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Partido Popular. De inmediato, las expectativas se han disparado.
Muchos han interpretado que esos dos conceptos, congreso y activación, solo podían anticipar un cambio de rumbo en el principal partido de la derecha española. Porque no tendría sentido convocar todo un Congreso nacional del PP, con la anticipación de un año sobre el calendario previsto, para seguir haciendo lo mismo que hasta ahora. Y porque una activación distinta a la activación presente podría conllevar, por fin, algún tipo de propuesta política o ideológica.
Por las buenas o por las malas. Hasta tumbar al gobierno progresista de turno. “Para terminar con González se rozó la estabilidad del Estado”, reconoció Luis María Ansón
En los tres años que ha durado la presidencia de Feijóo en el PP se han sucedido las descalificaciones al Gobierno y las exigencias de renuncia para su Presidente. Pero nada ha habido de esa “política para adultos” que anunció con su llegada. Tan solo la apuesta reciente a favor de la energía nuclear puede interpretarse como una propuesta más o menos clara para la sociedad española. Eso sí, dejó bien claro que no la quería para su tierra gallega, y jamás ha aclarado en qué ciudad española instalaría nuevas centrales o nuevos cementerios de residuos radioactivos.
Enseguida aclaró Feijóo sus intenciones. Porque en la frase siguiente al anuncio del Congreso volvió con la matraca antisanchista, que es su monotema favorito. Habrá Congreso del PP, pero no habrá más activación que la misma activación negativa, agorera y descalificadora que ha habido hasta ahora.
Feijóo tiene el poder como objetivo. Y solo atiende dos datos del escenario político en el que ha de moverse: que la mayoría de la ciudadanía española no es de derechas y que los ultras avanzan sobre el terreno que le corresponde.
En los tres años que ha durado la presidencia de Feijóo en el PP se han sucedido las descalificaciones al Gobierno y las exigencias de renuncia para su Presidente
La estrategia que adopta es consecuente. No habla sobre las políticas que aplicaría en el caso de llegar al poder, porque no gustarán a la mayoría. Pacta con los ultras allí donde le sirven para ganar influencia, y sigue a los ultras en todo lo que puede sumarle apoyos. Mientras tanto, su empeño se dirige a desgastar al Gobierno, por todos los medios a su alcance, los lícitos y los otros.
Quienes le conocen de antiguo vienen anunciándolo desde su venida a Madrid. Feijóo alcanzó el poder en la comunidad gallega precisamente así. Sin anticipar su programa derechista. Aliándose con la carcundia política y los negocios más turbios. Comprando alabanzas y silencios. Y atacando al presidente socialista de la Xunta con mentiras, malas artes y juego sucio, muy, muy sucio. ¿Por qué iba a hacer ahora algo distinto?
Además, tal estrategia casa bien con la constante histórica de la derecha patria. Aznar lo ha resumido en su consigna para que “quien pueda hacer, que haga”. Deslegitimar y desestabilizar. Por las buenas o por las malas. Hasta tumbar al gobierno progresista de turno. “Para terminar con González se rozó la estabilidad del Estado”, reconoció Luis María Ansón, uno de los protagonistas del llamado “sindicato del crimen” que aupó al PP al poder en el año 1996.
¿Cómo se hace? Negando cualquier tipo de colaboración con el Gobierno, incluidos los asuntos de mayor interés general, como las ayudas para las empresas y trabajadores afectados por la guerra arancelaria, como los compromisos internacionales en seguridad y defensa, como la dignificación de las pensiones, como la estabilización de los empleos, como los estados de alarma que salvaban vidas en pandemia…
Tal estrategia casa bien con la constante histórica de la derecha patria. Aznar lo ha resumido en su consigna para que “quien pueda hacer, que haga”. Deslegitimar y desestabilizar
Emponzoñando la vida política con acusaciones falsas sobre familiares del presidente del Gobierno. Financiando con recursos públicos pseudomedios y panfletos digitales que lanzan basura contra los adversarios políticos. Utilizando las filtraciones delictivas de la correspondencia privada del presidente del Gobierno para enfangar el debate público. Alentando acusaciones falsas, descalificaciones y bulos contra el Gobierno, que tienen como efecto la vandalización de las casas del pueblo y el acoso a los políticos progresistas…
Cada día, los que pueden hacer, hacen. Lo legal y lo ilegal, lo legítimo y lo ilegítimo, lo moral y lo inmoral. Y el Congreso nacional del PP nada cambiará de todo esto. Lo “activará” en mayor medida, si cabe.
Pero solo les va a servir para añadir frustración a su frustración.