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Hay algo de los acontecimientos recientes que me parece que no ha sido tratado con la exactitud requerida para las cosas importantes. Me refiero a la configuración de una élite social que apartada del mundanal ruido, a despecho de riquezas y boato, sea capaz de mostrarse como alternativa moral, que atraiga hacia posturas honestas al conjunto de una sociedad que se deshila a ojos vista.
La historia de la civilización muestra claramente este combate entre las fuerzas de luz y el progreso y las de la opacidad escondida tras las tradiciones
La dirección del mundo cae del lado de los mentirosos, los soeces, los bufos, los criminales. A ellos se han opuesto como han podido legiones de personas virtuosas, solidarias y magnánimas que abundan en todo el mundo. Su oposición ha sido una lucha dura y desigual, pues para enfrentarse al mal han debido optar por defender modelos políticos orientados a la victoria electoral y en ello han perdido tiempo y energías para seguir avanzando en lo que resulta su misión prioritaria: iluminar las zonas oscuras del ser humano y contrarrestar la influencia del mal.
La historia de la civilización muestra claramente este combate entre las fuerzas de luz y el progreso y las de la opacidad escondida tras las tradiciones. Combate que a veces ha llegado a situaciones depravadas en las que las fuerzas del mal se encuentran como en casa, apostando por el fuego purificador. Las guerras, todas ellas, son resultado de esa forma de entender la evolución social y la resolución de conflictos, pero también son destacables vórtices explosivos manifestados en revueltas genocidas como los acaecidos en Armenia en el siglo XX, en la Palestina actual o en pogromos y exilios forzados en todo momento. Esos acontecimientos tienen en común el haber sido promovidos por quienes defienden el uso de la fuerza para acallar las voces disidentes, sobre todo aquellas que denuncian la injusticia y la amoralidad. Hasta la revolución sa perdió su pujanza cuando las ideas liberales e ilustradas próximas a la luz fueron cooptadas por el furor revolucionario, cuando se deshicieron las moralizantes palabras de Rousseau o de Voltaire para darle la dirección de la narración a las beligerancias jacobinas de Robespierre.
La dirección del mundo cae del lado de los mentirosos, los soeces, los bufos, los criminales
Una especie de combate entre el bien y el mal actúa como sustrato del desarrollo histórico. Como los nudillos del falso predicador Powell de la Noche del Cazador, el amor y el odio mantienen un constante duelo que en la actualidad vemos representado como el choque entre el bulo y la verdad, la inocencia y la indecencia. Tenemos datos de más de cincuenta guerras extendidas por el planeta, no son noticias halagüeñas para quienes se identifican con los maltratados y se sienten personas atañidas por la extensión de dolor. El color negro se extiende y lo mancha todo.
Menos una cosa, la nitidez con la que se puede percibir qué es cierto, riguroso y bueno frente a aquello que es manifiestamente falso, ambiguo y de dudosa justificación. Las dobles parejas formadas por rico y botarate como son el tándem Trump – Musk o Milei – Macri sin olvidar a Orban y el fondo inversor Corvinus son ejemplos de la pérfida alianza capital codicioso con testosterona barbárica. Ahora bien, la oscuridad dominante permite el claroscuro donde, como en Caravaggio o Zurbarán, se intensifica la brillantez de la luz, de la verdad. Las últimas décadas han estado pobladas por una convivencia indebida de lo ético y lo arrabalero en la que se ha dado por aceptable el discurso manifiestamente anómalo del neoliberalismo, la voz de satán vestida de Prada, que ha radiado en la misma frecuencia y timbre de quienes nunca han aceptado dicha convivencia sabedores de los riesgos de la equidistancia en la promoción de lo social. Si exceptuamos voces individuales como las de Piketty, Sanders, Greta Thunberg o Chomsky (y algunos más desde luego), las élites cultivadas han permanecido mudas o aletargadas. Un respeto innecesario y excesivo ha espoleado la falsedad y ha inhibido a la fracción consciente del planeta asumir de un modo más asertivo el derecho a liderar el discurso por el que debería guiarse la humanidad. Una especie de cursi humildad, y una cierta posición de privilegio que defender, ha dejado en los márgenes de la vida colectiva todo aquello que estuviere relacionado con la vida buena, bella y veraz.
En la situación actual, con mentirosos, criminales, condenados y autoelegidos líderes políticos, las personas alejadas de sus actitudes chulescas e intimidatorias ya no tienen por qué congeniar con la hez de la historia
Triangulo de la virtud que las elites sociales siempre han entendido como la misión de las fuerzas que empujan hacia cotas superiores de civilidad. En la situación actual, con mentirosos, criminales, condenados y autoelegidos líderes políticos, las personas alejadas de sus actitudes chulescas e intimidatorias ya no tienen por qué congeniar con la hez de la historia, es el momento de refutar, combatir y construir un mundo diferente. Viva pues la diferencia, embarquémonos en una aventura que es la responsabilidad de la razón en la historia, una labor que más que de élites ilustradas es de rechazo de la atrofia inducida por la mentira.