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Vivimos una época de hiperinflación de opiniones y una clamorosa carencia de datos fiables. No porque no los haya sino porque se utilizan como muletilla de opiniones preestablecidas. Esas ideas marco que nos describió Lakoff y que configuran las opiniones publicadas que conforman la opinión pública colectiva. Esa que se adjetiva como “problema”, sin ir muchos más allá en su continuo resolutivo. Que muchos no pretendan ni siquiera buscar porque tal vez el verdadero negocio se centra en no encontrarlo.
Hay varios ejes de debate sobre la vivienda que incluso tienen gran fortuna parlamentaria. Vamos en esta primera tribuna con uno de ellos: La vivienda vacía como expresión de la codicia humana. Hay millones dicen unos, cuatro, pontifican incluso otros a nivel nacional. También hay asesores políticos expertos que dan por bueno datos de las aplicaciones del sector inmobiliario y cifran en 266.000 las viviendas vacías en Madrid. Sin que nadie sepa exactamente de donde ha salido la cifra y que significa “vivienda vacía” a efectos estadísticos.
Porque, ante un problema de esa magnitud. O sea, con la supuesta retención especulativa de nada menos que el 28% del parque residencial madrileño, sin definir quienes son los propietarios causantes de ello y sin molestarse siquiera en identificarlos, se ha dado por bueno un dato inflacionista que solo contribuye a generar ansiedad en la demanda de vivienda para uso propio.
Se está dando por bueno un dato inflacionista que solo contribuye a generar ansiedad en la demanda de vivienda para uso propio
La primera premisa es que es falso de rotundidad ese número de viviendas vacías, por ejemplo, en el caso de Madrid, que es extrapolable al resto de España. Como es falso también el concepto vulgar que se tiene de ese dato, como luego veremos.
Los únicos datos disponibles y derivados de los censos de institutos públicos en sus páginas web arrojan una realidad bien diferente. Disponiéndose además de los datos comparados de los dos censos oficiales últimos 2011y 2021. Y son estos:
Madrid Ciudad disponía de un parque de viviendas principales en 2011 de 1.320.530 unidades que en 2021 apenas se han visto aumentadas a una cifra de 1.322.855, en gran medida por los efectos de la crisis financiera 2008-2017 y los posteriores del COVID 19. La evolución positiva de la construcción en los últimos cuatro años no nos permite especular sobre el número actual, pero dados los procesos de construcción que duran entre dos a tres años, aún no arrojan un crecimiento consolidado suficiente que afecte a la demanda finalista en propiedad.
De ese parque total el número de ellas vacías eran 153.100 en 2011, que sufrieron un enorme descenso en 2021 a 97.178. Lo cual refleja la tendencia real de esos años por los efectos de la recuperación del mercado del alquiler. Y que, conviene considerar, porque hasta antes de ayer el problema era el exceso de viviendas en propiedad en España y ahora la balanza se inclina de nuevo hacia ello. No hay quien entienda a partir de ahí de donde salen las cifras mediáticas utilizadas por tirios y troyanos en estos días de polarización y manipulación de la realidad.
Pero es más relevante el que del número total de viviendas principales que componen el parque residencial en 2021, 317.766 de ellas estaban ocupadas en régimen de tenencia de alquiler y 927.965 en propiedad.
Por todo ello que hay que presumir que el número de viviendas vacías en Madrid (97.178) suponían un 10% en 2021 (o ahora) y no el 28% de lo publicado en medios de comunicación, puesto que ese sería el porcentaje de ser verdad que habría 266.000 viviendas vacías sobre las 927.965 en manos de propietarios privados.
Entre tanto, día a día, se simplifica en los medios de comunicación el que los causantes de estos desafueros socioeconómicos son los tenebrosos fondos buitres y las corporaciones financieras que retienen esas enormes cantidades de viviendas, para sus futuros beneficios, transformándolas, entre otras cosas, en las llamadas e ilegales “viviendas turísticas”. De ese tema comentaremos en otra tribuna por su especial singularidad.
Pero, sea cual sea la cifra de viviendas vacías en Madrid se nos suscitan algunas preguntas:
¿A qué viene entonces el resolver el “problema de la vivienda” construyendo miles de viviendas nuevas con el incierto destino de ser calificadas como “algún régimen de protección” para dar apariencia pública a lo que no va a ser otra cosa que promoción privada sujeta a las reglas del mercado financiero?
