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domingo. 25.05.2025
50 AÑOS SIN FRANCO

¿Por qué conmemorar el cincuenta aniversario del final de Franco?

Conmemorar el final del dictador no tiene que ver con el hecho de celebrar ninguna muerte.
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Suelto publicado en el periódico El Socialista en noviembre de 1975 (*).

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@Montagut |

Conmemorar el final del dictador Francisco Franco no tiene que ver con el hecho de celebrar ninguna muerte, ni tan siquiera la de un dictador que, por otro lado, con sus decisiones provocó muchas muertes por motivos exclusivamente políticos, sindicales o sociales. Ni mucho menos. Se trata de recordar, analizar y estudiar una dictadura en todas sus dimensiones porque supone un momento histórico dilatado y que dejó una huella indeleble, además de plantear, siempre con ánimo crítico, lo que fue la Transición. En los dos análisis debe imperar la calma, el sosiego y también el rigor. En este trabajo los historiadores tienen una responsabilidad social evidente y digo historiadores, no panfletistas o revisionistas. No se trata, por otro lado, de dedicarnos a lanzar improperios por tierra, mar y aire contra el dictador y la dictadura, como tampoco glorificar, blanquear o añorar lo que fueron ambos. Tampoco podemos seguir mitificando la Transición, pero no creemos que tacharla de componenda tardofranquista ayude mucho a entender lo que pasó. Los trazos gruesos nunca sirven para mucho.

Los españoles tenemos la responsabilidad de honrar los valores democráticos que sostienen nuestro Estado y nuestra sociedad

Se trata, en fin, de estudiar para saber, para conocer, para entender y para proyectar futuros donde nunca vuelvan a darse dictaduras en nuestro país.

Pero también hay un valor que tiene que ver con la memoria de un país democrático moderno, y nos referimos al hecho de que los españoles y españolas de nuestro tiempo tenemos la responsabilidad de honrar los valores democráticos que sostienen nuestro Estado y nuestra sociedad y que fueron constantemente vulnerados y pisoteados durante tantos decenios del pasado siglo.

La derecha clásica pretende que se cubra todo con el manto del silencio con la consabida expresión de “pasar página”

Nunca hemos entendido que se diga que hablar del franquismo es provocar división entre españoles. Las divisiones surgen por las distintas maneras de entender la política y la vida, y eso es natural y bueno, y ocurre en todas partes, y que no deben desbordarse más allá de los límites que marca la convivencia pacífica. Pero hablar de una dictadura para conocerla y para evitar que se repita debería unir, o, en todo caso, generar debate, claro está, pero sereno y serio. La derecha clásica, ya que la otra es heredera directa de la dictadura y poco se puede hacer, pretende que se cubra todo con el manto del silencio. Después de que una parte de los españoles y españolas sufrieran la dictadura, se nos recomienda el olvido con la consabida expresión de “pasar página”. Cuando eso no se hace la reacción es fulminante a través del consabido argumento de recordar los desmanes que se hicieron en la guerra civil por parte del lado republicano en un ejercicio de “y tú más”. No, la historiografía seria ya ha hablado de la represión republicana con rigor, y ya el franquismo recordó esa represión todos los días y a todas las horas de su larga existencia, honrando a las víctimas también. Pero, ¿las otras?, nada, silencio, porque “se les pasó la vez”.

Otro argumento que se emplea por la derecha, y este es más moderno, en todo caso, tiene que ver con el hecho de que la izquierda sacaría a Franco a relucir para obviar sus miserias o errores, para generar supuestas tensiones artificiales o para sacar réditos electorales azuzando el miedo de los afines que pudieran caer en la tentación abstencionista. Este planteamiento, aunque no lo compartimos, es en honor a la verdad más propio de un partido democrático y puede generar un debate más serio, mientras que el otro demuestra que ese partido democrático no consigue nunca despegarse de ese pasado, precisamente, través del recurso de la amnesia colectiva.

Insistimos, se trata de saber, de aprender y de honrar valores y a quienes los defendieron y que tienen que ver con lo que dice nuestra propia Constitución. El silencio no cura, enquista y genera rencor. Hablar es hasta terapéutico y, además, no lo olviden, nadie en este país tiene ninguna autoridad legal ni moral para hacer callar a nadie. Si a alguien le molesta que se hable del franquismo, con todo el respeto, y con toda la serenidad, ese es su problema, porque, además, nos preguntamos, ¿cuándo se podrá recordar y hablar de la dictadura, conmemorar su final y valorar el difícil camino hacia la democracia?, ¿en el siglo XXII?

(*) Suelto publicado en el periódico El Socialista en noviembre de 1975.

¿Por qué conmemorar el cincuenta aniversario del final de Franco?