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domingo. 25.05.2025
ELECCIONES EEUU

Gana Donald Trump: ¿pierde la democracia?

Kamala ha tenido en su contra distintos factores que ha limitado sus potenciales resultados para acceder a presidir Estados Unidos. El primero tiene que ver con su sexo, mujer.

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Evidentemente, no seré yo quien muestre ningún tipo de apoyo, menos de alegría por la victoria de Trump en las recientes y calentitas elecciones a la presidencia estadounidense. Incluso la pregunta del título no la presento como una duda personal o existencial-frustrada, si no que la misma va de la necesidad del análisis, saber hacer la pregunta junto al vinculo o colectores como señalan mis compañeros al otro lado del charco, resulta necesario, imprescindible y este es mi objetivo.

Como digo, la pregunta, la correcta, se hace clave porque ella fija el objeto a observar y analizar desde ahí seguir sumando vínculos que nos irá conduciendo a otras preguntas que ayuden a clarificar lo que ha venido a ocurrir; aprehender de ello, y por ende como actuar ante ello y cómo prestar y adquirir la habilidad suficiente para que no se vuelva a repetir. Recordar cómo pincelada que uno de los elementos principales y a presumir desde y por la izquierda ideológica es o fueron las emociones, emociones que hoy han sido suplantadas por una fuerza casi única desde la derecha, tanto práctica como ideológica; como digo pincelada que marca líneas, direcciones y miradas. 

Kamala ha tenido en su contra distintos factores que ha limitado sus potenciales resultados para acceder a presidir Estados Unidos. El primero tiene que ver con su sexo, mujer,

Comencemos y empecemos por la pregunta inicial, analizar si la victoria de Trump, significa perdida de la democracia, si escuchamos o mejor dicho si hemos escuchado su mensaje, Trump se ha venido a presentar como un anti-sistema y por ende contra la democracia. Ahora bien, si se ha seguido con cierta escucha las entrevistas a Trump en ningún momento se declaró anti-democrático como tal, eso sí, muy hábilmente recogió el enfado de tantos marginados, empobrecidos, excluidos y explotados de un propio Estado estadounidense, que como tantos otros en occidente, no están sabiendo responder y no se supo, no se pudo tras la oportunidad de la izquierda anti-sistema tras la crisis del 2010 (véase Francia, Italia, España, y en parte Alemania). Y se agarra a la venta del producto hoy se vive peor económicamente si yo gano prometo volver al poder adquisitivo sobre todo de los más pobres, al tiempo promete bajadas de impuestos sobre todo a grandes empresas. De ser así las cuentas no saldrían, sin embargo, la gente no para en esa potencial contradicción y le cree y lo vota ¿Cuál sería la clave?

Pero sigamos y titulaba: “Gana Donald Trump, así es; gana, ganó y ganó bajo una complejidad que incluso antes de preguntarnos sobre si se pierde democracia, deberíamos aproximarnos al impulso de la inmediatez y segundo porque no existe otra manera de solucionar las cosas que analizándolas con perspectiva y sobre todo desde la complejidad tanto social como individual de la que solemos estar impregnados. Y de ahí pasaríamos a acercarnos a la candidata que se enfrentaba a Trump y que de alguna manera considero la variable principal y clave del análisis pues… ¿ganó Trump o se le hizo ganar, perdiendo Kamala?

El racismo en Estados Unidos se da y siguen siendo un factor determinante

Kamala ha tenido en su contra distintos factores que ha limitado sus potenciales resultados para acceder a presidir Estados Unidos. El primero tiene que ver con su sexo, mujer, nos desenvolvemos en una sociedad la estadounidense que lejos de leyes o acuerdos tácitos más o menos bien llevados sobre la igualdad, es menos permisiva en entender y sobre todo asumir dicha igualdad; una sociedad llena de corpúsculos (motivaciones distintas) de hombres que rechazan y encuentran innecesario las políticas de género y por ampliación a los grupos feministas, llegando incluso directamente a la misoginia. “Pues más difícil es que gobierne Estados Unidos una mujer que encontrar una aguja en un pajal.” (otro día lo desarrollaremos).

