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Aleix Sales | @Aleix_Sales

Tras su paso por BCN Film Fest y a pocos días de su estreno comercial. Una coproducción hispanoportuguesa sobre la necesidad de encontrar una nueva vida sea donde sea, cuando ya es imposible comprender la que conocemos, protagonizada por Manolo Solo y María de Medeiros. Charlamos con la directora de este paso adelante en su filmografía.
¿Qué es lo que te inspiró a contar esta historia?
Sobre todo, la fantasía de ser otra persona. Esto es inevitable, todo el mundo en algún momento fantaseamos con ser otro, o vivir en otro sitio, en otro entorno, completamente distinto a lo que somos nosotros. A través del cine y de la literatura, siempre vivimos otras vidas, pero la nuestra es muy reducida. El detonante fue una noticia que leí en el periódico de un hombre que había dejado España, se había marchado a Venezuela abandonando su familia, y 20 años después una hija que quedó en España lo declaró fallecido. Y cuando quiso volver encontró que no podía entrar al país porque constaba como muerto. Entonces empecé a pensar, ¿qué le puede pasar a alguien para dejar todo atrás, abandonarlo todo? Y, sobre todo, pensar si eso es posible, si es posible de verdad dejar tu pasado, empezar en otro sitio, olvidarlo del todo y que no vuelva o que no te afecte. A partir de ahí escribí la película.
Una coproducción hispanoportuguesa sobre la necesidad de encontrar una nueva vida sea donde sea, cuando ya es imposible comprender la que conocemos
Precisamente también inscribes la película en el tono humanista que también había en Vasil (2022), también con un punto social. Pero esta premisa, esta idea de ser otra persona, te permite también jugar con el thriller. Porque devenir otra persona es un tópico bastante propio del cine negro. ¿Cómo fue integrarlo en la historia?
La apuesta de esta película es un poco eso, utilizar elementos de thriller: estos misterios, puntos de giro, que no sabes muy bien lo que va a pasar. Pero contarlos desde una manera propia del cine de autor, calmado, de personajes, humanista, de diálogos... Creo que esa mezcla podía funcionar. Porque al final, si te fijas, el hecho de que cuando él suplanta a este jardinero que va a la quinta, en realidad el que lo descubran o no, no es tan importante. El personaje de Amalia enseguida se da cuenta de que este hombre no es quien dice ser y la película va por otro lado, de la relación de ellos. Aun sabiendo que este hombre está suplantando a otro, ella lo que entiende es que tiene una herida, que necesita ese espacio y le deja quedarse ahí. Pero creo que esos elementos un poco propios del thriller, sin hacer género, ayudan a que la historia camine de otra manera.
Sí, la verdad ayuda y también le da una vuelta de tuerca. Puede parecer un poco la típica película de hombre que se retira al campo, que hemos visto muchas últimamente, pero no, tiene este factor diferencial.
Relacionado también con el tema de la identidad y con otra película muy reciente, ¿has visto Molt lluny (Muy lejos), de Gerard Oms?
Todavía no, tengo muchas ganas.

También es un caso similar al de tu protagonista: un chico que, de un día para otro, se va sin explicación aparente a un nuevo país a empezar una nueva vida. Están en puntos vitales distintos, pero tienen en común esa búsqueda de su yo verdadero. ¿Tú crees que un nuevo espacio puede forjar una nueva identidad?
Yo creo que una nueva identidad completamente no. No te puedes deshacer de todo lo que eres y llevas en la mochila de todo tu pasado, de toda tu personalidad, pero sí que puedes verte enclavado en un entorno tan diferente que esa identidad va sumando. La identidad se va configurando con todas las vivencias que vas teniendo a lo largo de la vida. Entonces, en ese nuevo entorno sí que puedes tener una opción de desarrollarte de otra manera, o de tener algo de transformación sin abandonar lo que eras.
No sé si tú te identificas con el protagonista porque a nivel profesional tú eres arquitecta de formación, pero luego te decantaste para entrar en la industria del cine, primero como script y luego escribiendo y dirigiendo. Es decir, tú también en varios momentos has dado un cambio de rumbo notable. En ese sentido, ¿la historia resuena en ti?
