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Mauro Nicolás Gamboa

| Foto: Pato Manzanares Torres
La banda argentina Cruzando el Charco regresaba al viejo continente y lo hacía en Madrid, ante una sala Copérnico abarrotada. La noche trae emociones y reconforta el alma, pero si a eso le sumamos el poder ver un directo cautivador, la velada se transforma en mágica.
Antes del concierto principal, los fans del combo latinoamericano calentaron motores con el grupo madrileño AZIER y sus canciones. El dúo de rock capitalino mostró sus texturas a través de piezas que reúnen dosis de folk y crean un caldo de cultivo único en los fans que, poco a poco, iban llenado el recinto. Obras como “Lisboa” y “Años 20” sonaron compactas y obtuvieron los aplausos del respetable.
La fiesta absoluta estaba en marcha y el fuego interior en el respetable al rojo vivo
Llega el momento tan deseado por el público. Los fans rugen, show de luces disparadas, Intro sonando e ingresan los de Cruzando El Charco para poner a temblar y latir la sala Copérnico al ritmo de “Cada error”, canción incluida en su ultimo disco de estudio, el aclamado Esencia y sobre el que pivotearía todo el concierto
La fiesta absoluta estaba en marcha y el fuego interior en el respetable al rojo vivo. Desde los primeros acordes, el quinteto argentino supo morder certeramente el alma de la platea y creo un clima de comunión sonora que será recordado en las páginas doradas del libro de la música de Madrid.
El grupo ya ha superado su primera década de vida y es un claro ejemplo de que se pueden seguir buscando sonidos nuevos, letras con gran carga poética y hacer un directo potente e hipnótico. La conexión es completa y plena con sus seguidores, quienes traían aprendida la lección al dedillo y hacen las segundas voces en piezas como “Cambiando de color”, “Hoy”, “Lo nuestro tiene magia” y “Roto” entre otras.
Prosigue el concierto y la banda firma sobre las tablas un sonido prolijo, pulcro y perfectamente acompasado. Sus seguidores le demuestran devoción a los “Cruzando” entre canción y canción y los músicos agradecen por las muestras de cariño constantes. Ha destacar es el increíble show de luces a cargo de Javier, el ingeniero de LONG PLAY, que ayuda a que el concierto se vuelva completamente inmersivo. Chapó.

Cruzando el Charco, atraviesa estrofa a estrofa y acorde a acorde el corazón de los presentes. El público no cesa de aplaudir, de cantar, de saltar, de bailar. Se retroalimentan recíprocamente. Requiere la platea ser llevada al éxtasis pleno por el grupo y el quinteto, acepta el pedido y los conduce sin paradas intermedias.
El grupo se retiraba del escenario ante una lluvia de vítores, aplausos eternos y gritos de afecto por parte de los fans
Sus grandes canciones demuestran su amplitud de registros y en vivo, toman otra dimensión aún mayor. La sección de percusión pone el ritmo, el bajo marca el tiempo, la batería suena potente y la guitarra hace incendiarios riffs y, a todo esto, hay que sumarle la voz con aroma a héroe moderno de Francisco Lago. El frontman, junto a sus talentosos compañeros de carretera Nahuel Piscitelli, Ignacio Marchesotti, Matías Perroni y Juan Matías Menchón, forman un Dream Team musical, al que cualquier elogio, se le queda pequeño. Por algo no dejan de crecer en convocatoria y auguro, que la próxima visita a la capital ibérica con su atrapante directo, lo harán a un recinto de mayor capacidad. Si todavía no has visto a este combo en vivo, te estas perdiendo una experiencia que tu esqueleto te lo agradecerá.
Los Cruzando, se sienten arropados por su público y prosiguen la velada con “Esos días”, “33” y “El Trato”. Recuerdan que es la primera fecha del primer tour mundial del grupo, el cual, los va tener recorriendo ciudades como Londres, Paris, Berlín y Málaga entre otras. Sus canciones son sanadores para el alma de sus seguidores y esto quieren más y más. El karaoke al unísono es espectacular y la sala Copérnico late como si fuera un solo ser humano gigante que se reconforta con cada una de las piezas que van sonando.

El público deseaba que la noche fuera eterna, ya que la banda estaba ofreciendo un show solido por demás y cargado de emotividad, pero lamentablemente, el tiempo es tirano y las agujas del reloj anunciaban que se acercaba el final. Pues, los últimos cartuchos de dinamita fueron letales. Disparan con himnos de la talla de “Para mucho más” y Terminales” obteniendo al concluir, una atronadora ovación.
El grupo se retiraba del escenario ante una lluvia de vítores, aplausos eternos y gritos de afecto por parte de los fans.
Los seguidores del grupo, emprendían lentamente el camino a la salida, extasiados y satisfechos, al haber podido vivir en primera persona una noche mágica en Madrid bajo la batuta de Cruzando el Charco.
Cruzando el Charco, la banda rioplatense que juega de local en Europa.