El segundo ha sido su “racialización” si uno conoce un poco al sujeto medio de los pueblos y sobre todo de los Estados conocidos como la “américa profunda” hubiera entendido el problema que supone ser de descendencia étnica afroamericana y amerindia. El racismo en Estados Unidos se da y siguen siendo un factor determinante. El tercero tiene que ver con lo que se conoce como “fuego amigo” o abstención-castigo de los suyos; y es que Biden no se fue, lo echaron y esto generó una triple vertiente una directa que supuso la abstención en el voto de los que si apoyaban a Biden y vieron que lo echaron, una segunda con la inmediatez que se tuvo, sin proceso interno de elección, cosa que para el militante estadounidense sobre todo demócrata es importante y una tercera la propia inmediatez del proceso y el poco tiempo que se tuvo para que los equipos de campaña trabajaran una proyección que nunca Kamala tuvo, incidiendo en generar dudas en sus propios y potenciales votantes demócratas que redundaron en dicha abstención e incluso este hándicap de triple convergencia podría darse motivación ya no solo para la abstención, sino para votar Trump, ante tanta duda. 

Un cuarto factor, tendría que ver con el desarrollo y sobre todo resurgir del viejo oeste y nacimiento del “Estados Unidos moderno”; la familia, como digo elemento grupo fundamental para entender la sociedad norteamericana de los Estados Unidos. Familia en el sentido más básico y clasista capitalizada por un padre hegemónico y patriarcal y una madre centro de la misma y eje por el que se vive y convive lo doméstico, transmisora de cultura y de tradiciones. Y créanme que hoy una gran masa social de la sociedad estadounidense sigue creyendo que la familia es básica y la mujer debe estar centrada en su principal desarrollo. Algunas pinceladas que deja a las claras los hándicaps que restaban y mucho a Kamala, cuando en su momento o con la mirada de la izquierda podríamos pensar que sería su ventaja; “ventajas que matan” podríamos titular.

Motor de un patriarcado que Trump simbólicamente ha sabido representar, “vuelve el macho”.

Retomemos de nuevo a Trump y sobremanera la máxima que se lanzó en su momento desde sectores progresista y se ha vuelto a lanzar de Trump es un peligro, vamos… “El viene el lobo”; pues bien, esa máxima partió de salida, perdida, pues no sólo no es creíble, ya gobernó y yo sigo igual y casi todo sigue igual, sino que ante la desconocida Kamala aparece la disyuntiva de “más vale malo conocido que buena por conocer”. A esto podemos sumar el hecho de que Trump ha jugado muy bien con las emociones y sentimientos, en una sociedad globalizada, con un Estados Unidos que ha perdido su poder hegemónico junto a una sociedad desmembrada y más pobre ha sido capaz de aunar bajo su paraguas la identidad más autóctona de lo que ha venido jugando la cultura estadounidense dentro y sobre todo fuera de su país. Identidad de un tiempo contemporáneo que les convirtió en ser la primera potencia. Sin obviar ahora si una lectura global de derechización social junto el regreso del héroe como herramienta final de cambio. Y de relatos de héroes la cultura estadounidense está llena y gusta. Y todo ello motor de un patriarcado que Trump simbólicamente ha sabido representar, “vuelve el macho”.

Es evidente y sólo como anuncio del siguiente artículo, que las democracias en general vienen adoleciendo de distintos sostenes que se consideraban básicos y ahora no lo son al tiempo que se está rodeando de una concentración de poder cada vez más poderoso y todos sabemos o deberíamos saber que el poder es cualquier cosa menos democrática. Mientras redundar que a pesar de los pesares no podemos eludir la responsabilidad de un tiempo que ha producido sujetos como Trump que son algo más que un nombre, construcción de paradigmas que destruyen democracia o es sólo una afirmación retórica. A saber.

Gana Donald Trump: ¿pierde la democracia?