Sí, no la escribí por eso, para nada, pero es verdad que sí, que tiene resonancias. Y, de hecho, esta fantasía de la que hablábamos antes de ser otra persona o de poder vivir otras vidas, yo creo que, en mi caso, el hecho de haber cambiado de profesión me ha dado un poquito esa oportunidad. De repente, accedes a otra disciplina que es igual de bonita también, con una ilusión y unas ganas, pero ya con cierta edad. Me ha dado mucha vida. Es bonito esto.
Bueno, es uno de los mensajes de la película: mejor tarde que nunca, si es lo que sientes, pues adelante.
Eso es, sobre todo con personajes de cierta edad como los que estamos retratando, de 50 y largos, que pensamos que ya tienen la vida hecha. Una persona con esa edad que ya más o menos tiene su profesión, su estabilidad y tal... Pues no, pueden pasar cosas, hay que estar abiertos.
Tanto en Vasil como en esta incorporas la migración en tus tramas. En Vasil es más bien cómo acogemos y cómo tratamos de integrarlo en nuestra vida cotidiana, mientras que aquí es al revés, de aquellos que parten y se tienen que adaptar a un nuevo lugar. ¿Qué es lo que te permite introducir el tema de la inmigración en tus películas? ¿Qué es lo que quieres contar a través de ella?
Por un lado, es que creo que es uno de los grandes temas de hoy en día. En cualquier ciudad te paseas por la calle, escuchas un montón de idiomas, un montón de gente que es de otros sitios, y piensas siempre qué los habrá llevado a moverse. Me parece interesantísimo todo este flujo. Y también, todas las dificultades a nivel político y económico que tienes en unos países y en otros no. Esta especie de constructo que tenemos tan bizarro. Y luego, a nivel de la percepción del otro, me parece muy interesante cómo nos enfrentamos a alguien que supuestamente es diferente, o que viene de otro país, de otra cultura, de otra lengua... Siempre tenemos estas reticencias, pero por otro lado es precisamente lo que nos permite conocer más mundo, abrirnos. Creo que no hacemos esfuerzos suficientes para conocer a otras personas. Más sobre todo con esta vida que llevamos siempre, que ya no nos cabe nada más. Entonces creo que ese otro, cuando encima viene de lejos, representa con más fuerza esta dificultad de conexión, ese esfuerzo que tenemos que hacer por conocer a otra persona. Y lo bonito que es cuando realmente te abres a ello.

Sí, tal vez tendrían que venir más apagones, ¿no?
Totalmente, lo comentábamos ayer, un apagón al mes. Vamos a promover un apagón al mes.
Ahora vamos a hablar de los personajes, y primero quiero empezar con el personaje del título: la quinta. ¿Dónde la encontrasteis y cómo fue el proceso para encontrarla?
La productora portuguesa, O Som e a Fúria, empezó un proceso de localizaciones, nos iban mandando información, y al final seleccionamos seis quintas y fuimos a visitarlas. En Portugal sí que teníamos claro que sería en la zona norte, por el tipo de paisaje que buscábamos, así más de bosque y más de tiempo cambiante, un poco parecido a Galicia. Y de estas seis que vimos, esta quinta, aparte de que es una maravilla, es la que más se ajustaba, la que más ayudaba a describir el personaje que lo iba a habitar, el personaje que describe el guion de María de Medeiros. Yo creo que, al final, los espacios en una película tienen que ayudar a describir al personaje que los habita, o a la gente que pulula por allí, y contribuya a contar la historia más coherentemente.
Y luego es muy bonito que empieces por la quinta como personaje porque, si te fijas, en la película, todos los personajes han tenido un cambio importante en su vida, una migración o alguna cosa, y la quinta también lo ha tenido. Esta historia de que antiguamente tenía los almendros, y que fueron todos cortados. La quinta también tiene un pasado.
A la hora de trabajar el espacio en la película y de encontrar las localizaciones, ¿te sale la vena de arquitecta?
