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domingo. 25.05.2025
CINE

'Cónclave': ¿habemus papam?

Captura de pantalla 2024-12-20 a las 12.14.55

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Aleix Sales | @Aleix_Sales

En una escena de Cónclave, uno de los cardenales presentes en este proceso electivo tan antiguo afirma que aceptar una propuesta así le convertiría en el Richard Nixon del Vaticano. No es de extrañar una invocación a la figura por antonomasia de las corruptelas de las altas esferas que nos retrotraen a cineastas como Alan J. Pakula o Sydney Pollack, puesto que mismamente como si se tratara de una intriga política bebiendo de la tradición del Nuevo Hollywood, Edward Berger se adentra en las estrategias y escándalos que sobrevuelan la elección de un nuevo Papa, sabiendo de la trascendencia del resultado para el curso del mundo.

Cónclave es cine adulto con vocación popular que no duda en soltarse el pelo entre la rigidez de su materia y, aunque posee algún giro de más un poco cogidito con pinzas, no teme a querer ir lejos hasta el último momento

Basándose en el bestseller de Robert Harris, la película mira de puertas para adentro a los muros de la Santa Sede para establecer un paralelismo con la polarización del tablero político que se ha establecido en muchísimos países, sobre todo occidentales. Dentro de la Capilla Sixtina -magníficamente recreada para la ocasión- son nombrados como candidatos desde mentes progresistas que desean acercar la iglesia a los nuevos tiempos y colectivos a voces retrógradas que claman el retorno a modelos caducos y estrictos, pasando por unos términos medios aparentemente de consenso que, sin embargo, acaban claudicando ante el conservadurismo. Nada nuevo que no pase en cualquier hemiciclo de un supuesto estado democrático. Y aunque esta descripción pueda sonar muy solemne, lo cierto es que Cónclave se las ingenia para construir su intriga abrazando el juego más que la gravedad, navegando en este mar de ambiciones calculadas basculando entre una cierta seriedad protocolaria y los arrebatos telenovelescos.

El libreto de Peter Straughan logra que lo que pueda sonar discordante en la trama acabe encontrando una cierta coherencia en su disparidad, fortaleciendo una propuesta que podría haber derrapado perfectamente. Porque en ella se contiene una trama de investigación, cierta denuncia social, crisis de fe, una guerra sucia de arpías y egos, e incluso golpes de humor con los que rebajar la tensión y hacer del film una propuesta vibrante sin llegar a los efectismos de las obras de Dan Brown. Es decir, a Cónclave le favorece la falta de pretensiones a pesar de tener entre manos un material muy potente.

Opera un reparto perfectamente amoldado, consiguiendo grandes momentos de intensidad sin estridencias. A la cabeza está un soberbio Ralph Fiennes como el cardenal encargado del proceso de votación

A ello se amolda la puesta en escena de Edward Berger que, a diferencia de en Sin novedad en el frente (2022), deja atrás las ganas de demostrar su virtuosismo como orquestador de imágenes y, en lugar de ponerse por delante, acompaña a la historia mediante una realización cuidada, sobria y elegante. Únicamente es en la notable banda sonora de Volker Bertelmann donde se excede en alguna nota. En este mismo sentido opera un reparto perfectamente amoldado, consiguiendo grandes momentos de intensidad sin estridencias. A la cabeza está un soberbio Ralph Fiennes como el cardenal encargado del proceso de votación. Sin necesidad de largas réplicas, al inglés le basta con su mirada para transmitir todo el calvario y responsabilidad que recae en él, mientras lidia con todo lo que paulatinamente descubre y un desconcierto vital considerable. Le secundan un atinado plantel de secundarios entre los que destacan un efectivo Stanley Tucci como figura reformista, Sergio Castellito en un sucedáneo de candidato trumpista al papado e Isabella Rossellini como monja al frente de la Casa de Santa Marta -lugar que acoge el cónclave-, en un personaje que deambula casi como un fantasma que ve, oye y calla hasta que ceremoniosamente rompe el silencio. Una intervención corta pero de gran calado.

Cónclave es cine adulto con vocación popular que no duda en soltarse el pelo entre la rigidez de su materia y, aunque posee algún giro de más un poco cogidito con pinzas, no teme a querer ir lejos hasta el último momento. Una fumata blanca que en estos momentos sabe a gloria divina.

'Cónclave': ¿habemus papam?