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miércoles. 28.05.2025

“America great again”

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Ríanse ustedes todo lo que quieran de las señales. Ignórenlas y no les presten atención. Lo pagarán, sin duda. Y caro. Porque las señales son más que señales. Son revelaciones.

El cambio climático, la/s Dana/s, la victoria de Trump (el jinete naranja), la peste a azufre que se extiende por todos los continentes en forma de dirigentes electos por el mismísimo diablo… Y si todas esa señales inequívocas no les bastan, ¿no les parecen definitivas las derrotas del Real Madrid y del Manchester City en la Champions y en sus Ligas? El orden natural de las cosas se está alterando de manera grave y seria. Definitiva (de momento). Dios (y Florentino) nos pillen confesados. ¡Anda suelto Satanás!

Los tiempos cada vez se suceden más rápido. Antes todo era de mejor calidad y duraba más. Desde las lavadoras a los Imperios

Todo apunta al apocalipsis o por lo menos a un cambio de ciclo que no tiene por qué ser instantáneo y puede extenderse en el tiempo. Bien es verdad que los tiempos cada vez se suceden más rápidamente. Antes todo era de mejor calidad y duraba más. Desde las lavadoras a los Imperios. Ayer mismo yo era joven, guapo e interesante. Y otras cosas que no me atrevo a contarles. Ahora ya lo ven ustedes. A poco más de un siglo de que los USA establecieran su hegemonía mundial, ya da boqueadas de estar asfixiándose. Como yo. Casi un imperio de usar y tirar. Una mierda de imperio. Y los que vengan serán todavía de peor calidad.

El lenguaje es muy puñetero. Y por mucho que lo disimulemos nos delata. Acaba mostrando lo que pensamos de verdad, lo que sentimos, lo que tememos…Y eso de “America great again” es altamente revelador de lo que piensa Trump y lo que piensan los 76 millones de estadounidenses que le han votado.

América grande de nuevo porque una vez lo fue. Grande de nuevo porque en algún momento dejó de serlo. Grande de nuevo porque hay que parar la caída. Grande de nuevo porque además hay que remontar. Aunque todos sepamos que ya nadie, ni siquiera el Real Madrid, es capaz de hacerlo.

“America grande de nuevo” es la expresión de un país en depresión. Es la expresión del miedo

“America grande de nuevo” es la expresión de un país en depresión ante la inevitable conclusión de que lo que había se acabó y vienen tiempos todavía peores. Es la expresión del miedo. Por eso la democracia en América y en el resto del mundo está amenazada porque se está poniendo en manos del populacho. Alfredo Amestoy decía que el pueblo es un caballero y la gente una golfa. Olviden el machismo de la expresión, pero quédense con que el pueblo es bueno y la gente despreciable. Que la gente es una degeneración del pueblo. Y a los efectos, la gente es el populacho, el pueblo ineducado en democracia que teme a la libertad y sacrifica esta por un eventual plato de lentejas.

El eslogan conecta con los “muertos de hambre hartos de sopas”, los que en un momento tiraron y ahora no les alcanza para comer, para alquilar la vivienda, para veranear, pagar sus gastos sanitarios, etc. Los desclasados. Tomemos nota. El eslogan no tiene nada que ver con la realidad de Donald Trump, Elon Musk, Jeff Bezos, etc. y demás megarricachos que les acompañan, a los que nunca jamás les ha ido tan bien como ahora. Que son incapaces de imaginar una América más grande que la suya actual y no han entendido en ningún momento lo que la frasecita quiere decir. Porque no se engañen, cada cual habla de “su” América. Y el gran error es considerar una sola.

Comenta George Sabine las tesis de La Política de Aristoteles y, en parte, las hace propias concluyendo, como buen conservador, la importancia de las clases medias para el equilibrio democrático y así impedir que la democracia se transforme en tiranía. Para ambos la democracia se encuentra en una situación permanente de equilibrio inestable y corre el riego de arruinarse por ser demasiado democrática. En consecuencia, el estadista tiene que impedir que la lógica de las instituciones llegue a sus últimas consecuencias porque cuanto más democrática llega a ser una democracia, en mayor medida tiende a estar gobernada por el populacho. No, las cosas no suceden así. Antes bien, al contrario el pueblo degenera en populacho por la ruina de las clases medias y la miserabilización de las clases populares y es ese dato socioeconómico, constitutivo de un defecto democrático, el que acaba por destruir la democracia política. Porque aquel, el populacho, en modo salvación desesperada, acaba por entregar el poder al candidato mas hortera, ignorante y osado. Que lo utiliza en beneficio propio y sus afines. Naturalmente.

“America great again”