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sábado. 24.05.2025
ANÁLISIS GEOPOLÍTICO

Tres frentes de la lucha de ideas

Esta lucha de ideas tiene su campo de acción principal en Occidente, pero se extiende también por otras partes del mundo que considera amenazadas por la hegemonía china o el revisionismo ruso.

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La derecha reaccionaria que pretende irradiar su la hegemonía china o el revisionismo ruso.

  1. LA CONQUISTA DEL ALTAR
  2. LA REBELIÓN DE LAS AULAS
  3. EL MAL USO DE GRAMSCI

La muerte del Papa Bergoglio ha colocado en primera línea el pulso por el control espiritual de más de mil millones de personas activa o formalmente católicos, una de las canteras esenciales de esa derecha reaccionaria.

El catolicismo ultraconservador ya estaba en guardia desde que la salud del líder institucional entrara en una fase irrecuperable

LA CONQUISTA DEL ALTAR

El catolicismo ultraconservador ya estaba en guardia desde que la salud del líder institucional entrara en una fase irrecuperable. Su desaparición no les ha pillado desprevenidos, aunque quizás no esperaran un desenlace repentino. Hace mucho tiempo que los distintos grupos de interés del Cardenalato movían sus hilos ante un Cónclave que casi todos los observadores anticipan incierto (1).

El Papa argentino había renovado el colegio cardenalicio. Las dos terceras partes de los que decidirán ahora su sucesor fueron designados por él. Pese a priorizar a la Iglesia periférica, con inclusión de numerosos obispos asiáticos y africanos, no parece que se haya formado un lobby tercermundista en la cúspide católica. Muchos de esos nuevos cardenales ni siquiera se conocen entre sí (2).

Por el contrario, otros grupos menos numerosos parecen mejor organizados y más influyentes, entre ellos los cardenales de EEUU, algunos alineados con la marea ultra que se ha apuntado al trumpismo (3). El vicepresidente Vance es el exponente más visible. Que él fuera precisamente el último visitante del moribundo Francisco no deja de ser un renglón más del libro de caprichos de la Historia. Vance ha sido uno de los críticos más acervos de Pontificado de Bergoglio (4).

En Europa, Bergoglio sólo concitó las simpatías de la izquierda moderada. Socialistas liberales, ecologistas y progresistas apoyaron los discursos inclusivos y ambientalistas del fallecido. Pero hay ya pocos votantes creyentes en esas filas. Las amables palabras escuchadas estos días por los dirigentes de esas familias políticas no arrojarán un alto redito electoral. La izquierda más crítica ha hecho un balance más ambivalente del Papa fallecido. Se le reconoce su defensa de los vulnerables, inmigrantes y refugiados, pero en esa línea de caridad cristiana que excluye cualquier veleidad revolucionaria. Bergoglio no fue nunca adepto a la teología de la liberación, la corriente más crítica de los sacerdotes católicos. En Argentina, no pocos han olvidado la actitud diplomática y moderada del entonces Superior de los Jesuitas durante la dictadura militar (5). A la postre, la llamada Iglesia de los pobres no deja de ser un oxímoron social.

LA REBELIÓN DE LAS AULAS

Otro frente muy activo en EE. UU. durante las últimas semanas es el académico. Trump se ha mostrado muy agresivo con Universidades a las que considera bastiones del liberalismo universalista. Con el mismo furor desplegado en su política comercial, el presidente más iletrado de los tiempos recientes está dispuesto a ganar la batalla de las cátedras, bibliotecas y campus. La excusa, como en otros lugares de Europa donde se actúa de forma más discreta, es la lucha contra el antisemitismo. 

Esos templos del saber, la investigación y la innovación se han convertido en el reducto de la resistencia intelectual a la zafiedad que se ha instalado en la Casa Blanca

Trump pretende acabar con la rebeldía de algunos sectores estudiantiles contra el genocidio de Gaza. Convertir cualquier acto de protesta contra Israel en prueba del supuesto antisemitismo creciente es una estrategia fraudulenta pero eficaz. Detrás de esta ofensiva se esconde ese combate ideológico que pretende reorientar las conciencias de las futuras élites del país y del mundo.

