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domingo. 01.06.2025
TRIBUNA POLÍTICA

El camino de la izquierda

Ante la situación de acoso que sufre el partido del Gobierno no es el momento de sacar a pasear las diferencias. Ahora no toca eso. Ya sabemos lo que perjudican las luchas internas.
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Bancada socialsita en el pleno del Congreso de los Diputados. (Foto: Flickr PSOE)

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Vivimos en un mundo cada vez más extraño en el que la verdad, la responsabilidad y la decencia son valores que están en franca decadencia y en muchas ocasiones desaparecidos o, peor aún, despreciados. Están siendo sustituidos por la mentira, la irresponsabilidad y la indecencia. Pero lo más peligroso es que gran parte de la sociedad lo ite como una realidad incuestionable. La mentira tiene mucho más recorrido que la verdad. Sin duda el trumpismo ha ganado por goleada y ha impuesto su realidad, no solo en EE.UU. sino en bastantes democracias. El Europa la extrema derecha ha experimentado un crecimiento basado en el negacionismo de las creencias democráticas tradicionales, que han conformado unas sociedades libres e integradoras y las están sustituyendo por el pensamiento excluyente, radical y racista.

El trumpismo ha ganado por goleada y ha impuesto su realidad, no solo en EEUU sino en bastantes democracias

Contaba Ignacio Sánchez Cuenca que, en un estudio hecho por el Washington Post, le habían contado a Trump durante su mandato 30.573 mentiras. En las últimas elecciones ha dicho barbaridades como que los inmigrantes haitianos se comían las mascotas en Springfield y lo hizo en el debate televisado con Kamala Harris, seguido por millones de personas. Esa afirmación absurda desmentida por el alcalde de la ciudad, y todas las que ha ido contando, más las que ya acumula, no le ha inhabilitado como gobernante, por el contrario, ha triunfado y ahora nos esperan cuatro años sufriendo las barbaridades de un mentiroso compulsivo. La conclusión no puede ser más desesperanzadora, la gente se cree las mentiras, o peor aún, no les importa que se mienta.

Aquí, asistimos perplejos a cómo los dirigentes del PP, con el mayor descaro, ocultan sus incompetencias y sus actos delictivos atacando a los del Gobierno, a su familia y a quién haga falta, con la inestimable colaboración de sus jueces. Naturalmente para que el engaño funcione se necesita una estrategia que, partiendo de la orden del jefe Aznar, (quién pueda hacer que haga), coordine las actuaciones con los medios de comunicación afines y de la Justicia. También es preciso que se utilicen personajes y entidades que colaboren, no importa su catadura ni su falta de honradez porque de darle credibilidad se encargan los “socios”. Así asistimos a un espectáculo de vergüenza que haría enorgullecer al mismísimo Steve Bannon, maestro del trumpismo.

Esta estrategia nos conduce a ver, por ejemplo, cómo personas honestas se ven obligadas a defenderse ante medios, comisiones y tribunales de los bulos acusadores vertidos por delincuentes confesos. Y escuchar a jueces manifestar que hay que acabar con Pedro Sánchez. Que todo un Fiscal General del Estado sea acusado por un delincuente confeso. Que se boicotee el Gobierno de la Unión europea para ocultar el gravísimo error en la gestión de una catástrofe que ha costado más de 200 víctimas. Esto no es fruto de una pesadilla, está pasando en realidad. Si fuese el guion de una película de cine negro, no sería creíble, porque los delincuentes que además usan malas artes, los malos, nunca ganan. Una paradoja difícil de entender en una sociedad sana en la que la verdad y la honestidad deberían ser de uso común.

Estamos ante una situación que tuvo al maestro Goebbels como ejemplo y que el PP ha utilizado ya con anterioridad

Estamos ante una situación que tuvo al maestro Goebbels como ejemplo y que el PP ha utilizado ya con anterioridad. No olvidemos la operación de echar de la judicatura a Garzón para tapar la Gürtell.  A esta situación colaboran de forma inestimable el uso de las redes sociales, eso junto al abandono descarado de la ética profesional de algunos medios que en otros tiempos fueron creíbles, pero que ahora no les importa perder la credibilidad si con eso engordan la cuenta de resultados. El dinero antes que la profesionalidad. Si Diógenes buscara con su lámpara en ese campo no encontraría a nadie.

Supongamos que consiguen su objetivo y convencen a la mayoría de que tienen que gobernar ellos (PP, VOX, jueces, medios…) ¿Cuál es su programa? ¿Qué medidas de gobierno tomarán? De eso no sabemos nada, sólo que quieren echar al Gobierno legítimamente constituido (eso no importa) para ponerse ellos, aunque no hayan explicado lo que quieren hacer. Es una paradoja que esto lo dirija el PP, el único partido de la democracia que ha sido condenado por corrupción.

En esta atmósfera tan enrarecida y tan peligrosa, la izquierda tiene la obligación de desmontar esta estrategia por el bien de la democracia. Para vencer a un enemigo tan poderoso es necesario convenir unas actuaciones comunes. No es el momento de buscar diferencias, tiempo habrá de plantearlas cuando se recupere la normalidad democrática. Esa alianza debe comenzar por el interior de las propias fuerzas políticas. Ante la situación de acoso que sufre el partido del Gobierno no es el momento de sacar a pasear las diferencias, los congresos regionales que se avecinan deben hacer el menor ruido posible, al contrario, deben significar un ejemplo de unidad en lo orgánico y en lo político. Los que habitualmente se desviven por disentir y ocupar portadas de los medios deben pensar en lo que supone que su postura debilite la unidad. Ahora no toca eso. Ya sabemos lo que perjudican las luchas internas.

Ante la situación de acoso que sufre el partido del Gobierno no es el momento de sacar a pasear las diferencias

También sería necesario que las fuerzas políticas a su izquierda lograran, una vez más, unirse en torno a unos puntos básicos fruto de un debate común, pensando también en lo que se puede hacer, no en lo que sería ideal. Su debilidad actual fruto de su fragmentación debe servir de ejemplo de lo que no se debe hacer, no es el momento de sacar a barrer la “psicopatología narcisista de las pequeñas diferencias” que diría Josep Ramoneda. Lo que importa en política es conseguir ser eficaz y eso se consigue desde la fortaleza que da la unidad de acción. Cuando lo han hecho se han conseguido grandes avances para hacer una sociedad más justa. Ese debe ser el único objetivo político.

En segundo lugar, desmontar los bulos desde todos los frentes posibles, redes, medios y presencia en la sociedad, celebrar muchos actos. A la izquierda siempre le ha ido bien cuando se ha echado a la calle a explicar y convencer a la ciudadanía.

Lo más importante es que todos sean conscientes del peligro que encierra este acoso y derribo sin cuartel que está sufriendo el Gobierno progresista y que el camino a seguir debe ser el de avanzar en acciones que beneficien a los ciudadanos que más lo necesitan, como la vivienda y trasladar las buenas cifras de la macroeconomía al bolsillo de los contribuyentes.

El camino de la izquierda