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viernes. 30.05.2025
DRAMA DE LA MIGRACIÓN

Las democracias necesitan menos alambradas y más empatía con la migración

Hacer de las personas refugiadas una mercancía para el intercambio económico es inhumano, ilegal e intolerable.

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Europa va a la deriva, una deriva moral y legal como consecuencia de la política de la UE sobre migración y asilo y, en concreto, por los acuerdos suscritos con algunos países que “vulnera la Carta Internacional de Derechos Humanos, la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, el Convenio Europeo de Derechos Humanos y la Convención de Ginebra para los Refugiados, así como diferentes Directivas europeas en materia de asilo.

Un acuerdo que propicia el naufragio de la Europa social, abandonando los valores y los principios que configuran Europa como un espacio común de libertad, seguridad y justicia, fundada sobre los valores de la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la solidaridad a los que se refiere el Preámbulo de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea”.

Europa tiene una obligación, que es la de dar protección a las más de decenas de miles de personas migrantes y refugiados que hoy se encuentran en campos de concentración europeos

Los acuerdos utilizan a las personas refugiadas como moneda de cambio que responde a intereses económicos y estratégicos y no a la protección que legalmente tanto la UE como estos países de acogida están obligadas a garantizar. Hacer de las personas refugiadas una mercancía para el intercambio económico es inhumano, ilegal e intolerable. El acuerdo convierte a estos países en gendarmes que se suma a la creciente militarización de las fronteras europeas.

En este sentido, hay que demandar a la UE que cambie de rumbo sus políticas de migración y asilo y a España, a su vez, que no de apoyo a ideas como la de Meloni, Trump, Orban, Milei y otros dirigentes ultraderechistas y agilice la acogida de refugiados. Necesitamos más Europa y menos alambradas. La acogida a los refugiados es una cuestión de solidaridad y de respeto a los derechos humanos, y no de números.

Es humillante y vergonzoso, ver los ataques que hace la policía contra los refugiados y lo que es peor, la complicidad de sus Estados de la UE, entre ellos el español, que no exigen, con toda rotundidad que se respete los derechos humanos y la legalidad internacional. Europa tiene una obligación, que es la de dar protección a las más de decenas de miles de personas migrantes y refugiados que hoy se encuentran en campos de concentración europeos y eso toca hoy, aquí y ahora.

Toda la sociedad debemos condenar enérgicamente la violenta actuación de la policía contra la emigración en muchos países de la UE y sobre todo en los llamados campos de acogida, donde el personal médico voluntario que está en esos campos de refugiados, no para de atender a migrantes, que han recibido golpes y tienen problemas respiratorios como consecuencia del lanzamiento de gases lacrimógenos. Muchos de ellos son mujeres embarazadas y niños.

Hacer de las personas refugiadas una mercancía para el intercambio económico es inhumano, ilegal e intolerable

La tensión que se vive en esos campamentos está relacionada principalmente con las deplorables condiciones de vida a la que están sometidas estas personas, y es muy difícil que así puedan aguantar mucho tiempo. Estas personas, no saben a dónde irán ni qué pasará con ellas, por lo que su frustración es, constante.

Actuaciones como las que estoy denunciando, no tienen cabida en la Unión Europea. Pero hay que reconocer que es la propia UE, con su acuerdo de devolución de los refugiados, quien está provocando que se produzcan incidentes. Personas que vienen huyendo de la guerra son tratadas de forma inhumana, y lejos de encontrar asilo se encuentran en campos indignos en los que se les humilla y golpea.

Hay que exigir el respeto de los derechos humanos y la legalidad internacional y que a estas personas se les deje de negar tanto el presente como el futuro. La Unión Europea tiene que decidir si está del lado de las personas y de los derechos humanos o si se salta de forma vergonzante el Derecho internacional. Por ello, la responsabilidad es una responsabilidad colectiva de la Comisión Europea y de los Gobiernos que pretenden apoyar el vergonzoso, ilegal e inmoral acuerdo de devolución de personas de la que debemos exigir su derogación, cuando se implante; y además abrir las fronteras con pasaje seguro para ellas.

Las democracias necesitan menos alambradas y más empatía con la migración