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Escuchar a Aznar, Ayuso o Abascal cuando hablan sobre la política actual y pasada demuestra que el PP y VOX están cargados, en sus argumentaciones, de miedo y de una chulería que raya el esperpento, la acción circense y, lo que es peor, se salta todos los límites democráticos, de la decencia, la moralidad, la igualdad y la aceptación de reconocer la verdad y los cambios sociales. Cambios que, se presupone, todos los partidos políticos y sus dirigentes, en una democracia real, deben respetar y por los que deben luchar para su supervivencia.
Lo que vemos, sin embargo, es que estos tres dirigentes, en representación de otros líderes a los que utilizan como “marionetas” —como Feijóo, Tellado, Gamarra, Almeida, Mazón, Garriga y un etcétera desgraciadamente muy largo— y con el apoyo “irracional” de una parte de la ciudadanía manipulada por medios de desinformación “pagados”, no reconocen la verdad, mienten continuamente y, con chulería, atacan la igualdad, los cambios sociales y, aún más grave, a la democracia y los valores que esta sustenta. ¡Y con hipocresía dicen defenderla! Vuelven a mentir, y lo hacen porque, en el fondo, tienen miedo. Miedo a volver a perder, miedo a no poder mantener sus privilegios ganados con corrupción, prevaricación y mentira. Miedo a reconocer las verdades —anteriores y actuales— que ellos mismos han producido y que, con sus acciones, han provocado: muertes, humillaciones y, peor aún, recortes y “dictaduras” con censura, opresión y falta de libertad.
Observar a Aznar argumentar y reescribir el golpe de Estado del 36, la dictadura posterior e incluso la Transición del 78 es humillante y vergonzoso. Es no reconocer la verdadera verdad: que recuperar la memoria histórica y democrática es una necesidad y una obligación con la sociedad, pues es dar dignidad a los miles de mujeres y hombres que durante la Segunda República lucharon por nuestros derechos y libertades, y que el golpe de Estado del 36 y la posterior dictadura franquista aplastaron y destruyeron.
Es denigrante ver cómo tanto Aznar como Ayuso y Abascal, día tras día, intentan reescribir la historia e ignoran, incluso alaban, lo que hicieron los golpistas y los posteriores genocidas
Es denigrante ver cómo tanto Aznar como Ayuso y Abascal, día tras día, intentan reescribir la historia e ignoran, incluso alaban, lo que hicieron los golpistas y los posteriores genocidas. Mienten continuamente cuando afirman que los sublevados quisieron salvar a nadie, pues lo que provocaron fue una guerra irracional y cruel, con el fin de justificar la instauración de una dictadura a partir del 39, basada en el miedo y la represión. Una represión violenta y “legal”, que condenó a miles de personas a penas de prisión, multas económicas, incautaciones de bienes muebles e inmuebles, castigos físicos y psicológicos, despidos, trabajos forzados, exilio interior y exterior, y, sobre todo, la muerte mediante asesinatos.
Esta es la verdad que Aznar, Ayuso y Abascal no quieren reconocer. Por miedo. Y con hipocresía hablan de que todo podría repetirse, infundiendo aún más miedo y pretendiendo defender ese régimen de terror que fue el franquismo. Un régimen sustentado por la violencia sistemática, organizada desde las altas esferas, con el beneplácito de sectores económicos, la Iglesia Católica, los defensores de la monarquía y los terratenientes esclavistas. En resumen, un régimen que basó su poder en fusilamientos, en tapar la verdad, en fosas comunes y en el miedo como método para provocar silencio. Eso es lo que quieren ocultar. De ahí su miedo a que salga a la luz la verdadera verdad.
Sólo ellos, con su miedo a reconocer la realidad, siguen mintiendo para controlar a una ciudadanía que está harta de sus mentiras y de su falta de respeto a la democracia.
Aznar, Ayuso y Abascal mienten. No reconocen la verdad. Y esa verdad no es otra que su intención de devolvernos al siglo XX, a los recortes, a la falta de libertad y de igualdad. No quieren aceptar que actualmente hemos conseguido —y queremos seguir consiguiendo— más cambios sociales que aseguren una sociedad con más libertades y más derechos. No queremos que los que más tienen aumenten su poder a costa de los que menos tienen. Queremos una sociedad basada en la verdad y los derechos, no en mentiras, represión y censura. Queremos una justicia igual para todos, imparcial y libre, no una justicia al servicio del poder y de instituciones corruptas y falaces.