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viernes. 23.05.2025
TRIBUNA POLÍTICA

Eurovisión 2025, el triunfo de Maquiavelo

El mismo día en que Israel había iniciado un nuevo ataque de su ejército a la población civil de Gaza causando más de 100 muertos, también había enviado a una cantante a Basilea para participar en el festival de Eurovisión.

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"Nulla Aesthetica Sine Ethica" fue la justificación que dio don José María Valverde cuando dimitió de su cátedra de estética en Barcelona como respuesta reivindicativa del cese de don José Luis López Aranguren como catedrático de ética en la Complutense de Madrid. Cosas de filósofos.

No tengo la impresión de que el profesor Valverde hubiera votado a Israel en el reciente Festival de Eurovisión. Tampoco estoy seguro de que lo hubiera seguido, pero veo más fácil esto que lo otro.

Según muchos europeos, demasiados para mi gusto, se puede pertenecer a un pueblo genocida, por cierto, elegido de Dios, y cantar muy bien

Lo digo porque, el mismo día en que Israel había iniciado un nuevo ataque de su ejército a la población civil de Gaza causando más de 100 muertos, también había enviado a una cantante a Basilea para participar en el festival de Eurovisión.


Se trata este certamen de una competición entre cadenas de televisión de países europeos al que también invitan a la de Israel, europeizando, con ello, un país geográficamente asiático. Esta circunstancia es una de dos paradojas a destacar. La otra es que, mientras Rusia ha sido expulsada de toda clase de certámenes deportivos, culturales, etc., desde que invadió Ucrania, la invasión de Gaza por parte de Israel, no ha merecido la misma sanción para este país. Aceptemos esta situación.

Ganó Austria, ya saben, ese maravilloso país que hizo austriaco a Beethoven y alemán a Hitler. Pero estuvo a punto de ganar Israel gracias a que, su canción, fue la más votada por la gente europea. Al menos por la gente europea aficionada a eso de la Eurovisión. Gracias a que la votación final es la suma de votos populares y votos "profesionales", estos últimos, más favorables a la canción austriaca, se evitó un problema para el próximo festival de Eurovisión que lo hubiera tenido que organizar Israel, entre ruidos de sirenas y demás.

Lo que me planteo, al hilo de tan fútil ocasión como es un festival canoro, es, nada menos, si tenía razón el profesor Valverde o, por el contrario, Nicolás de Maquiavelo, respecto de la relación de la ética, como teorización de la moralidad

Demos también por estética, e incluso por muy estética, la canción de Israel. Para no elegir entre ignorancia e indiferencia, ni se, ni me importan los valores intrínsicamente estéticos de dicha canción.

También acepto cosas como las normas de votación del festival o el que, este, se termine convirtiendo en una competición entre países, incluso entre estados, en lugar de un certamen participado por empresas de comunicación.

Incluso comprendo que se use cualquier cosa para dar "una bofetada sonora" a Pedro Sánchez, como, al parecer, se pudo hacer por una porción del pueblo español. El que pueda hacer algo, incluso votar a Israel sin oír su canción, que lo haga.

Lo que me planteo, al hilo de tan fútil ocasión como es un festival canoro, es, nada menos, si tenía razón el profesor Valverde o, por el contrario, Nicolás de Maquiavelo, respecto de la relación de la ética, como teorización de la moralidad, con la política o el arte.

Que te guste la pintura en claroscuros de Caravaggio, un asesino confeso, me parece más aceptable que disfrutar de la canción de Yuval Raphael, cosa que no pudieron hacer sus paisanos, los soldados que estaban, en ese momento, matando gazatíes

Fadrique Furió Ceriol, uno de los muy pocos maquiavelianos españoles extendió la idea de que la política, es decir, la forma de gobernar era independiente de la ética del gobernante, al terreno del arte. Según su opinión, se podía ser, simultáneamente, un buen artista y una persona inmoral. En el mismo siglo, Caravaggio o Gesualdo de Venosa, por ejemplo, le dieron la razón. Mas tarde, podrían añadirse a esa lista gente como Wagner, nada menos. Y, aún, en nuestro siglo, enormes artistas como Woody Allen, Michael Jackson o Plácido Domingo han tenido problemas sociales, y profesionales, al conocerse ciertos aspectos de su vida privada.

Claro que, ninguno de ellos, estaba relacionado con el asesinato industrial de más de 53.000 personas. Y, la inmoralidad tiene grados, así como la relación con esa inmoralidad. Que te guste la pintura en claroscuros de Caravaggio, un asesino confeso, me parece más aceptable que disfrutar de la canción de Yuval Raphael, cosa que no pudieron hacer sus paisanos, los soldados que estaban, en ese momento, matando gazatíes.

Aunque, esto, es nada más que una opinión mía. Según muchos europeos, demasiados para mi gusto, se puede pertenecer a un pueblo genocida, por cierto, elegido de Dios, y cantar muy bien.

Pero, mantengo mi duda, ¿puede haber estética sin ética?

Eurovisión 2025, el triunfo de Maquiavelo