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sábado. 24.05.2025
OBITUARIO

Marisa Paredes, la actriz llena de humanidad

Chica Almodóvar
Chica Almodóvar

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Celín Cebrián | @Celn4

María Luisa Paredes Bartolomé nació en Madrid en el año 1946. Considerada una de las actrices más importantes de su generación, actuó en más de 75 películas, 80 ficciones de televisión y en unas quince obras de teatro. Su padre, Lucio, era un trabajador en la fábrica de cervezas El Águila y su madre, la señora Petra, que le hacía unos flanes tremebundos de leche condensada, era la portera del edifico ubicado en el número 13 de la plaza de Santa Ana, en pleno barrio de Las Letras, en Madrid. Siendo apenas una niña, decidió que quería dedicarse al teatro y al cine, así que comenzó a estudiar interpretación, aunque al principio lo hacía de tapadillo. Con 12 años, se declaró en rebeldía y, aunque decía acudir a clases de costura, en realidad lo que hacía era ir al Conservatorio y a la Escuela de Arte Dramático de la capital. 

Chica Almodóvar
Marisa Paredes y Pedro Almodóvar

Poco tiempo después de estas mentiras piadosas, se enroló en la compañía de Conchita Montes, otra grande nuestro cine. En 1960, con tan solo 14 años, inició su carrera, participando en la película “Esta noche tampoco”, de José Osuna, y en “091, policía al habla”, de José María Forqué. Y al año siguiente, debutó en el teatro como meritoria, al mismo tiempo que comenzó a participar en el programa de televisión Estudio 1, donde representó obras de Ibsen, Shakespeare, Chejov o Neville. Lo último que hemos podido ver de ella ha sido “Luces de Bohemia” en el Teatro Español. Pero la carrera de esta actriz de mirada honda y voz profunda no se limitó a trabajar solo con Almodóvar, sino que también participó en filmes de Agustí Villaronga, Guillermo del Toro, Gonzalo Suárez, Fernando Trueba, Arturo Ripstein o en “La vida es bella” de Roberto Benigni. Siendo solo una adolescente, ya hacia funciones de teatro por todo el país. Sin embargo, sería Fernando Fernán Gómez quien le acabaría enseñando este oficio y el que le daría sus primeros papeles en el cine, como el de la criada en aquella película durísima “El mundo sigue”. Fue su mentor y uno de sus grandes amores, cuando ella contaba con 16 años y él superaba los 30: -“Quizás, el amor que aparece justo cuando descubres la vida, sea el más importante. En este sentido podría ser Fernando”, aseguro en una entrevista al diario El Mundo.

La hija de aquella portera de la plaza de Santa Ana, fue una intérprete que consiguió proyectar una personalidad escénica que resultaba impactante

El siguiente amor de su vida fu el director Antonio Isasi-Isasmendi, con quien rodaría una película muy emblemática en su filmografía, “El perro”. De esa unión nació una hija el mismo año que moría Franco. No quiso casarse con él. Luego vino esa etapa de hoteles, relaciones esporádicas, experiencias, amores efímeros, hasta que, en 1983, llegó a su vida Chema Prado, quien fuera director de la Filmoteca y con el que vivido en las Torres Blancas durante 40 años, donde ambos solían ejercer a veces de anfitriones de grandes amigos como Jim Jarmusch, Malkovich o Bertolucci, que eran adictos a los pimientos de Padrón. Y si fue fiel en el amor, también lo fue en su compromiso político. Siempre alzó la voz para defender derechos y causas perdidas, como sucedía en la gala de los premios Goya del 2000, donde el mundo del cine expresó su rechazo a la guerra de Irak. 