Claro, algo hay. Yo le doy mucha importancia a las localizaciones de la película, pero, sobre todo, para que describan lo mejor posible a los personajes. Y yo creo que, aparte de eso, lo que más noto como arquitecta tiene que ver más quizá con la composición de los planos, el cuidar mucho esas composiciones, y que las cosas sucedan dentro del plano, que los personajes tengan su espacio para desarrollar la secuencia. También la estructura del guion, que es algo bastante férreo, algo muy pensado, ese tipo de cosas.
Siempre estaría al lado de cualquier cineasta que dé protagónicos a Manolo Solo, porque es un gran intérprete y aquí lo vuelve a demostrar. ¿Lo tenías en mente ya para el personaje? ¿Cómo ha sido trabajar con él?
Yo trabajé con Manolo en un corto hace un montón de años, más de 10, no quiero ni pensar (ríe). Y mientras escribía el guion, la verdad es que lo tenía en mente. De hecho, el guion estaba escrito para una persona más joven, para que hubiera una diferencia de edad con el personaje de Amalia, pero me venía bastante Manolo a la cabeza todo el rato (ríe). Entonces, al final dije: “bueno, pues lo voy a adaptar”. Y sí, se lo propuse, le encantó el guion y enseguida se subió a bordo. Creo que Manolo es estupendo. Y tenía este punto, para mí, de que podía representar un hombre común con el que cualquiera nos pudiéramos identificar, al que le pasa algo extraordinario, pero que dices “ay, igual podría estar yo en esa situación”. Tiene esta manera de escuchar, de mirar, de hacer las pausas, esta contención que también la encontraba muy atractiva para el personaje.
Maneja los tempos fantásticamente.
Y, además, esa mirada perdida o esos pequeños gestos que hace cuentan tanto o más que los diálogos.
¿Tuvo que aprender portugués?
Sí, sí, estuvo unos meses, los meses previos al rodaje, con una profesora aprendiendo y la verdad es que se le daba muy bien. Luego le daba pena no tener más secuencias en portugués (ríe).
La actriz Branka Katić, que tiene un rol importante en el film, también tuvo que aprender un idioma que no dominaba para la película. En este caso, español.
Sí, se lo aprendió fonéticamente, es que no hablaba nada. Con Branca sí que hicimos un casting porque no conozco actrices serbias y porque tenía que ser un papel en español. Entonces, sí que les pasamos unas separatas y se prepararon un par de secuencias en español para ver qué tal fluía. Y claro, lo de Branca fue espectacular. La mayoría le hacían muy bien lo del idioma.
María tengo entendido que sí que hablaba español, ¿no?
Sí, ella ha vivido en Barcelona muchos años.
¿Cómo ha sido trabajar en Portugal?
De maravilla. Me encanta Portugal. De hecho, una de las razones por las que escribí la película es para conocer un poco mejor Portugal, porque he estado pocas veces. No tengo ningún vínculo directo importante. Pero me parece un lugar fantástico. La gente allí tiene este punto educado, amable, mucho más calmado que nosotros, que me encanta. Fue muy, muy fácil trabajar allí, aunque es verdad que son otros ritmos. A lo mejor en algún momento la producción española se ponía un poco nerviosa. Pero yo lo disfruté mucho. Y luego, aparte, el lenguaje del cine es el mismo en todas partes. Entonces, nos entendimos perfectamente.
¿A María de Medeiros la tenías también en mente para el personaje?
Siempre estuvo pululando, pero no al principio. Evidentemente la conoces, es la actriz más internacional de Portugal. Pero incluso hicimos un casting de otras actrices que me sorprendió. Ya sabía que había buenos actores en Portugal, pero es que son muy buenos. Hicimos un casting para ella y para Rita, el personaje de la chica que trabaja en la casa. Y era espectacular lo bien que lo hacían. Lo que pasa es que, en el caso de María, no me acababa de encajar con el personaje que yo había imaginado. Yo pensaba al principio que María de Medeiros no funcionaría del todo y nos diría que no... Pero decidimos apostar y encajó. Porque sí que María le da un punto, porque lo lleva en su persona: la sofisticación, la clase, lo cosmopolita... Y eso al personaje que le iba muy bien. Porque precisamente contamos eso, ¿no? Una persona que ha vivido muchas cosas pero que acaba en esa quinta por voluntad propia. Y bueno, me puse muy contenta cuando nos dijeron que sí.