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TACO no es un taco, pero se ha convertido en un exabrupto insultante que molesta particularmente a Trump, quien cuando lo oye se pone azul de ira. Incluso amenaza a periodistas afines si le interrogan por este run run popular que viene a decir que Trump Siempre Hace el Gallina. Es sabido que el dictador americano envida fuerte y plega velas al menor contratiempo, que cacarea y se pavonea vamos, pero que es el primero en saltar del coche cuando se acercan al precipicio. TACO por todo lo alto.
Lo cierto es que en la istración USA hay más marcha atrás que en las alcobas de los años 50
Y si uno analiza eso que los expertos financieros señalan como incertidumbres inducidas por las idas y venidas del señor naranja en materia arancelaria, fiscal, de recortes presupuestarios, de apoyos y castigos a socios y aliados, pues si, lo que vemos es una actitud gallinácea. Y no solo por lo de amedrentarse y echarse atrás, también por lo de correr como pollo sin cabeza provocando una saturación de decisiones contradictorias imposible de interpretar. Aunque esto parece meditado, es lo que Bannon aconsejaba hacer desde el comienzo, Inundar la Zona e impedir con ello el juicio crítico, táctica descrita en el libro de estrategias de los ultras norteamericanos. Lo cierto es que en la istración USA hay más marcha atrás que en las alcobas de los años 50.
Trump se irrita más por la presencia de la palabra gallina que por el fondo de la expresión, es como Groucho Marx que itía toda clase de insultos con condescendencia, pero no soportaba que le llamen alcornoque y responde con una retadora bofetada cuando ocurre. Para el líder dorado, gallina y perdedor forman parte del diccionario woke que debe ser perseguido y abolido por antiamericano. Tanto como Harvard, LGTBI o multicultural.
A estas alturas de la columna más de uno y más de dos ya esbozarán una media sonrisilla que yo recomiendo mejor reprimir. No porque crea que en el fondo os falte valor o sufráis algún miedo a seros denegada la entrada en EEUU por socarrones, sino porque aquí también tenemos una buena colección de TACOS a la española que debería hacernos pensar dos veces si reír del mal ajeno o mejor centrarnos en calibrar cuánto daño hace a nuestra sociedad las actitudes gallináceas más a la vista. Por ejemplo, la de definir la muy gris situación del hermano del presidente como una batalla más de la pugna de sistema judicial contra el partido principal del gobierno progresista, y tan pronto la cosa se pone fea saltar del coche, aprovechar incoherencias del sistema procedimental y zascandilear con ello en lugar de mantener el pulso, denunciar si hay caso de lawfare contra del partido, y dar la batalla hasta el final o morir en el intento. Sé que lo ocurrido en Extremadura es humano, buscar refugio ante la adversidad, pero también es de gallinas.
Lo del partido popular y su relación tóxica con Vox es de traca. Se inventan un congreso refundacional (o algo por el estilo) para marcar diferencias con la ultraderecha según le advierten desde Alemania. Vamos chicos seguid nuestro consejo, les dicen Mertz y Von de Leyen, desprendeos de esa carga que solo beneficia a los radicales. Vale, vale, dicen aquí vamos a montar un congreso con aspiraciones de transformación ideológica y la ostia en verso, prometido. Mientras en Valencia, en Baleares y en otros territorios que ya están maduros, los del aguilucho les dicen que por aquí, que con eso no van a ninguna parte, que se tiren de la moto así en plan cheli, y los del Partido Popular se tiran pero con triple tirabuzón ¿Gallinas? No que son elegantes.
Para mi gusto Madrid es la capital de los gallinas, de hecho deberían sustituir el oso del madroño por una clueca que se acerca más a los estándares del municipio con el abusón Florentino quien ya no necesita más que elegir el bocata que les va robar a todos los madrileños, el sueño en los alrededores del Bernabéu, el entorno en Valdebebas cambiando nobles garbanzales por ruidosos circuitos de vehículos de gasolina del pasado, o generando modelos de licencia urbanística a la carta. Aquí lo tienes campeón, se humilla el alcalde ¿mañana de qué lo quieres? ¿Otra recalificación? pues dicho y hecho ¡Cua, cua, cua! Entre su aspecto y su actitud es difícil no tachar al regidor de ponedor. No como Ayuso, que tan pronto presiente peligro alza el vuelo y como ánsar (no confundir con Aznar, ¿o sí?) migratoria se aleja a América, Asia u Oceanía a denunciar comunismos por aquí y por allá.
Estos próceres madrileños deberían aprender del juez Peinado, a quien se la sudan las dificultades procesales, lo que la comunidad judicial piense de sus modos de actuar y hasta le resbalan las definiciones de cadenas lógicas de sucesos. Mientras quede una oportunidad, un testigo a quien poder imputar o una extensión de las investigaciones ahí esta él, no va a saltar del coche en marcha ni a soltar la presa.
La actitud del juez merece un reconocimiento a la altura, con un acrónimo más español, el PACO con el que antes que reprocharle nada, se le venere: Peinado Acaba con la Obstinación, de los votantes.