Lo que queda claro es que Marisa tenía unas dotes excepcionales para la interpretación, una dicción maravillosa y una fotogenia espectacular. También cierto carácter, que tapaba con su dulzura. A lo largo de su carrera recibió múltiples galardones como el Fotogramas de Plata a la mejor actriz de cine en 1991, el Premio Nacional de Cinematografía en 1996, la Medalla al Mérito en las Bellas Artes en 2007 y el Premio Goya de Honor en 2018. Además fue presidenta de la Academia a las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España entre los años 200 y 2003. Nunca renegó de su origen A pesar de su origen humilde y de pertenecer a la clase obrera, esta diva fue una mujer comprometida con su tiempo. Hablaba con orgullo de su infancia y de su adolescencia durante las que vivió en una portería que regentaba su madre en la capital de España. Un día, al ser preguntada por este oficio, respondió: -“ Se trata de tomárselo con absoluto rigor y seriedad. Este trabajo necesita entrega, coraje, fuerza.., que no te venza el desaliento”.

La piel que habito
La piel que habito

El punto de inflexión en su carrera se produce cuando Pedro Almodóvar la elige en 1983 como protagonista de “Entre tinieblas”. Después de esta participación en el cine del director manchego, vinieron otras colaboraciones. Fue la madre de una fracasada Victoria Abril en “Tacones lejanos”, un melodrama que recordaba a aquellos otros del viejo Hollywood, hasta tal punto que Guillermo Cabrera Infante llegó a definir a Marisa Paredes como la Joan Crawford del cine español. Marisa adoraba a Almodóvar porque éste la convirtió en una actriz internacional. Pensemos en aquella escritora despechada, Leocadia, que escribe con el pseudónimo de Amanda Gris, en “La Flor de mi secreto”. O la actriz en crisis en “Todo sobre mi madre”. Luego vinieron “Hable con ella” y en 2010 “La `piel que habito”. De ahí que la crítica la viera como una “chica Almodóvar”, esos personajes cuyo denominador es una imagen de una mujer herida, digna y elegante. Pensemos en aquella inolvidable interpretación del bolero “Piensa en mí” (con la voz de Luz Casal) en su papel de Becky del Páramo en Tacones lejanos. Fue una gran dama a lo Douglas Sirk, mutando en una figura delgada, como si metabolismo hubiera cambiado de repente, y se convirtió en ese cisne delicado pero fuerte del que Pedro Almodóvar sacó todo el partido posible. Pero esta relación no estuvo exenta de complejidades, en parte debido al proceso interpretativo de Marisa Paredes. Como escribió Mel Gussov en The New York Times “sea cual sea la película, Paredes es conocida por asediar a su director con preguntas”. Almodóvar, un director exigente, también tuvo parte de su responsabilidad en esa tensa relación. Estuvieron un tiempo sin hablarse. Ella llegó a decir en una entrevista en el The Guardian que” el director parecía a veces un niño petulante que tenía fama de estar a la altura de la descripción del set de rodaje”.

nº4
Marisa Paredes

La hija de aquella portera de la plaza de Santa Ana, fue una intérprete que consiguió proyectar una personalidad escénica que resultaba impactante. Fue una especie de Isabelle Huppert. En una ocasión Almodóvar confesó: -“Marisa puso en mi una confianza absoluta. Me lo dio todo”. Siendo presidenta de la Academia de Cine, sacó a relucir su lado más comprometido.

Era elegante por naturaleza, sofisticada y con fuertes convicciones políticas. De criarse en un sótano en la portería de un edificio de la plaza de Santa Ana, junto al Teatro Español, a llegar a ser la musa de la diseñadora Sybilla

Homenaje del cine catalán
Homenaje del cine catalán

Para terminar, anotar aquí que en el año 1969 Marisa Paredes y Arturo Fernández protagonizaron la película “El señorito y las seductoras”, dirigida por Ramón Fernández, en la que el actor asturiano era un millonario de Barcelona que pasa unos días en Sitges con Elvira, una chica de Soria. El Terramar, el icónico hotel del Garraf, hoy ME Sitges, fue el escenario de esta divertida comedia donde Arturo Fernández seducía a la actriz. Marisa estaba guapa y mantenía una especie de atrevimiento en su modo de mirar. Era una comedia con tintes de erotismo. Como dice Pedrouve, “ella era una Marilyn Monroe de Cuatro Caminos que nunca le dijo a Franco aquello de “Fuera” y eso que el Caudillo llevaba ya mucho tiempo su hermosa tarea de actriz”. 

nº 5
El señorito y las seductoras

Marisa Paredes, la actriz llena de humanidad