Harvard y Columbia han sido las más señaladas, no por casualidad. Junto a otras instituciones del noreste americano, como Berkeley, Yale, Cornell o Princeton, esos templos del saber, la investigación y la innovación se han convertido en el reducto de la resistencia intelectual a la zafiedad que se ha instalado en la Casa Blanca (6).

Las Universidades que no acepten limitar la libertad de expresión, orientar los programas y seminarios hacia la visión neonacionalista y populista de la actual istración o cercenar cualquier iniciativa crítica contra Trump y sus autoritarios amigos del planeta son amenazados con perder las subvenciones y beneficios fiscales actuales. La Universidad americana ha sido el vivero de las élites del sistema, pero ahora se les exige que eliminen todo vestigio crítico.

En Europa, la ultraderecha aún está lejos de atenazar la autonomía universitaria. Pero desde hace décadas la “lógica del mercado” ha ido permeabilizando instituciones y élites académicas y marginando progresivamente el pensamiento más crítico, con el pretexto de limitar las “derivas populistas”, a derecha e izquierda. En este sentido, la Universidad ha sido sino un reflejo del empeño centrista por acotar el ámbito de las confrontaciones ideológicas. 

El liberalismo y la socialdemocracia se han diluido ideológicamente en un eclecticismo dominado por grandes principios que se vulneran con frecuencia o se aplican a conveniencia y con raseros cambiantes. Los llamados “valores universales” no salen del ámbito de la retórica y no han servido para asegurar contiendas electorales, mediáticas y, por supuesto, económicas.

Aquí en España no se cita al pensador italiano, pero se pone énfasis en el combate cultural, y no solo desde Vox. La presidente de la Comunidad de Madrid es especialmente activa en la promoción y ejercicio de este discurso

Sin embargo, en los últimos tiempos, los ultraconservadores o los conservadores que ponen una vela al Dios liberal y otra al Diablo vengativo de la xenofobia, el racismo y la intransigencia religiosa, cultural e ideológica creen haber tomado la iniciativa.

EL MAL USO DE GRAMSCI

Es particularmente interesante el rescate que la ultraderecha italiana lleva ya tiempo haciendo de Antonio Gramsci, comunista italiano encarcelado por Mussolini y muerto en prisión, teórico de la “hegemonía cultural” como factor decisivo en la lucha de clases. Los herederos de sus verdugos vuelven a releer sus textos, manipularlos o utilizarlos a su antojo, lo que hubiera repugnado al brillante filósofo y político sardo. 

Los eurocomunistas lo rescataron como inspirador, cuando en los años setenta teorizaron su ruptura con el sovietismo estalinista, aunque Gramsci no tuviera tiempo de criticar al sucesor de Lenin, porque murió antes de la degeneración autoritaria y represiva del Kremlin. El eurocomunismo encontró en la formulación gramsciana de la “hegemonía cultural” un factor de enorme utilidad política. El materialismo histórico, que anunciaba el triunfo inevitable de la clase obrera, necesitaba la cooperación de sectores de la clase media (intelectuales, profesionales, profesores, trabajadores de los servicios públicos) muy interesados en construir un “nuevo humanismo”. Gramsci acuñó la noción de “intelectual orgánico”, complejo de pensadores activos, capaces de articular los valores y principios de la nueva sociedad, sin el cual la revolución social estaría destinada a marchitarse (7).

A Gramsci acudió también la derecha neoconservadora sa de los años ochenta y noventa, privándole, naturalmente, de su irrenunciable base marxista-leninista y su sentido revolucionario. Lo que interesaba de su pensamiento era la lucha por esa “hegemonía cultural” que la derecha más combativa había perdido tras la segunda guerra mundial. La sensación de que el mundo de la cultura era fértil para la izquierda y yermo para la derecha radical debía de cambiar, si se quería conquistar el poder, imponerse sobre la orientación liberal y ejercer una influencia perdurable sobre las conciencias de los grupos sociales adeptos.

