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El pueblo salva al pueblo. Este lema originario de los pueblos latinoamericanos reprimidos por las dictaduras de los años 60 y 70 se ha vuelto “viral” tras la catástrofe vivida esta última semana en las inundaciones que han asolado gran parte del sureste y este de nuestro país. Pero, ¿por qué ahora? Y más importante que esto, ¿es correcta esta afirmación?
De ser correcta, de alimentar la conciencia de que somos los humildes contra los políticos, debemos plantearnos una nueva cuestión, que es la de ¿quién eligió a esos representantes en primer lugar? ¿quién permitió que se continuase construyendo en zonas inundables? ¿quién eligió a los que desmantelan los servicios públicos?
¿Cómo un incompetente como Mazón llegó a una posición de poder que conlleva una responsabilidad para la que no está preparado?
El pueblo eligió a Mazón. El pueblo tiene responsabilidad sobre ello, responsabilidad de la que solo parece acordarse cuando vienen mal dadas.
En estos momentos tenemos a empresas, individuales y organismos de todo tipo organizando recogidas de alimentos, de materiales y de dinero para enviar a los pueblos afectados. Ante una catástrofe aparentemente todos sacamos nuestro lado humano…o lo hacemos para lavarnos las manos y por satisfacer nuestro propio ego. Y quizás alguno podría hacerlo, tras darse cuenta de que su voto fue el que permitió que un dirigente incapaz poseyese el cargo de mayor responsabilidad en una situación crítica, o que le permitió lucrarse construyendo en zonas inundables.
Pero la realidad no es la primera ni la tercera, sino más bien la segunda. La tragedia de miles de personas se está utilizando como: campaña política, blanqueamiento de figuras públicas y excusa para justificar la perpetuación de actitudes malévolas y lamentables.
Sí, con esto último me refiero a la gran cantidad de personalidades y empresas (Xokas, TheGrefg, Amancio Ortega, Juan Roig….) que utilizan esta tragedia para donar y blanquear su figura, a pesar de no haber enviado a sus trabajadores a casa a pesar de la alerta roja, para luego seguir cometiendo los crímenes, porque son crímenes, que nos han llevado a este punto. O la cantidad de individuos que no tributan en España y montan campañas de donación para luego utilizar las donaciones con el fin de justificar el evitar el pago de los impuestos (sí Xokas, te estoy señalando a ti).
Estos personajes, entre otros muchos que no merece la pena ni mencionar, no son los que van a salvar al pueblo, el pueblo ni les preocupa.
El pueblo se salvaría a sí mismo asumiendo la gran responsabilidad que el voto de cada uno de los 45 millones de españoles tienen para elegir a aquellos que les representan. El pueblo se salvaría a sí mismo siendo consciente de la desigualdad de clases y del transvase de riqueza de la clase trabajadora a los dueños de los medios de producción, a los que algunos se empeñan en defender, a pesar de haber quedado claro que las vidas de sus trabajadores les importan bien poco, como se ha visto en esta tragedia con aquellos a los que la inundación les arrastró a una experiencia fatal. El pueblo se salvaría siendo consciente de que una donación de 1 millón de euros o de 4 millones de euros por parte de las mismas personas que han ganado miles gracias a recalificaciones de terrenos, construcción en terrenos inundables y que se han llevado millones en indemnizaciones y subvenciones estatales (sí, uno de ellos tiene un estadio por insonorizar), no sirve para nada. O que las campañas de donación que monta gente que luego rehuye de tributar en nuestro país no van a servir para reconstruir las vidas de las familias afectadas.
El pueblo no se debe olvidar de sí mismo a la hora de votar, ni a la hora de movilizarse. El pueblo nunca debe olvidarse de sus responsabilidades y de la capacidad que tenemos para influir en lo que se decide. El pueblo puede salvar al pueblo, pero para ello hay que mantenerse unidos, informados y remando hacia el mismo lugar. Exigir más a los partidos políticos, pero hacerlo juntos y sin mirar cada uno sus propios intereses. El pueblo, organizado y participando en democracia, puede prevenir que se vuelva a leer lo de que “el pueblo salva al pueblo”.
Miguel Martínez Montans