sería autónomo, sino que debería coordinarse con la OTAN, salvo en caso de que esta desaparezca víctima de los acuerdos Putin-Trump, cosa nada descartable. Una vez armados hasta los dientes, con un ejército formado por emigrantes pobres dispuestos a morir por nosotros, ¿qué haríamos? Seguro que grandes desfiles conmemorativos de tal o cual fecha, de la liberación de Berlín o de la independencia, maniobras en Normandía o en Zaragoza, banquetes de hermandad y poco más, porque pese a todas las mentiras con las que intentan de nuevo dormirnos, la abrumadora superioridad nuclear de Rusia y Estados Unidos jamás permitiría una Europa militarmente fuerte y autónoma. 

En la actualidad Europa Occidental tiene dos pequeñas potencias nucleares, Francia y Reino Unido. Ambas tienen un pequeño arsenal atómico que, si bien no serviría para ganar ninguna guerra, si ha servido hasta la fecha para que se las incluya en el club de los elegidos

Por último, los defensores del rearme europeo se olvidan de que casi todos los países de la Unión están amenazados por gobiernos de ultraderecha, es decir, por gobiernos nazi-fascistas de nuevo cuño, muy proclives al Trumpirato y muy poco dados a enorgullecerse de la Europa de las libertades, la solidaridad, la cultura y los derechos humanos, verdaderas señas de identidad de nuestro espacio de convivencia. 

Europa sólo tiene una forma de subsistir, aumentar su cohesión política, económica, cultural y social, atendiendo de una vez por todas los verdaderos problemas reales de sus ciudadanos y haciendo valer que es la cuna y el futuro de la democracia, el último reducto donde la libertad puede seguir avanzando. Si entra en una carrera armamentística, si entra en la competición de los bárbaros, lo único que podemos esperar es barbarie. Si quieres la paz, prepara la paz.

Si vis pacem, para pacem