En esa batalla está empeñada de nuevo esta nueva derecha, más vieja que nunca. Una derecha reaccionaria que quiere pelear cada batalla, pero sobre todo aquellas que se libran en terrenos hasta ahora propicios para la izquierda liberal. Aquí en España no se cita al pensador italiano, pero se pone énfasis en el combate cultural, y no solo desde Vox. La presidente de la Comunidad de Madrid es especialmente activa en la promoción y ejercicio de este discurso.

Tanto la inspiración católica ultra como su a veces opuesto capitalismo libertario suelen converger cuando se trata de fustigar al liberalismo normativo o a la socialdemocracia. El consenso centrista de las últimas décadas, con expresiones distintas en Europa y en EEUU pero con identificables rasgos afines, está siendo asaltado por esta derecha radical. Se han utilizado las heridas indiscutibles de la globalización y el incremento de la desigualdad para fomentar la percepción de intereses opuestos entre clases populares autóctonas e inmigrantes. 

Pero en el campo donde está derecha ultra cree contar con bazas más eficaces para conquistar la “hegemonía cultural” es el de los valores sociales y morales. De ahí que haya emprendido una batalla sin cuartel contra la promoción de la igualdad de género, la eliminación de la identidad sexual convencional, las nuevas concepciones de la pareja y de la familia, etc. Es el conocido como universo woke, sobre todo en EEUU (8).

El Papa Bergoglio trató de ser tolerante con esas capas emergentes rompedoras de la moral burguesa, pero sin moverse de los cimientos doctrinales de la Iglesia. Eso le costó la enemistad de los ultraconservadores, sin ganarse del todo el reconocimiento de las comunidades más activas en la promoción de los nuevos derechos. La izquierda liberal se ha convertido en aliada de esos sectores sociales, a los que escucha y cuida tanto por convicción como por cálculo electoral. Pero es sabedora de que, entre sus votantes, son muy numerosos quienes, pese a su tolerancia doctrinal, consideran que lo sectorial se está imponiendo sobre lo global. 


NOTAS

(1) “How Francis, a Progressive Pope, Catalyzed the Catholic Right in the U.S.”. RUTH GRAHAM y ELISABETH DIAS. THE NEW YORK TIMES, 21 de abril; 
(2) “Searching for the Catholic church’s centre of gravity. How has its influence changed over time? THE ECONOMIST, 17 de abril.
(3) “Who Will Be the New Pope?”. THEO ZENOU. FOREIGN POLICY, 21 de abril; “Who will be next pope after Francis? Key contenders ahead of conclave”. ANTHONY FAIOLA. THE WASHINGTON POST, 21 de abril; “The coming struggle to choose the next pope”. THE ECONOMIST, 21 de abril.
(4) “J. D. Vance au Vatican: le choc de deux catholicismes sur fond de grandes manœuvres pour la succession du pape François”. SARAH BELOUEZZANE. LE MONDE, 19 de abril. 
(5) “Dos más dos es cinco”. LEILA GUERRIERO y “Cuando Francisco era Bergoglio: un arzobispo incómodo en Buenos Aires”. FEDERICO RIVAS MOLINA. EL PAÍS, 22 de abril. 
(6) “Why Authoritarians Attack Universities First”. Entrevista con Jason Stanley (profesor de Yale), autor de ‘Como funciona el fascismo: la política de ello y de nosotros’”. FOREIGN POLICY, 16 de abril. 
(7) ”Entre l’Italie et la , itinéraire du ‘gramscisme de droite’”. ALLAN KAVAL. LE MONDE, 19 de abril.
(8) ”L’internationale réactionnaire, ou comment trois familles de pensée se retrouvent dans leur détestation du progressisme”. NICHOLAS TRUONG. LE MONDE, 29 de marzo.

Tres frentes de la lucha de ideas