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Torres-Remírez | @jostorresremrez
“Que no te falte tiempo, para comer con los amigos” recita en su nuevo espectáculo un enorme Héctor Alterio. Porque el veterano actor argentino defiende sobre las tablas “Una pequeña historia”, un repaso nostálgico a algunos de los referentes de su vida como son los tangos y la poesía.
El punto de partida no puede ser más trágico, un fatídico 1974 en el que al venir a España descubre que no puede volver a Buenos Aires, y todo por una amenaza de muerte. En el periodo de “destierro” las dificultades y penalidades que pasa se diluyen al recordar los viejos tangos de su niñez y al descubrir la poesía de un escritor maldito: León Felipe. Y es que en este recital el autor zamorano tiene un peso significativo. Anteriormente a esta gira, Héctor Alterio había recorrido la geografía española, junto con el guitarrista José Luis Merlín (al que menciona en la obra) cantando los poemas de León Felipe en su espectáculo “Como hace 3.000 años”. Sin embargo, a pesar de ello, aquí vuelve a aparecer el poeta, pues siempre queda algo que decir. En la pequeña historia “alteriana” nos llega al corazón con una historia que no tiene quien la cante. Como se lamentan el autor y actor: “¡Qué lastima!”. La misma lástima que siente el auditorio al oír el poema, inmejorablemente recitado, por Héctor Alterio. Ni los aplausos pueden borrar la desgarradora sensación que ha invadido al patio de butacas; demostrando que el poder de la palabra y de un buen orador, mueven montañas.
Los aplausos se repiten constantemente, y quizás es uno de los motivos por lo que sigue en activo este actor; el publico no le deja retirarse. Aunque también puede ser porque no vislumbra un futuro sin las candilejas encendidas. Héctor Alterio pertenece a una generación que no conoce o no quiere disfrutar del descanso que se han ganado. Gonzalo Suárez ha sacado libro este año, Norma Leandro dirige la adaptación teatral de “Escenas Conyugales” y Luis Brandoni está inmerso en la grabación de su próxima película con Juan José Camla. Y a la cabeza de todos ellos un nonagenario Alterio se enfrente al público con un par de poemas, unos tangos y una historia apasionante. Arte en estado puro. Demostración de grandeza en poco más de ochenta minutos. Aunque para ser exactos, no está solo. El pianista Juan Esteban Cuacci está, no sólo al piano, sino que permanece pendiente de todo para echar una mano cuando se necesita.
Aunque el propio Alterio confirma que no es necesario haber visto su filmografía de esa época para entender el espectáculo, sus palabras se vuelven más duras cuando descubres que antes del destierro era uno de los actores más respetados y demandados del cine argentino, protagonizando películas como “La Tregua”, “La Patagonia rebelde” o “Quebracho”, todas de 1974, y aquí tuvo que sobrevivir con apariciones marginales y papeles muy secundarios. Y sobrevivió a pesar de que muchos actores de esa época consideraban que estaba aquí sólo para robarles el trabajo.
Por último, este espectáculo sirve para que nos demos cuenta de lo alejados que estamos de Argentina. Mientras Alterio recuerda viejas canciones y poemas de su tierra natal, el espectador descubre lo poco que conoce de un país al que llamamos hermano.
La sesión, como no puede ser de otra manera, acaba con buenos deseos para todos y con un nombre que está escrito en mayúsculas en la historia del arte y de Argentina: Piazzolla. En 1982, Héctor Alterio rodó en su tierra natal “Volver”, la historia de un exiliado argentino que retorna a su país tras muchos años. En esta película, que supuso el retorno de Alterio a las calles de su niñez, se contó con Piazzolla para componer la banda sonora, y nos la traen aquí para poner punto y final a “Una pequeña historia”.