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Antonio Descalzo
Madrid fue testigo anoche del estreno de Cru+es, el nuevo espectáculo de Raül Refree (Barcelona,1976) y Niño de Elche (Elche, 1985), en el Teatro del Espacio Cultural Condeduque. Bajo la dirección de Marta Pazos (Pontevedra, 1976), la propuesta llevó al público a un espacio donde la música, la teatralidad y la narrativa se entrelazaron para reflexionar sobre muchas de las grandes cuestiones que se ha planteado el ser humano.
No se trata de un concierto convencional, sino de una obra conceptual que fusiona textos musicalizados con atmósferas electrónicas envolventes
Desde el inicio, la obra planteó un espacio de acomodo sensorial con una nana, que envolvió a los espectadores en una atmósfera íntima y contenida. Sin embargo, esa serenidad inicial fue quebrada poco a poco: los ritmos rotos, el volumeny los recursos vocales de Niño de Elche irrumpieron con fuerza. Su soniquete, cargado de emoción y tensión, estremeció los cuerpos de los espectadores, marcando la primera gran transformación sensorial del espectáculo.
No se trata de un concierto convencional, sino de una obra conceptual que fusiona textos musicalizados con atmósferas electrónicas envolventes y una puesta en escena teatral donde la corporalidad y la dramaturgia se incorporan como elementos expresivos.
Además de su dimensión sonora, los textos plantean reflexiones sobre la incomprensión, la linealidad de la existencia,el concepto del tiempo, la muerte y la presencia de Dios. El espectáculo se convierte así en un espacio en movimiento donde estas ideas y otras atraviesan la percepción del espectador, dejando una sensación de introspección y profundidad.
La electrónica jugó un papel fundamental en la construcción del espacio sonoro. Con transiciones por sonidos IDM (Intelligent Dance Music), capas envolventes, un Down Tempo hipnótico y, por momentos, teclados litúrgicos, la atmósfera osciló entre lo etéreo y lo terrenal. Refree, desde el piano y la guitarra, y Niño de Elche, con su voz llena de matices, lograron que cada nota y cada silencio tuvieran un peso narrativo de mucha potencia.
Este nuevo espectáculo llega tras Éctasis, la anterior colaboración entre ambos artistas, donde exploraron el éxtasis místico a través de la música como vehículo de abstracción suprema. Durante cuatro años, este, llevó a los espectadores a un estado de trance sonoro, sumergiéndolos en una experiencia sensorial intensa. Ahora, con Cru+es, los artistas profundizan en un enfoque más humano del concepto, explorando la exaltación amorosa y espiritual, el tránsito entre la vida y la muerte, el dolor y la alegría, el ruido y el silencio.
La dirección artística y escenografía de Marta Pazos ha sido clave en la construcción de la atmósfera del espectáculo. El azul dominante en la escenografía no solo generó una sensación de profundidad, sino que también reforzó la idea de un espacio inmersivo. En este contexto visual, el globo gigante azul se convirtió en un punto de referencia, un símbolo de lo etéreo y lo inalcanzable. Su presencia en escena, junto con la iluminación difusa y las atmósferas creadas por la electrónica, acentuó la tensión entre lo tangible y lo abstracto. Además, el uso de flashes y luces indirectas marcaron momentos de intensidad y contemplación, reforzando la narrativa del espectáculo.
El vestuario también jugó un papel en la identidad visual de la obra, evocando una estética que recuerda a la imagen de los Dj´s Ángel Molina y Óscar Mulero para una campaña de Levi's de principios de los 2000. Esa referencia visual, con su aire minimalista y urbano, conecta con la esencia del espectáculo, donde la música y la puesta en escena generan una experiencia sensorial única.
Además, Cru+es tendrá una nueva parada en Sónar 2025, donde será presentado en Sónar de Día. Este festival, reconocido por su apuesta por la vanguardia musical y escénica, será el escenario perfecto para que Refree y Niño de Elche continúen su exploración sonora, llevando su propuesta a un público ávido de nuevas experiencias artísticas.
La expectación por el estreno fue tal que las entradas estaban completamente agotadas. Incluso hubo público que se acercó a la puerta del teatro con la esperanza de conseguir un pase de último minuto, reflejando el interés que genera el trabajo de estos artistas.
El espectáculo, que equilibró experimentación y emotividad, dejó huella en quienes asistieron. La puesta en escena reforzó la profundidad del mensaje, convirtiendo Cru+es en una experiencia sensorial más que un simple evento musical.
La comunión entre la pareja sigue abriendo caminos en la experimentación musical, y no sería sorprendente que, tras esta inmersión en la dualidad entre lo terrenal y lo espiritual, sus próximos proyectos se adentren aún más en los códigos de la música sacra.
Sus investigaciones previas han jugado con la liturgia sonora, los espacios místicos y las atmósferas evocadoras. Quizás, en el futuro, decidan abordar con más profundidad las estructuras del canto gregoriano, los motetes renacentistas o incluso la polifonía barroca, integrándolos en su lenguaje propio. A la espera de nuevos anuncios, queda la certeza de que su búsqueda no se detendrá aquí.