¿Por qué el Estado con los presupuestos generales aportados por todos los españoles tiene que poner a disposición suelo barato a precio político y financiar infraestructuras costosas para su urbanización (como es el caso de la operación Campamento en Madrid), si hay centenares de miles de viviendas vacías o haciendo un uso ilegal de ellas, que resolverían de golpe el problema sin tan enormes costes y tiempos de dilación en resolverlo?
Contestar a esas preguntas, no ingenuas, nos lleva a una respuesta distinta a la emprendida en los diferentes actores del arco político madrileño y estatal.
Por otra parte, la propia técnica estadística de los institutos públicos que construyen estos datos define como vivienda vacía de la siguiente manera: “Vivienda cuyo consumo eléctrico es inexistente o por debajo del umbral medio de consumo eléctrico”. Que no es en absoluto la comprensión vulgar que la ciudadanía tiene de ese término.
De manera que una “vivienda vacía” se define por un parcial dato suministrado por IBERDROLA sin determinar más allá. Ni las causas; ni el régimen de tenencia real; ni si se trata de una segunda residencia esporádica; una herencia sin resolver, o un número incontable de datos socioeconómicos y urbanísticos imprescindibles, que nos podrían acercar al menos a la realidad. Claro, que para eso hay que trabajar y es mucho más fácil subirse a una tribuna con un dato en internet que glosa una falsedad.
Porque, por el contrario, una vivienda vacía no sería nunca una destinada ilegalmente a alojamiento temporal de viajeros o, en el caso de un “gran tenedor especulativo”, el que simplemente activase en cada vivienda destinada a ese tráfico un calefactor que superase el consumo medio eléctrico. De manera que si aplicamos esa variable al 10% de viviendas vacías en Madrid (como concepto estadístico) aún se reduciría más su número y resultarían más manejable las soluciones al problema. Y sobre todo a su conocimiento material. Sí, con datos.
La segunda cuestión implica determinar, con datos fiables de orden socioeconómico, censal y urbanístico, el número de viviendas vacías susceptibles de promover una política pública efectiva para su puesta efectiva en el mercado de la vivienda. Debe efectuarse, en mi opinión, introduciendo medidas de fomento para ello, dada la ineficacia histórica demostrada de la inaplicación de las punitivas por la mera y enorme complejidad de las situaciones que genera esa cantidad de inmuebles aún desconocida y por conocer en su exacta magnitud. Amenazar amagando con sanciones que no se cumplen, o son de difícil cumplimiento, no es la mejor de las opciones fuera de la galería.
Si alguien quiere ahondar de forma eficaz en ese conocimiento de la realidad residencial madrileña y española va a encontrar muchas más respuestas que las de los “fondos buitres”
Porque si alguien quiere ahondar de forma eficaz en ese conocimiento de la realidad residencial madrileña y española va a encontrar muchas más respuestas que las de los “fondos buitres”. Lo mismo es algo que no interesa conocer demasiado porque afecta a no pocos “electores” y no solo rentistas. De ahí las necesarias medidas de fomento que son muchísimo más proactivas que los señalamientos y pretensiones sancionadoras.
Por último, lo tercero (y capital) es que si en vez de cifras estratosféricas, que son imposibles de abordar, supongamos que la realidad situase en algunos miles mensurables y concretos el número de viviendas vacías susceptibles de proyectarse en el mercado sobre las que fuese posible actuar, además de las más de las cincuenta mil ilegales destinadas al uso de hospedaje fraudulento en Madrid. A partir de intervenir (ahí sí) con la normativa legal actual directamente aplicable, lo mismo nos ahorraríamos no pocos debates superfluos y la ciudadanía notaría a corto plazo una intervención positiva de la política y los políticos en la resolución de un problema.
Hay pues muchas más opciones de actuación proactiva (sin las quimeras de “intervenir” el mercado como demagógico brindis populista al sol), para confrontar dificultades y resolver problemas. Claro, son necesarias reformas posibles y no quimeras. En una palabra, del “hay que” al “cómo” todo es cuestión de trabajo y voluntad política real. Porque parafraseando a Shakespeare, El ser o no ser de una política pública de vivienda eficaz depende de actuar sin datos o con ellos. Esta es la cuestión.
Fuente datos: Instituto Nacional de Estadística (INE) y Censos del Ayuntamiento de Madrid.